Las protestas multitudinarias que sacudieron Cuba el domingo tienen muchas probabilidades de repetirse si el Gobierno no ceja en su postura de criminalizar a los manifestantes y opta por un diálogo inclusivo que aborde la raíz del descontento, según expertos.

“Lo que ocurrió tiene muchas lecturas pero en principio es una protesta social, la más grande ocurrida desde 1959, que somete a discusión profunda las bases de lo que se entendió por el consenso cubano”, dijo el profesor e investigador cubano Julio César Guanche. A su juicio, “es previsible que vuelva a ocurrir” y “eso significa leer la causa no como explosión en sí misma sino como un continuo que con un detonante puede explotar, pero siempre respondiendo a un proceso que remite a sus causas y a sus motivos”.

“Hay una línea de tiempo que venía indicando que cosas como estas ocurrirían y no hay nada que indique que esto sea el capítulo final de este proceso, a no ser que se entienda como un punto de ruptura y se modifiquen muchas de las bases de la política en sí misma, también de la política económica, social, incluso del lenguaje político que el Estado cubano usa”, indicó el intelectual.

Guanche sostiene que ese lenguaje debe ser “mucho más centrado en la inclusión”, en no criminalizar a “sectores que únicamente pueden ser doblemente penalizados” y con alusiones “que casi siempre tienen contenidos de clase, también vinculados a la raza”.

A distinguir, en definitiva, “cualquier acto ilegítimo de violencia respecto a cualquier otro protestante pacífico y con demandas legítimas.”

Tampoco el historiador cubano Rafael Rojas, del Colegio de México, descarta “nuevos brotes de manifestación pública en contra del Gobierno” dado que la represión de la última semana contra los manifestantes “se sumará al cúmulo de agravios que sufren amplios sectores de la población de más bajos ingresos dentro de la isla”.

“Es difícil vislumbrar algún tipo de salida a este conflicto en el corto plazo. La polarización se intensificará porque miles de manifestantes pacíficos, de sectores humildes de la isla, fueron tratados como contrarrevolucionarios y delincuentes. En esa ciudadanía inconforme, que crece demográficamente, se afianzará el enojo”, aseveró Guanche.

Entender que fueron muchos los factores, no solo la mano dura estadounidense, o el descontento por la prolongada crisis y falta de libertades, es fundamental para leer y comprender lo sucedido en Cuba. También el papel crucial de internet, que hace menos de tres años que llegó a los teléfonos de los cubanos.

“Esto habría sido imposible sin una Cuba digitalmente conectada. Las redes sociales jugaron un papel facilitador fundamental al canalizar el descontento generalizado y permitir a la gente ver a otros expresar sin miedo frustraciones compartidas”, señaló Ted Henken, profesor de Sociología y Estudios Latinoamericanos en el Colegio Baruch de Nueva York.

El experto define internet como “una caja de Pandora que trajo constantes dolores de cabeza al régimen al permitir a los cubanos perder cada vez más el miedo colectivo e identificar su descontento con el de muchos otros conciudadanos”.

Guanche, mientras, cree que la lectura de lo ocurrido debe ser multidimensional, “con foco en la acumulación de problemas internos políticos, económicos y sociales que tiene Cuba. Es imprescindible entender que esto no es una estricta creación de un método de guerra no convencional, sino que también tiene raíces y fuentes en Cuba, que son actores cubanos y que tiene que ser solucionado con esquemas políticos que vayan a las raíces”. “Es una rabia que tiene motivos, que tiene racionalidad, y si no se entiende, no creo que pueda tener solución”, añadió.

Para Rojas, las protestas de Cuba tienen los ingredientes clásicos de un estallido social: “nuevos liderazgos dentro de la masa de manifestantes que tratan de mantener viva la protesta, un gobierno que, luego de reprimir, intenta dar satisfacción a las demandas, y una oposición que busca capitalizar el reclamo popular”.

“La diferencia con los demás estallidos latinoamericanos, con la excepción de Venezuela y Nicaragua, donde sucede algo parecido, es que las demandas populares de la isla contienen, además de respuestas eficaces a la crisis económica y sanitaria, libertad y democracia”, indicó.

“La respuesta del Gobierno fue equivocada desde el principio. Una respuesta que, en la historia reciente de América Latina y el Caribe, tiene antecedentes inmediatos no sólo en Venezuela y en Nicaragua, sino en la represión y la criminalización de las protestas que también hemos visto en Brasil, Chile y Colombia”, apuntó por su parte Rafael Rojas.

En el plano de internet, que el Gobierno “apagó” poco después del estallido de las protestas, Henken cree que la ausencia de conexión no habría frenado por sí sola las manifestaciones. Solo lo hizo “el despliegue masivo de fuerzas represivas”, aseguró.

Las redes sociales como medio de difusión. Lo que ocurría en cada rincón de Cuba pudo salir a la luz gracias a que la población está digitalizada desde hace menos de tres años. Con la llegada del internet, la población empezó a conocer el funcionamiento de las redes sociales.

La protesta social más grande desde 1959. Las manifestaciones son un punto de discusión acerca de las bases de la política cubana. Es muy probable que vuelvan a desatarse protestas.

El historiador cubano aseguró que las autoridades no están respondiendo de una manera asertiva, ya que incluso antes de las protestas hubieron apagones eléctricos en la isla. Además de la suspensión del internet.