pamplona - El Gobierno de Navarra ha negociado en el pasado, negocia en la actualidad y negociará en el futuro todo lo que sea necesario para conseguir la transferencia de Tráfico. Lo hizo hace veinte años, cuando UPN y el PP de Aznar apalabraron la asunción de la competencia en exclusividad -no como ahora, que Esparza defiende compartirla con la Guardia Civil-; lo ha hecho hace bien poco, cuando en 2018 la presidenta Barkos acordó con Pedro Sánchez el inicio del traspaso definitivo; y lo hará en el futuro más inmediato, en el que Chivite cree que Navarra está en disposición de acordar con el Ejecutivo central la culminación de una demanda histórica y unánime que en el último momento se ha encontrado con un obstáculo: la oposición de Navarra Suma.

Inexplicablemente, la coalición de derechas está intentando utilizar como arma política contra el Gobierno foral una competencia siempre reclamada por UPN, alimentando una polémica estéril que rompe el consenso navarro a favor del autogobierno, precisamente cuando cada vez más voces ponen en solfa el régimen foral. Porque esta es una polémica que exclusivamente ha generado la derecha en base a una falacia. El pacto de investidura alcanzado entre PSOE y PNV incluye la culminación del traspaso de Tráfico a Navarra en seis meses. En ese apartado, UPN vio una intromisión ilegítima de los jeltzales -a los que no concede legitimidad representativa pese a que forman parte de la tercera fuera del Parlamento, que por cierto presiden- en la política navarra. La lectura, parcialísima y partidista, está generando una polémica exagerada en la derecha y sus foros, pero se sustenta en dos falsedades: que el PNV suplanta al Gobierno de Navarra en las negociaciones, y que el movimiento tiene como objetivo final expulsar a la Guardia Civil.

Dos cuestiones, simplemente, falsas. No es el PNV quien negocia, sino quien ha llegado a un compromiso político en el que pide el impulso definitivo de una negociación que, íntegramente, ha llevado el Gobierno de Navarra tras un acuerdo con el del Estado. “Los partidos tienen su espacio, y los gobiernos el suyo: y al de Navarra no lo han suplantado en ningún caso, en ningún momento ni en ningún lugar”, defendió Chivite. La presidenta recordó a Esparza cómo la competencia de Tráfico estuvo a punto de materializarse en tiempos de Aznar y con UPN en el Palacio foral, y fechó en el 31 de octubre de 2018 el último arreón importante para el traspaso competencial. Ese día, el presidente Sánchez prometió a la entonces presidenta Barkos el traspaso definitivo, y a partir de entonces se sucedieron los encuentros y trámites administrativos necesarios para que se culmine el proceso, interrumpido por la interinidad del Gobierno central y los periodos electorales.

esparza, sin argumentos Por lo tanto, no es el PNV el que ha negociado, sino el Gobierno de Navarra el que retomó un objetivo al que ahora Chivite, aunque no sabe cuándo exactamente pero confía en que sea pronto, quiere dar “cumplimiento” en la medida en la que forma parte “de un acuerdo de la pasada legislatura entre Sánchez y la entonces presidenta Uxue Barkos” y se recoge en la Lorafna. Como tampoco es verdad que el acuerdo implique la retirada de la Guardia Civil de Navarra, como tampoco se retiró ni de la CAV cuando la Ertzantza asumió Tráfico ni de Catalunya, donde por cierto hay 4.000 guardias civiles.

Pero a Esparza las explicaciones le dan igual. Lo demostró en su réplica, en la que repitió machaconamente las mismas ideas que en su rueda de prensa del pasado 31 de diciembre. Con el mismo tono faltón -“presidenta, es usted una marioneta en manos del PNV”; “Está atada de pies y manos”...- y con el mal gusto de revelar el contenido de conversaciones privadas -“Usted me dijo que en Tráfico no se iban a mover”- repitió que el acuerdo supone una injerencia del PNV, al que tendrían que “haber avisado de que si seguían así, les echarían del Gobierno”. Para Esparza es todo más sencillo: “Si quieren negociar algo, llámenos a nosotros”. Eso sí, habría que preguntarse si un socio que sostiene que Tráfico debe seguir siendo una tarea compartida entre la Policía Foral y Guardia Civil sirve para reclamar la exclusividad al Gobierno central.

“Veo que ha empezado el año tan enfadado como lo terminó”, arrancó Chivite en su réplica, ya cansada de que Navarra Suma “manosee” a la Guardia Civil y no salga de la “política infantil” en la que ha caído”. “Lo que a ustedes les molesta es que vamos a ser los socialistas y los nacionalistas los que consigamos la transferencia para Navarra”, consideró. Así que para eso recomendó que la plataforma de Esparza haga honor a su nombre y empiece a “sumar”, que deje de lado “la política infantil del niño que como no juega él, rompe el juguete” y que se dedique a hacer “política constructiva”.

‘pique’ con pérez nievas

Sobre legitimidad. Carlos Pérez Nievas (Navarra Suma) utilizó su pregunta sobre las menciones a Navarra en el estatuto de la CAV para cuestionar la legitimidad de Chivite como presidenta, algo que suele hacer la derecha.

pérez nievas: “Usted no tiene el mandato del pueblo navarro para ser presidenta”

Chivite: “Le guste más o menos, soy su presidenta y la de todos los navarros; usted la legitimidad no me la puede cuestionar”