usia y Turquía han estado enfrentadas en casi todo a lo largo de la Historia, pese a lo cual hay actualmente un gran paralelismo de sus evoluciones políticas. Y las conductas de sus respectivos líderes - Putin y Erdogan - presentan una similitud llamativa.

Ambos son nacionalistas empecinados, ambos dirigentes aspiran a regresar a grandezas históricas y ambos ven en estos momentos frenadas sus ambiciones por coyunturas económicas desfavorables. Y - la más sorprendente de las coincidencias - ambos han registrado últimamente sus mayores éxitos en el Mediterráneo : Putin, en Siria, y Erdogan, en Libia, dos naciones en las que los intereses de Ankara y el Kremlin son totalmente antagónicos. Mientras Rusia apoya a Assad en Siria y a Haftar en Libia, Turquía apuesta ostentosamente por los rivales de estos.

El que, a pesar de ese antagonismo, exista una relativa connivencia ruso-turca en las dos naciones del Levante se debe a que hasta ahora las dos han conseguido sus respectivas metas mediterráneas : Rusia ha logrado en Libia Oriental su segunda cabeza de puente (la primera está desde hace decenios en Siria) y Erdogan ha podido relegar la importancia kurda en Siria y frustrar los avances de Haftar, a quien ayudan generosamente Egipto, los Emiratos, Arabia Saudí y Francia, países todos que ven con malos ojos el ascenso turco.

Pero a partir de ahora la convivencia meridional ruso-turca será mucho más difícil. Por un lado, ya no existen "tierras de nadie" en que repartir sus zonas de influencia. Y por otro lado, la decadencia económica empujará inexorablemente a Ankara cada vez más hacia la órbita de influencia occidental ya que sólo de allá pueden llegar rápidamente las grandes inversiones de capital y las riadas de turistas adinerados que reduzcan el desequilibrio de la balanza de pagos. A medida que pase el tiempo sin que se reactiven las respectivas economías, el tradicional antagonismo político ruso-turco irá imponiéndose en las relaciones de Ankara y el Kremlin.

Sin olvidar que los últimos brujuleos diplomáticos de Erdogan - la aproximación Argelia y la persistencia en sus ayudas a los Hermanos Musulmanes - provocan reacciones cada vez más hostiles del mundo islámico conservador€¡ Y sin lograr, a pesar de ello, acercarse ni un ápice al chiismo que lidera Teherán, el gran rival histórico del islamismo sunita!