Pamplona - A la derecha no le ha gustado que el PSN haya optado por un gobierno alternativo, y ha cargado duramente contra los socialistas, en Navarra y en Madrid, intentando condicionar su decisión. No han escatimado argumentos, aunque sin éxito por ahora.

Ha sido Javier Esparza quien ha asumido el papel de mamporrero principal en un intento de presionar al PSOE para que apoye un gobierno de Navarra Suma encabezado por él mismo. Lo ha hecho con duras acusaciones hacia los socialistas, a quienes ha reprochado que están “pactando con escaños manchados de sangre”. El líder de UPN ha llegado a utilizar la memoria de las víctimas de ETA que tenían militancia socialista como herramienta de presión. “La dirección socialista traiciona a sus propios muertos”, ha repetido en diversas ocasiones en Madrid, donde ha calificado de “inmorales” los supuestos acuerdos entre los socialistas y EH Bildu, a pesar de que estos nunca se han producido.

Esparza se ha recorrido así los principales medios de comunicación de Madrid, donde se ha llegado a presentar como una hipotética víctima del terrorismo para acusar al PSOE de pactar con quienes no condenarían su asesinato. Una campaña en la que ha encontrado el apoyo férreo de PP y Ciudadanos, que han utilizado Navarra como arma de confrontación política contra el PSOE, y en especial contra Pedro Sánchez.

“El pacto de Navarra simboliza la ruptura de Sánchez con el constitucionalismo”; “Sánchez es el único presidente de la democracia que ha pactado con Batasuna”, ha afirmado Albert Rivera. Argumentos tan duros como los que ha empleado Pablo Casado, que ya utilizó la situación política de Navarra durante su campaña en las primarias para liderar el partido. Tanto PP como Ciudadanos ha aprovechado además la negociación iniciada por el PSN con Geroa Bai, Podemos e Izquierda-Ezkerra para justificar su posición de bloqueo en la investidura del candidato del PSOE y negarle su abstención.

Contra el PSN Los ataques se han centrado principalmente en el PSN, mucha veces con expresiones salidas de tono y que cuestionan incluso la legitimidad de María Chivite para liderar el Gobierno de Navarra. “Toma a todo el mundo por tonto”; “Quiere ser presidenta a toda costa”; “No va a ser nunca presidenta de los navarros y las navarras”; “No será bien recibida ni en la Ribera ni tampoco en Etxarri-Aranatz”, son algunas de las expresiones que, en un solo día, le ha llegado a dedicar a la candidata del PSN el responsable de Ciudadanos y parlamentario de Na+ Carlos Pérez Nievas porque el PSN no ha querido entregar el gobierno a su formación.

Términos similares a los que ha empleado Ana Beltrán para hacer política en Madrid, donde ahora es diputada en representación de esa misma comunidad. “No podemos dejar que Bildu entre en las instituciones de la mano del PSN”, llegó a denunciar el día de la formación de la Mesa del Parlamento. Y eso que EH Bildu ya estaba antes en las instituciones gracias a los votos de los ciudadanos, y que el PSN no le apoyó para estar en la Mesa de la Cámara.

Un sinfín de críticas desmesuradas y en ocasiones peculiares. Como la verbalizada por el presidente de la CEN, José Antonio Sarría, que considera que lo que plantea el PSN no es “sensato, estable y tranquilo” porque hablar de gobierno progresista como oposición a un gobierno conservador “es un término ya anticuado” que además “está un poco pasado de moda”.

El presidente de la patronal apuesta lógicamente por una mayoría parlamentaria entre UPN y PSN. Que también defiende el presidente de la Cámara de Comercio, Javier Taberna, que considera que en la formación de la Mesa del Parlamento “se han conculcado muchas reglas naturales de la democracia”. Porque lo natural, en Navarra, es que gobierne la derecha. Y la idea de estar ocho años seguidos en la oposición es algo que a algunos les empieza a pesar.