Trenes y topo Se espera que solo siete TGV procedentes de París llegarán el viernes a Biarritz. Las estaciones de Bokale, Biarritz, Baiona, Getaria y Deux-Jumeaux (Hendaia) permanecerán cerradas durante la cumbre del G7. El Topo concluirá y comenzará su recorrido en Irun a partir del día 17. El regional Toulouse-Baiona tendrá origen y final en Pau.

Circular por la ciudad La ciudad ha quedado dividida en dos zonas desde la medianoche del día 22. A la primera solo podrán acceder los peatones que tengan su acreditación, mientras que en la zona 2 se podrá acceder con vehículo, aunque siempre con acreditación.

Llegar a Biarritz Con mucha paciencia. El eje viario que une el aeropuerto y el centro de la ciudad estará cortado al tráfico desde el día 24. Algo similar ocurre con la RD810 entre el viaducto de Négresse hasta la rotonda de la Gendarmerie en Angelu; el boulevard del BAB entre la rotonda de Mousse y el Carrefour de Larochefoucauld; y las céntricas avenidas de Marne y Reina Victoria. Las rutas de autobús de larga distancia no se detendrán ni en Biarritz, ni Baiona ni Hendaia durante estas fechas.

Prohibiciones varias Como en tierra, las autoridades galas han dispuesto de tres niveles. La zona de la Grande Plage, desde el Rocher de la Vierge hasta la punta de Saint Martin, tendrá prohibida cualquier actividad marítima (incluidos el baño y el surf). En las tres millas siguientes, estas actividades estarán permitidas en los primeros 300 metros de costa, mientras que en la tercera zona, la más amplia (de nueve millas de ancho y seis mar adentro), la navegación estará permitida, aunque a una velocidad máxima de 12 nudos.

Aeropuerto cerrado El aeropuerto Biarritz Anglet Baiona permanecerá cerrado entre el 23 y el 26 de agosto -y el aparcamiento de coches, desalojado-, ya que estará destinado a los requerimientos que conlleve la organización del propio G7, donde se incluyen las operaciones de las aeronaves que traerán y llevarán a los principales líderes mundiales.

Limitaciones en Gipuzkoa El aeropuerto de Hondarribia no verá afectados sus vuelos regulares los días que dure la cumbre -que, no obstante, deberán tener un permiso especial, porque su actividad se incluye en el espacio decretado como de exclusión aérea-. Sí se verá afectado cualquier otro tipo de operación del aeródromo guipuzcoano, adonde ningún vuelo podrá ser desviado durante el G-7.

A tenor de las prohibiciones, limitaciones y recomendaciones que han caído sobre Biarritz, Lapurdi y las riberas del Bidasoa en las últimas semanas y meses por el G-7, lo mejor que se puede ser entre el 24 y el 26 de agosto en la ciudad biarrota es Donald Trump. Y como él, cualquiera de los mandatarios internacionales de las principales potencias económicas del mundo que aterrizarán en Iparralde durante esos tres días.

“No he oído a nadie hablar bien de que venga el G-7 en estas fechas: ni comerciantes, ni vecinos ni nadie”, reconoce Antxon Massé, abogado cuyo despacho está en Donostia y vecino de Biarritz. El comerciante Serge Isquert asume que es lo que hay: “Ya pasará, no hay otra solución, es así y con ello habrá que trabajar”.

El día a día de la ciudad se va a ver alterado de viernes a lunes, en algunos casos, de manera decisiva. El Ministerio del Interior francés ha dividido Biarritz en dos grandes zonas de seguridad. Sobre la primera, la Z1 que abarca la primera línea de playa entre el Rocher de la Vierge y Pointe Saint-Martin, han recaído todas las prohibiciones. Nadie que no sea vecino o miembro de una delegación podrá acceder a este espacio y deberá hacerlo a pie. Todos los aparcamientos, bien sea en superficie o subterráneos, quedarán limpios de vehículos durante esos días.

