PAMPLONA - El juicio por la demanda que el parlamentario Iñaki Iriarte (Navarra Suma) le puso al diputado Santos Cerdán (PSN) por llamarle "fascista" quedó ayer visto para sentencia. Será el titular del Juzgado de Primera Instancia número 2 de Pamplona el que decida si la acusación que hizo Cerdán durante un mitin del PSOE en Cintruénigo contra Iriarte -que asistió junto con el también parlamentario Patxi Pérez a una comida con carlistas celebrada a finales de agosto en Leitza- es constitutiva de una vulneración del derecho al honor, como sostuvo ayer en el juicio Navarra Suma, o si por el contrario prevalece la libertad de expresión dentro de la "crítica política", como considera el diputado socialista. Por el momento, la Fiscalía -que en procesos civiles no se pronuncia hasta el momento del juicio- sí que ve posibles indicios de que Cerdán pudo lesionar el honor de Iriarte, pero considera excesiva la indemnización de 10.000 € que reclama la coalición de derechas y propone zanjar el episodio con una sanción de 100 € para el diputado. La sentencia se conocerá en los próximos días.El juicio arrancó con media hora de retraso en la que ni se planteó la posibilidad de llegar a un acuerdo. Iriarte, asistido por el letrado Guillermo Cháverri, defendió que él no acudió a ningún homenaje a ningún requeté, sino que simplemente acompañó a Patxi Pérez -que sí había sido invitado por uno de los organizadores- a una comida que se celebró en el jardín de una casa particular -la de los Baleztena- en Lei-tza. Iriarte explicó que comieron -arroz y pollo, para más señas-, pero que tenían prisa y en los cafés se tuvieron que marchar. Durante las aproximadamente dos horas en las que estuvieron no se produjeron "ni brindis, ni cánticos, ni nada parecido", aclaró, y solo percibió que en un momento dado "empezaron a llegar gentes con boinas rojas" carlistas.

Preguntado por si durante la comida se produjo alguna exaltación franquista, o similares, Iriarte dijo que no. Pero concedió que sobre "conversaciones de fondo de mesa" no podía testificar. En cualquier caso, negó que se le pueda insultar llamándole fascista, y aseguró que las "acusaciones vejatorias" de Cerdán tuvieron impacto en su trabajo como profesor universitario en la UPV/EHU. "Me ha generado tener que dar muchas explicaciones, y un grupo de alumnos se negó a dar clase conmigo porque me consideraban un fascista".

colisión de derechos Los testimonios de Javier Esparza -presidente de UPN-, Patxi Pérez y Silvestre Zubitur, organizador del acto de homenaje al requeté Joaquín Muruzábal, sirvieron para apuntalar la tesis de Iriarte de que la comida, celebrada en un patio privado, fue un acto aparte del homenaje al primer requeté muerto en 1936. Lo aseguró el organizador, carlista "orgulloso" y concejal de Navarra Suma en Leitza, que trató de deslindar el responso y la santa misa por -ojo a la frase- "aquellos que tenían 19 y 20 años y que, como pensaban que todo estaba perdido, como algunos pensamos hoy, salieron con las albarcas y el fusil al hombro a defender sus ideas y a España" de la comida posterior a la que fueron Iriarte y Pérez.

Este fue, precisamente, uno de los puntos en los que se detuvo la defensa de Cerdán. El letrado Álvaro Sánchez consideró imposible deslindar la "comida de hermandad" -que así se denominaba en el programa que los mismos tradicionalistas carlistas confeccionaron para aquel día- del responso y la santa misa, el resto de actos previstos en la jornada. Como también dudó de que Iriarte -que aspiró a presidir el Parlamento- pueda despojarse a conveniencia de su condición de parlamentario en función de si le interesa o no vincular su presencia en determinados lugares con su filiación política. "El problema es que el señor Iriarte no asume la responsabilidad política de sus actos", consideró la defensa de Cerdán, que argumentó que la simbología de boinas rojas y banderas carlistas presentes en la comida tiene un inequívoco significado contrario a los valores democráticos. Por esa razón, la defensa solicitó que prevalezca la libertad de expresión de Cerdán.