Este reportaje bien podría aparecer el 31 de agosto en la sección deportiva cuando los clubes ultiman sus plantillas a golpe de efecto. De hecho, los partidos se han comportado de forma parecida al Florentino Pérez de turno a la hora de confeccionar sus listas para las generales del 28-A o de cara al ciclo electoral que se extiende hasta mayo. Principalmente en las formaciones del tridente de la derecha, toreros, militares, periodistas, víctimas del terrorismo u otras violencias, figuras del mundo judicial y, cómo no, tránsfugas han sido captados por los líderes de las distintas fuerzas para configurar un escenario donde queda en entredicho la profesionalización de la política y cuya estrategia persigue captar presencia mediática. “Son tan pintorescos que consiguen atención en los medios sin que eso se vaya a traducir en que sean buenos activos electorales. Pueden ser elementos decorativos con impacto a corto plazo que veremos cómo lo hacen en campaña porque pueden resultar hasta contraproducentes”, señala Pablo Simón, politólogo y profesor de la Universidad Carlos III de Madrid. “Se buscan liderazgos reconocibles para llegar a segmentos de votantes concretos”, añade Asier Blas, politólogo y profesor de la UPV-EHU. Reclutaciones que pueden originar por contra ruido interno en las filas de cada partido.

Mientras el PSOE se ha centrado en colocar a su overbooking de ministras, y Podemos se ha dedicado a situar a gente con marcado discurso social tras haber hecho ya su limpieza particular; PP, Ciudadanos y Vox pescan en los caladeros de la sociedad tradicionalista española para subrayar su mensaje de unidad territorial y orden. En las nacionalidades históricas el rumbo es otro. Desde Catalunya, JxCat y ERC han reforzado su apuesta por el procés; y desde Euskadi, el PNV mantiene el pulso con su columna vertebral de dirigentes con peso político, y EH Bildu se reviste con una de las madres de los inculpados por el caso Altsasu.

La elección de determinados candidatos ha sido decisión personal de sus líderes, de forma que la cohesión en torno a las siglas de los partidos deja paso al vínculo con los jefes de filas. “El primer objetivo es ocupar portadas y noticiarios. En vez de los reyes y damas, ahora hay alfiles, caballos y torres que no se han escogido por criterios políticos, sino por proyección social y comunicativa”, resume Blas. “Pero eso no representa a la sociedad civil, solo a un segmento cuestionado, como el mundo de los toros, del que algunas fuerzas pretenden sacar rédito”. Tradicionalmente, la confección de las planchas ha sido fruto del pacto entre los líderes del partido y su organización, pero esta vez se han gestado con el dedo de su cabeza visible dando resultado a listas heterogéneas donde los candidatos están ahí por su compromiso con quien le ha escogido. La elección en el PP como número dos de Adolfo Suárez Illana, hijo del expresidente y que a las primeras de cambio la lió con su alegato acerca del aborto, o de Marcos de Quinto como brazo derecho de Albert Rivera, responden a esa lógica. No han sido pocos los que han protestado e incluso denuncian la existencia de pucherazos en primarias, como ha ocurrido con en el bando naranja con la expopular Silvia Clemente en Castilla y León. Todo ello conforma un magma impredecible. Singular es la presencia de los militares que incorporados a Vox, cuyo perfil supone el retorno al Congreso de la vieja España, al tiempo que se descubren sus vínculos con la derecha más extrema.

“Al no depender del aparato, están subordinados a la suerte de su líder, a quien no pueden hacerle sombra ni suponen una amenaza”, puntualiza Simón. Ambos expertos coinciden en que “es difícil valorar los efectos en las urnas, para bien o para mal”, pero a juicio del profesor de la Universidad Carlos III, el recorrido “es corto” ya que “la próxima semana volveremos a hablar de los proyectos de los responsables de cada partido”. Otra historia pueden ser los deslices que en campaña cometan. “Además, ya estarán los periodistas patrios indagando en sus currículums y es que aparte de entrar en este juego por el empecinamiento de sus líderes, a veces traen consigo otras mochilas”.

ministros estrella al margen Blas recuerda que Sánchez tiró ya de caras afamadas para construir su Ejecutivo tras ganar la moción de censura, “le llamaron el gobierno de los fichajes, con gente como Pedro Duque o Maxim Huerta”; pero Simón precisa que “una cosa es captar figuras de cada campo para ser ministros o consejeros que van a ejecutar y gestionar, y otra desplazar a gente de dentro del propio partido” para meter los caprichos de cada responsable. Fichar a independientes para ganarse la simpatía del ciudadano no es una estrategia nueva pero la renovación interna de los principales partidos ha acentuado esta fiebre. En el PP Pablo Casado ha seducido, entre otros, a los periodistas Pablo Montesinos y Cayetana Álvarez de Toledo, al torero Miguel Abellán, a la presidenta de la AVT Ángeles Pedraza o a Juan José Cortés, padre de la pequeña Mariluz. Mientras, en el PSOE, Pedro Sánchez se ha refugiado para las municipales en Pepu Hernández, y tira de ministros para otro hipotético gabinete limpiando de las listas a quienes no son afines. Lo mismo ha hecho Casado apartando a históricos dirigentes que no le apoyaron en las primarias. Rivera tampoco se ha descolgado cazando al abogado del Estado Edmundo Bal o al citado De Quinto. En Podemos repite la jueza Victoria Rosell, y destaca Rosa Lluch, hija de Ernest Lluch. Vox no se ha quedado atrás con el diestro Serafín Marín, el banderillero Pablo Ciprés y un elevado número de militares, muchos de ellos oficiales de alto rango retirados, como Agustín Rosety y Alberto Asarta, que firmaron un manifiesto a favor de Franco.

El exministro socialista, ex alto cargo de la UE y ex Alto Representante de la Política Exterior europea, Javier Solana, ha sido una de las voces que más han cargado contra esta deriva. “Al Congreso no se viene a tocar la flauta sino a hacer leyes”, censuró. Más partidario se mostró al respecto el ex portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando, al aducir que “las listas tienen que ser plurales”. Otros predicen que la inexperiencia, cuando no la bisoñez, se notará mucho en las primeras sesiones de las comisiones parlamentarias y de las ponencias; también en los debates del pleno. Para colmo, el procés y el fin del bipartidismo han acentuado el cambio de chaquetas: casos de Íñigo Errejón, Celestino Corbacho, Elisenda Alamany, Gaspar Llamazares o Soraya Rodríguez. “Ser político para alguien de fuera requiere habilidades, actitudes, saber fajarse, hablar, expresarse, hacer equipos, reconocer el territorio, ser empático... Y eso no lo tiene necesariamente un torero o un periodista”, cierra Simón.