En esta zona se encuentran los principales puntos de interés del G-7: Hotel du Palais, el Casino, el centro Bellevue, el Ayuntamiento y la plaza Sainte-Eugénie. La zona más distinguida de la ciudad y que ha su vez, ha sido objeto de cuatro subdivisiones. Si un vecino tiene acceso a uno de esos cuatro subsectores, podrá acceder al resto de la zona roja, pero no a los otros tres subsectores especiales.

“El problema principal para los habitantes es que la mayoría es de la tercera edad”, explica Massé sobre esta zona, que ha provocado que algunos vecinos se autoorganicen a través de las redes sociales.

Todos los puntos de recogida de la basura habrán desaparecido. En total, cerca de 45. No son las únicas afecciones para unos vecinos que necesitarán mostrar permisos especiales para acceder a su calle. “Piensa que no van a poder ni subir las persianas ni abrir las contraventanas”, asegura Massé. “Está prohibido. No sé qué van a hacer: si las abres, ¿te van a disparar?”, advierte el letrado con cierta ironía.

“Habrá alteraciones en la zona marítima”, reconoce Isquert, que cree “claro que ahí la vida se detendrá, sobre todo para los comerciantes, pero más allá de esa zona, no creo. Será solo ahí, cerca de la Grande Plage y en el paseo. Yo vivo en el centro de la ciudad y ahí la vida seguirá”.

Isquert, comerciante, trata de rebajar la especie de psicosis que se ha generado en torno a la cumbre internacional. “El problema es que fuera de Biarritz mucha gente habla del G-7, pero aquí...”, rebaja este comerciante, que se propone trabajar y “el día 27 ya veremos a ver. No hay otra salida. Han impuesto esto y hay que tirar hacia adelante”. “No veo esto como un fantasma”, señala Isquert, que también se ha tenido que sacar “esa especie de badge para poder movernos a pie o en coche. La vida sigue”.

Ese badge es un permiso o acreditación para acceder hasta donde se puede acceder. Sin esa acreditación, que además de los vecinos también la necesitan los visitantes, no se puede pasear por ninguna de las zonas biarrotas. Este operativo para acreditar a miles de vecinos y visitantes arrancó hace tiempo: “Hace meses rellenamos los papeles, con las fotocopias de todos los justificantes que había que mandar, y nos llegó el aviso por email que estaba listo, fuimos con los carnets a recoger a la oficina y ha funcionado muy bien organizado”.

Cableado, electricidad...

“Se notan cosas raras”

“Se nota que va subiendo la tensión poquito a poco. Como dijo el otro, notamos cosas raras. Están cableando un montón, reforzando el sistema de fibras de la ciudad, se nos ha ido la electricidad varias veces?”, describe el ambiente Massé. Ya se perciben los preparativos. Sobre todo, los vinculados con la seguridad: “Han controlado quién vive en cada sitio, han hecho fotos de las terrazas y los balcones, a ver dónde puede esconderse alguien.

La cita que arranca el sábado monopoliza las conversaciones, según Massé: “Entras en un bar, pides una ronda y es una ronda servida con charla sobre el G-7 por parte del patrón”. “La sensación es que los que se pueden ir se van”, zanja Massé, que advierte de la dificultad de aquellos que reciben “familia y te vienen a veranear. Ha habido que acreditarlos y no podrán ir a la playa. La Grande Plage estará cerrada, pero todo el mundo que va a ahí, irá a la pequeña del puerto viejo o a la de la Costa de los Vascos, que está muy bien, pero solo se puede utilizar en marea baja”. Ir a la playa también estará condicionado: cerrado el afamado arenal biarrota, en los contiguos solo estará permitido el baño y los deportes náuticos en los primeros 300 metros. En el resto del área de seis por nueve millas náuticas que rodea a la cumbre se podrá navegar a un máximo de 12 nudos.

