- Emplazamos a Fernando Mikelarena a una entrevista, para hablar de la querella y de cuestiones de fondo sobre el golpe del 36. Agradece a los historiadores navarros y del resto del Estado que le han mostrado su solidaridad en estos últimos días. Recuerda que "nadie es responsable de lo que hizo su padre o su abuelo", y cree que el miedo a explicar lo que pasó en Pamplona y su cuenca, "una pequeña ciudad de 40.000 habitantes en la que prácticamente se conocían todos" generó una "omertá", con "muchos aspectos que nunca se han mencionado porque a fin de cuentas pueden salpicar a mucha gente". A su juicio, "lo que buscaban los golpistas, militares y partidos, como las élites económicas que los apoyaban, era que "el mayor número posible de gente se manchara las manos de sangre, para que todo el mundo guardara silencio y fidelidad". Una realidad "que pasa en cualquier retaguardia de todo el mundo, y aquí todavía a fin de cuentas rige".

¿Cuál es su estado de ánimo después de esta pequeña vorágine?

-Tuve conocimiento del asunto hace mes y medio, me llegó la citación para un acto de conciliación a través del correo electrónico, y al principio fue una sorpresa porque vi que el argumentario que había allí era bastante peregrino y no se correspondía para nada con los contenidos de lo que yo había dicho, tanto en el artículo que publiqué en DIARIO DE NOTICIAS, como en el libro La desmemoria de los vencedores. Inmediatamente hablé con mi abogado y empezamos a trabajar sobre el tema. Yo desde el principio he estado tranquilo, porque creo que es una cuestión que no tiene ninguna sustancia. El montón de apoyos que he tenido por parte de la casi totalidad de los historiadores navarros y por muchísimos de la Universidad del País Vasco y de muchos también de otras partes del Estado, es algo absolutamente reconfortante. Y sigo con la misma sensación de extrañeza y de tranquilidad porque no entiendo qué es lo que exactamente pretenden estos señores.

Se produjo el acto de conciliación sin acuerdo. ¿Ahora qué espera?

-Fue el día 18, no hubo avenencia, entre otras cosas, porque mi abogado expresó que para ir por lo penal ellos no tienen capacidad de legitimación, porque solamente puede ir el afectado directo y no los familiares. Y en relación con las peticiones que hacían ellos no nos avenimos en absoluto, porque tampoco tienen ninguna razón de ser desde mi punto de vista, pues no se refieren para nada a lo que yo he expresado por escrito. No hay injurias ni calumnias por mi parte. Todo lo que digo está absolutamente documentado. Como historiador siempre tengo el mayor de los cuidados en documentar todas las afirmaciones, con el fin de que cualquier persona pueda ir al archivo correspondiente y las pueda cotejar. Todo lo que digo está sustentado y yo digo lo que digo, no digo lo que no digo ni tampoco lo que otros piensan que pueda haber dicho.

Usted se hizo eco de un anuncio en El Pensamiento Navarro

-Sí, es otro caso de lo que se viene a llamar el efecto Barbra Streisand, de una cuestión de la que mucha gente no había sido conocedora, ahora ha habido muchísima más. Lo que hago en ese artículo es recopilar todos los testimonios que hay acerca de la saca de Tafalla, que dio lugar al mayor asesinato colectivo que hubo en Navarra. Veo sus luces y sus sombras, y recojo el hecho de que durante esos días, tal y como ha dicho, Jaime Del Burgo era el jefe de Requetés accidental designado por el titular, de toda Navarra, que era Esteban Ezcurra, de lo que era el cuartel de Escolapios, una cárcel privativa donde también estaba la sede de la unidad represiva. La única persona identificada por los testimonios de la época y de los años setenta fue Luis Fernández Magaña, capellán de Requetés de ese cuartel. Y Jaime Del Burgo estuvo en ese cargo firmando órdenes algo así como unos diez días. Eso está documentado tanto en Diario de Navarra como también en El Pensamiento Navarro, y luego también hay una referencia en La Voz de España de San Sebastián. Cualquier persona puede ver tanto esa nota de designación como esas órdenes firmadas por él.

La prensa de la época como fuente documental.

