- Es difícil ofrecer una foto totalmente nítida de lo que ha sido la tortura en Navarra. Precisamente, si un cometido tiene la recién creada red es cifrar, exactamente, el alcance de una tragedia que en muchos casos se mide con estimaciones.

Lo dijeron el sábado los portavoces: Navarra necesita saber, exactamente, cuántas personas fueron torturadas aquí desde 1978, por parte de quién, por qué y en qué contexto. A falta de que recojan todos los formularios que llevan dos meses recorriendo Navarra para tener toda la información posible, la Red calcula en alrededor de mil las personas que han sufrido malos tratos por parte de la policía. La extensión territorial es amplia: el millar de damnificados se reparte por, al menos, 80 pueblos navarros. Y si bien esto son estimaciones, hay datos bien certeros: los de los muertos por torturas. Son los casos de Mikel Zabalza en 1985 y el de Antonio Goñi Igoa en 1970. Este último es quizá menos conocido que el de Zabalza. Goñi Igoa, natural de Etxarri y mecánico de profesión, se suicidió después de haber sido torturado durante 18 días por las fuerzas de seguridad franquistas, que lo maltrataron en el cuartel de Donosti tras haberlo detenido en la parte vieja de la ciudad.

No son los únicos nombres propios. Otros son los de Mattin Sarasola e Igor Portu, condenados por los atentados de la T-4 de Barajas que denunciaron torturas y trato degradante por parte de la Guardia Civil, hechos que consideró acreditados el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, que en 2018 condenó al Estado.

Hay cuatro sentencias más contra el Estado por torturas y que involucran a navarros. Las cuatro por no investigar suficientemente las denuncias de Jon Patxi Arratibel, Ohian Ataun, Xabier Beortegi e Iñigo Gonzalez.

Y, por último, un informe del Comité para la Prevención de la Tortura (CPT) que en 2011 acreditó la veracidad del testimonio de tres navarros que denunciaron torturas.