Massé señala que en el caso de las restricciones que ha impuesto el Gobierno galo a cuenta de la cumbre internacional “hay aspectos que rozan la inconstitucionalidad francesa”, reconoce este abogado. Se refiere, por ejemplo, a dos cuestiones como la de la libertad de movimiento y el derecho a manifestación que se van a ver coartados o suprimidos. Los antiG-7 ya han anunciado que tratarán de burlar estas restricciones.

La policía francesa, que ha tenido varios dispositivos especiales en Iparralde como el paso del Tour de Francia y la visita del propio Macron a una etapa de la ronda en este enclave, podría llegar a movilizar 3.000 efectivos. Al sur de los Pirineos, El Confidencial aseguró que la Policía y la Guardia Civil podrían movilizar por el G-7 a cerca de 1.000 agentes.

Zonas enteras de Biarritz cortadas al tráfico, líneas de autobús que serán suprimidas -además de las que verán alterado su recorrido-, estaciones de tren como las de la propia ciudad, Baiona, Getaria y Bokale estarán cerradas además de la del Topo en Hendaia; y quien piense en tomar un vuelo desde el aeródromo biarrota deberá cambiar de planes, ya que desde el 23 al 26 se destina solo al G-7.

Con la vista puesta en los próximos días, entre la zona roja y la zona azul, donde la seguridad será algo menos estricta -y los vecinos podrán emplear sus vehículos, registrados anteriormente-, hay problemas comunes.

Garajes, comercios...

Afección del día a día

“En el portal nos van a poner un puesto de control entre la zona roja y la zona azul”, describe Massé, que añade cómo “un metro más allá de nuestra calle empieza la zona roja”. Y relata una de las múltiples pequeñas afecciones que genera este G-7: “Tenemos un garaje cerca de la zona roja, pero para ir hasta allí tenemos que dar un rodeo que si ahora llegamos en dos minutos, necesitaremos diez, porque el camino más corto es una calle que está en zona roja. El coche lo podremos sacar de la zona azul, con su identificación”.

Otro de los problemas comunes lo padecerán los comerciantes: “El problema que tienen los comerciantes es que si no lo tienen abierto, no les van a indemnizar, porque es lo que les han prometido. Por ellos, cerrarían, porque si no se puede entrar, ¿quién va a ir a comprar? ¿Los delegados?”. A estos apunta el documento G7 en clair que el Gobierno francés y el Ayuntamiento de Biarritz editaron en junio.

Isquert trata de quitarle hierro al asunto y explica que “a finales de mes haremos balance de mes y es nuestro trabajo, ya veremos qué ha ocurrido en agosto. Nuestra responsabilidad es trabajar entonces”.

Biarritz ya cuenta los días para la llegada de Trump, Macron, la alemana Angela Merkel, el japonés Shinzo Abe, el canadiense Justin Trudeau, el italiano Giuseppe Conte -si supera la moción de censura que le lanza Matteo Salvini- y el británico Boris Johnson -que debuta en un G-7-. La ciudad espera además a cerca de 3.000 personas que formarán parte de las delegaciones y otros tantos periodistas, se parecerá muy poco a la habitual. En Baiona han reforzado el palacio de justicia con barracones.

El jueves ya hay previstas reuniones preparatorias del G-7. Es la última cita de los sherpas, responsables de preparar una cumbre que se promete luchar contra las desigualdades. Aunque eso suponga blindar Biarritz.

¿Por qué Biarritz?

Muy criticado. La ciudad imperial, que ya acogió un consejo de Europa en octubre del 2000, es una de las preferidas del presidente de la República, Emmanuel Macron. Él mismo anunció en junio de 2018 que el siguiente G-7, que le tocaba organizar a Francia, se celebraría en Biarritz en temporada alta. Veraneante habitual de la ciudad balneario, algunos de sus biógrafos aseguran que aquí decidió lanzarse a la carrera presidencial francesa que ganaría en mayo de 2017. No es la única relación de Biarritz con la alta política. Aquí veraneaba con su familia el entonces director de los servicios secretos rusos, Vladímir Putin, cuando el presidente Boris Yeltsin lo eligió como sucesor.