que estamos en una era de cambio disruptivo no creo que nadie lo ponga en duda ya. Muchos escritores y pensadores cifran en internet el elemento fundamental de esta cuarta revolución tecnológica, pero yo pienso que el descubrimiento es anterior aunque en el universo web encuentra su cohete de proyección. Fue la computación, es decir, la programación informática para ordenadores la que convirtió el mundo en lo que hoy está camino de ser. Si tras la Segunda Guerra Mundial el poder militar fue desplazado por el poder del dinero, esto es, por el poder financiero, hoy la cadena de máximo valor se sitúa en el conocimiento científico, el que nos incorpora las nuevas tecnologías y el que está cambiando la sociedad de manera abrupta y muchas veces sin conciencia social de lo que sucede. En esa sociedad renacentista donde el saber vuelve a ocupar la cumbre, la Unión Europea trata de defender sus valores con una propuesta ética de la Inteligencia Artificial, en contraposición a las ofertas de Estados Unidos y China.

Un plan de Inteligencia Artificial para Europa Esta semana he tenido el privilegio de asistir en Pamplona a una conferencia de uno de los grandes expertos científicos mundiales, bajo el título Big data e Inteligencia Artificial. Humberto Bustince, catedrático de Computación de la Universidad Pública de Navarra, convencido europeísta nos explicó con la sencillez del genio, al desafío que estamos enfrentándonos. Su planteamiento coincide con el de la Comisión Europea: la necesidad de que Europa se convierta en la región que dirija a nivel mundial la creación e implantación de una inteligencia artificial “puntera, ética y segura”. En este sentido, la Comisión presentó su plan de IA el pasado mes de diciembre, coordinado y preparado con los Estados miembros para fomentar el desarrollo y empleo de la inteligencia artificial en Europa Propone actuaciones conjuntas para lograr una cooperación más estrecha y eficiente entre los 28, Noruega, Suiza y la Comisión en cuatro áreas clave: aumentar la inversión, lograr que haya más datos disponibles, fomentar el talento y garantizar la confianza.

Fuertes inversiones El foco del plan de la UE se encuentra en ámbitos de interés público, como la asistencia sanitaria, el transporte y la movilidad, la seguridad y la energía. Uno de los objetivos pasa por maximizar las inversiones, escasas comparadas con las que hacen otros países del mundo como Estados unidos o China, a través de asociaciones. En esta línea, aunque desde ahora hasta finales de 2020 se prevé una inversión para este plan de 20.000 millones de euros, la idea de Bruselas es superar esa cifra anualmente a lo largo de la década siguiente. Como complemento de las inversiones nacionales, la Comisión invertirá 1.500 millones de euros de aquí a 2020, un 70% más que en el periodo 2014-2017. Para su próximo presupuesto a largo del plazo 2021-2027, la UE ha propuesto invertir al menos 7.000 millones de euros procedentes de Horizonte Europa y el Programa Europa Digital en IA. El plan prevé que, como muy tarde a mediados de 2019, todos los Estados miembros tengan sus propias estrategias en inteligencia artificial.

Colaboración público-privada Asimismo, la estrategia engloba la creación de una nueva asociación público-privada europea para la investigación y la innovación sobre la inteligencia artificial, con el objetivo de fomentar la colaboración entre el mundo universitario y la industria en Europa y de elaborar un programa estratégico común de investigación sobre la inteligencia artificial. Además, en colaboración con los países de la UE, la Comisión creará espacios de datos comunes europeos con el fin de que el intercambio de datos a través de las fronteras sea continuo, a la vez que se garantiza el pleno cumplimiento del Reglamento general de protección de datos. En todo caso, la clave del plan tiene que ver con el elemento diferenciador que Europa puede aportar al progreso científico: la visión ética y de respeto a los derechos fundamentales que en esta carrera de futuro puede flojear en la batalla entre Estados Unidos y China por el liderazgo mundial. Por ello, un grupo de expertos europeos, que representa a la universidad, la empresa y la sociedad civil, está trabajando sobre las directrices éticas para el desarrollo y la utilización de la inteligencia artificial. Como siempre la suerte del mundo pasa por la Unión Europea.