-El problema esencial que late en todo esto es que hay una limitadísima disponibilidad documental porque se hizo desaparecer la documentación comprometedora, por ejemplo, la del Gobierno Civil, porque se quemó en los años setenta, o la de la Delegación de Orden Público. Son órdenes que vinieron del primer Gobierno Suárez, en el año 77, en toda España. Pero además, toda la documentación de la Falange o de la FET y de la JONS, que surge de la fusión ordenada por Franco. Ese archivo, que en Pamplona estaba en la calle Pozoblanco, se hizo desaparecer, algo parecido con la documentación de la Junta Central Carlista de Guerra de Navarra, de la que se conservan diez cajas, pero absolutamente expurgada en sus elementos más comprometedores. La documentación directa no está, hay que ir por otros cauces e ir hilando casos e indicios. Otro elemento muy valioso es el enorme caudal de información que recopiló José María Jimeno Jurío en los años setenta, entrevistando a muchísima gente, información que ya está digitalizada y en parte publicada. Además de eso, hay otras fuentes, como por ejemplo los informes que recopiló José Miguel de Barandiaran desde San Juan de Luz en su exilio, y luego también libros absolutamente esenciales como el de Galo Vierge, Los culpables. En mi libro Sin piedad y en los otros dos, el de 2017, Muertes oscuras, y en este último de 2019, he atado todos los datos que te encuentras, también de la prensa de aquí. Así poco a poco rellenas un puzle, y al final van saliendo informaciones y conexiones.

Es inevitable hablar del diseño de la Transición y el pensamiento favorable al olvido que perdura en ciertos sectores.

-Yo antes de 2008 había investigado sobre otras cuestiones y de repente empecé a investigar sobre estas cosas a partir de documentación de José María Jimeno Jurío, ya entonces fallecido, que me dio su hijo Roldán. A mí no me anima en absoluto ningún espíritu de revancha ni de que los familiares lo pasen mal. Únicamente es un ánimo de investigación científica de tratar de ahondar en por qué se da en la retaguardia navarra una explosión de violencia de semejante calibre. Navarra, por el número de izquierdistas que había, es la provincia española en la que la limpieza política fue más intensa. Los tres mil y pico asesinados conllevan que uno de cada seis hombres izquierdistas fue asesinado. Aparte de eso, hubo miles de encarcelados y otras muchas formas represivas.

Uno de los motores de tal carnicería fue el fanatismo religioso.

-Un fanatismo político y religioso, un odio hacia la República que se inoculó desde el mismo 1931, y a todo lo que tuviera que ver con ella, por supuesto el ideario de los partidos de izquierda y de los nacionalistas. Era una visión absolutamente radicalizada. Un pathos ideológico que entendía que no había ninguna capacidad de transacción con el enemigo, ya no adversario. Cuando por ejemplo en el año 1934 Jaime Del Burgo y otros requetés van a entrenarse a Italia, no está gobernando en España la izquierda, sino que está gobernando el Partido Republicano Radical, que era de centroderecha, con el apoyo de la CEDA, derechista. Incluso en los dos años del llamado bienio negro, en los que el Gobierno de España no era de signo izquierdista, desde aquí se estuvo conspirando abiertamente contra la República.

En una tribuna de Arturo del Burgo en nuestro periódico, sorprende que subraye que su abuelo era un "muchacho" de 23 años en 1936.

-Desde el mismo año 31, con 5 años menos, Jaime del Burgo ya tenía un papel relevante en relación a los actos en contra de la República. En 1932 es investigado en el marco de la primera organización paramilitar de los requetés, llamada las decurias. Desde luego no era él único conspirador. No hay que olvidar que a la altura de la primavera del 36 era junto con Mario Ozcoidi el principal responsable del Requeté de Pamplona. En mis investigaciones he podido ver que detrás de la explosión de violencia en la retaguardia había gente muy joven y también gente mayor. La edad en estas cosas no significa nada. Que hubo gente joven que participó en actos de violencia es un hecho que sucedió aquí y sucede en todo el mundo.

Arturo del Burgo crítica a quienes ve "encerrados en una trinchera que los españoles abandonaron hace más de 80 años".

-Hace 45 años se dio carpetazo pero en falso. Hubo una ley de amnistía que eximía de ser investigadas todas aquellas cuestiones cometidas por funcionarios públicos. La realidad es que no solo no se investigaron esas responsabilidades, sino tampoco de gente absolutamente civil. Y no se trató historiográficamente el tema. Luego, durante los años ochenta y bastante avanzados los noventa, ese pacto político de silencio avalado desde los partidos mayoritarios, fue seguido también en una gran medida por la comunidad académica. En los últimos 25 años es verdad que se ha avanzado mucho, pero todavía siguen pendientes una serie de cosas como por ejemplo ir más allá de las víctimas y ahondar en la cuestión de los victimarios y de los perpetradores, que en otras latitudes es algo en lo que se ha avanzado sin ningún problema. E investigar sobre los encarcelamientos masivos, la gestión de la información recopilada con anterioridad para llevar a cabo aquella limpieza política, la violencia de género, el expolio económico y muchísimas otras cuestiones.

