"Todos los condenados sabían durante 11 años y medio el calvario al que nos estaban sometiendo", subraya Pili Zabala sobre el asesinato y desaparición de su hermano de Joxean Zabala, desaparecidos en octubre de 1983 e identificados en 1995.

Su ama vive.

-Sí, tiene 90 años, y una memoria fabulosa.

¿Cómo se resiste ante el hecho de saber lo que pasó?

-Mi madre tiene una inteligencia emocional tan sabia, que agradece a la vida el marido con el que convivió, al que cuidó de manera ejemplar, agradece los seis hijos que tuvo. Normalmente no suele hablar de los autores que cometieron semejante atrocidad a su hijo. Recuerda a Joxi, pero lo hace con cariño y con amor. Y nosotros intentamos mantener esa figura y ese carácter tan vital de mi hermano; obviamente cada uno tiene sus momentos.

Usted ha cogido el estandarte.

-Durante 28 años estuve sin hablar. Yo tenía 15 años cuando sucedió esto y a los hermanos pequeños nos apartaron de alguna forma del dolor y del sufrimiento. Obviamente, tú lo llevas contigo, pero fueron los mayores lo que se hicieron cargo de todos los trámites. Durante muchísimo tiempo estuve en un estado de shock o bloqueo, pero el recorrido que he ido haciendo ha sido a base de un autoconocimiento. A mí a me impulsa mantener esta conversación la memoria de mi hermano, y recordar que hay vulneraciones de derechos humanos gravísimas cometidas por personas, algunas juzgadas y condenadas, y por otras que han tenido responsabilidad pero a las que se les protege.

Usted asistió al juicio en el año 2000. Debió ser durísimo.

-Tenía 32 años. Eres consciente de que la maldad del poder es inconmensurable, y así lo reflejaron en los cuatro meses que duró el juicio muchas de las personas que pasaron por la Audiencia Nacional, que demostraron su escasísima calidad humana y hasta qué punto puede llegar la maldad del ser humano. Para mí ver eso es muy duro. Las personas no nacen con maldad, ¿cómo se crea ese odio, cómo se alimenta? En mi caso yo he sido consciente de que la Guardia Civil nos ha tenido un odio acérrimo. La Guardia Civil, la Policía Nacional y determinados políticos.

Nunca ha recibido una manifestación del Cuerpo transmitiendo su consideración por lo sucedido.

-No, sabiendo que semejante atrocidad y aberración no se puede llevar a cabo en ningún momento, en ningún lugar, en ningún país. Un jesuita amigo mío se preguntaba cómo es posible que mi hermano no sea reconocido como víctima del terrorismo si en cualquier país lo que le hicieron es un crimen de guerra. Es que es eso lo que se les hizo. Un crimen de guerra. En el Estado español hay mucho mal que se quiso transmitir que estaba bien. Fue muy escabroso, el juicio fue tremendo, no se lo deseo a nadie, atravesar por una experiencia tan dolorosa sabiendo que los malhechores estaban protegidos, ellos lo sabían, la prepotencia con la que los asesinos nos demostraban que sabían que iban a salir indemnes fue muy poderosa.

Años más tarde se hizo una película sobre el caso. ¿La vio?

-Sí, el productor y director se pusieron en contacto con la familia, los actores estuvieron en casa, conocieron a mi madre. Ella no ha visto la película. Y esa película está en el cuartel de Intxaurrondo, que es el lugar, creo yo, donde tiene que estar.

¿Envió un CD?

-No, estuve presente en el cuartel de Intxaurrondo y lo dejé ahí, para que lo vean, y para que sepan qué es lo que nunca hay que hacer. Personas de la Guardia Civil a título individual en privado sí han manifestado su rechazo, personas que han visto la película que han sentido muchísimo no sé si decir dolor, vergüenza, desesperación por pertenecer a un Cuerpo que ha sido capaz de cometer semejantes atrocidades. Y compasión, acompañamiento y respeto a la familia.

En todos estos años se habrán encontrado con gente de bien.

-Hablamos de una época en la que existía mucho mal. Yo he padecido y conocido el mal, pero hay muchas personas que también lo conocieron, en otras situaciones y contextos. Afortunadamente el ser humano se intenta rodear del bien y hay personas con una inteligencia emocional fuera de lo normal, con una calidad humana exquisita, que siempre te van a acompañar y te van a demostrar que están contigo, y que sienten esa compasión que ante toda atrocidad siente cualquier ser humano de bien, con un sentido común y un raciocinio acorde a unos estándares democráticos. Y lo más importante: es que lo que yo no quiero que me lo hagan a mí no se lo puedo hacer a nadie.

Y transmitirlo a las nuevas generaciones.

-Nos hemos preocupado muy mucho que nuestros hijos, de 17 y 15 años no tengan un ápice de odio, y si ya pertenecer a una familia que ya ha sufrido una tragedia humana de estas características ya marca, por lo menos que no sientan que nosotros tenemos odio. Y de hecho, hay una foto muy emblemática en casa. Estoy yo con un alto cargo de la Guardia Civil en un ascenso de esta persona. Ellos la ven, saben que la Guardia Civil es muy extensa, y yo insisto y me gusta insistir en que no todos son iguales.