¿Le molesta que pueda esparcirse la duda de si es un buen historiador, o está tranquilo, sabiendo además los apoyos recibidos de colegas?

-Tengo una experiencia de unos 35 años de investigación, seis libros publicados, casi 150 artículos científicos publicados en revistas, tengo reconocimiento por parte de la Comisión Nacional Evaluadora de la Actividad Investigadora de cuatro secciones de investigación, y este año mismo he pedido la quinta. No tengo ninguna duda acerca de mi capacidad investigadora y tampoco sobre lo que he escrito, porque está absolutamente documentado. Todo lo que digo está avalado por testimonios de época, por la prensa o documentos de archivo. Yo lo que no entiendo es esa cerrazón por no reconocer lo obvio. El hecho indubitable es que este señor, Jaime del Burgo Torres, fue el jefe de requetés accidental durante unos 10 días en las últimas semanas de octubre del 36. Eso es un hecho que está publicado en la prensa. Ellos mismos lo pueden ver. Es algo que no se puede poner en cuestión.

En el manifiesto "contra la judicialización de la investigación histórica", con adhesiones de lugares muy diversos en su apoyo, dan algunas claves sobre la dificultad investigadora y el derecho al conocimiento.

-Mi caso no es excepcional, porque en las últimas décadas se han sucedido ejemplos similares. Ante investigadores que han sacado a relucir ciertos nombres y conductas, familiares han apelado al honor, cuando esas alusiones estaban por lo general absolutamente documentadas. Lo que late aquí en el fondo es que se quiere entorpecer, condicionar, delimitar la libertad de investigación de los historiadores. No se metan en estos jardines porque van a chocar con querellas. Una cuestión que tampoco tiene mucho sentido porque tanto el Tribunal Supremo como el Tribunal Constitucional, cuando se han sustanciado estas cuestiones, han sentado doctrina en favor de los investigadores. Cuando todo está documentado y las argumentaciones son cabales no hay ningún problema. Lo que es incuestionable es incuestionable. Hay mucha gente que puede sentir una especie de vértigo al pasado ante la posibilidad de que sus padres o sus abuelos pudieran estar involucrados en sucesos éticamente poco edificantes. Esa es una cuestión que late. Agentes plenamente integrados en la sociedad navarra tuvieron indudablemente muchísimo papel.

¿Cuál es el país que en su praxis sobre la memoria y sus hechos traumáticos y vergonzosos serviría de modelo, y donde las personas dedicadas a la Historia tengan esa facilidad de estudio?

-Yo sacaría a relucir el ejemplo alemán. En Alemania, aparte de la labor de los historiadores, hay una oficina central de esclarecimiento de los crímenes nazis, que lleva ya muchas décadas funcionando y todavía sigue llevando al banquillo a gente que tiene más de noventa o cien años. No solo no se agota la cosa en los máximos responsables, sino que también a todos los colaboradores de base.

¿Al banquillo con posibilidad de ingreso en prisión?

-Sí, sí.

Sin conocimiento histórico, la invocada reconciliación no dejaría de tener un componente hipócrita.

-Claro, si no analizas profundamente los episodios más oscuros y más turbulentos de nuestro pasado, difícilmente vas a poder proyectar una memoria auténticamente preventiva de los hipotéticos males que en un futuro a lo mejor se pueden dar. No hay que olvidar que aquí hemos tenido una violencia relativamente pretérita y otra muchísimo más reciente. No vale hablar de una y marginar la otra. Hay que hablar de las dos. Básicamente porque todavía hay gente que ha vivido aquella época y la más reciente. Todas esas explosiones de violencia han salpicado nuestra historia, han condicionado ampliamente todo el escenario político y el comportamiento social. En el caso de la violencia franquista, dio lugar a unas élites que disfrutaron de forma monopolística del poder durante cuarenta años y conformaron unas redes y unas estructuras que todavía hoy día permanecen, y no solo en el sentido económico y social, sino también en cuanto a formulaciones ideológicas. Por ejemplo, todo lo que tiene que ver con lo político institucional y la hegemonía cultural identitaria.

"A mí no me anima ningún espíritu de revancha ni de que los familiares lo pasen mal, únicamente es un ánimo de investigación científica"

"Navarra fue la provincia española en la que la limpieza política fue más intensa, uno de cada seis hombres izquierdistas fue asesinado"

"El odio hacia la República y a todo lo que tuviera que ver con ella se inoculó desde 1931 en una visión absolutamente radicalizada"