Navarra Suma y EH Bildu han rechazado en el Parlamento el Plan de Convivencia del Gobierno de Navarra. Un documento que fija el marco general de actuación de la Administración Foral en el ámbito de la diversidad y de los derechos humanos dotado con 18 millones de presupuesto, pero que no ha logrado sumar una mayoría política. El plan está aprobado y publicado en el BON, por lo que las consecuencias efectivas de la votación no quedan claras. Pero no deja de ser una derrota del Gobierno foral.

Una derrota dolorosa además, que llega después de dos años de trabajo sectorial con más de 60 colectivos y asociaciones, que había dado como resultado un documento que afronta la convivencia de manera amplia y transversal. Más allá de la habitual disputa identitaria, el Gobierno había fijado su línea de trabajo en torno a la diversidad cultural, la diversidad sexual y de género, el pluralismo religioso y laico, o los fenómenos derivados de la inmigración. Y aunque podrá seguir la senda en la que ya está trabajando, y que más allá de las cuestiones habituales en torno a las víctimas del terrorismo ningún partido cuestiona, lo deberá hacer sin el aval del Parlamento, que le da la espalda tras la pinza que, por motivos opuestos, le han aplicado la derecha regionalista y la izquierda abertzale.

Pese a no ser imprescindible, el Departamento de Relaciones Ciudadanas que dirige Ana Ollo había presentado el plan para su debate en el Parlamento. Una decisión internamente cuestionada por el propio director de Paz y Convivencia, Martín Zabalza. El objetivo era dotar al plan de un consenso amplio con las aportaciones de los partidos, algo complicado en un tema de la sensibilidad de la convivencia, como durante el debate han advertido las portavoces de EH Bildu y del propio PSN, que veían el camino que había toma la discusión.

Ha habido intentos por reconducir la situación. “Ninguna de las propuestas de resolución cuestionan el fondo del plan”, ha subrayado el portavoz de Geroa Bai, Jabi Arakama, que acusa a Navarra Suma de utilizar el debate para plantear “una enmienda a la totalidad, no al plan, sino al Gobierno”. La trampa era evidente, pero nadie la ha sabido evitar.

Las enmiendas de la discordia

El cebo lo había puesto Navarra Suma, que tras desacreditar todo el proceso de elaboración del plan, en el que se había negado a participar, había presentado 11 propuestas de resolución. La gran mayoría vinculadas con la violencia de ETA y sus consecuencias políticas. Dos de ellas especialmente para sensibles para EH Bildu, que en su turno de intervención ha advertido que el plan no saldría adelante si se aprobaban.

La primera estaba relacionada con la “condena expresa” del terrorismo de ETA. Navarra Suma reclamaba no solo la condena, también un veto a cualquier acuerdo futuro con los partidos que no condenan el terrorismo. En su lugar, los socialistas han presentado al inicio de la sesión una redacción alternativa, en la que se recogía la “necesidad de condenar cualquier tipo de terrorismo, y específicamente el de ETA, por parte de todas las fuerzas políticas”.

El texto era una enmienda de sustitución que Navarra Suma ha rechazado porque le parecía insuficiente -en este tema para la derecha casi todo es insuficiente-, pero los socialistas han decidido mantener como texto de adición para que el plan recogiera una condena expresa de ETA, que hasta entonces carecía. “Lo han incorporado por nosotros”, ha celebrado el parlamentario de UPN, Iñaki Iriarte. Todos los grupos menos EH Bildu votaron a favor de la propuesta del PSN.

Había una segunda enmienda que la izquierda abertzale había convertido en línea roja. La derecha planteaba una propuesta en la que se recogía un homenaje a los Cuerpos y de Seguridad del Estado, un rechazo a las campañas de Alde Hemendik y una petición al Gobierno para que persiguiera judicialmente este tipo de actuaciones. “Esto es un Caso Altsasu dos”, ha criticado Bakartxo Ruiz.

Los socialistas han planteado una resolución que calcaba la de la derecha, pero sin la mención al Gobierno foral. Navarra Suma la ha rechazado, así que se ha acabado votando la redacción inicial, aprobada con la abstención del PSN y el voto en contra del resto de partidos. “Han cedido al chantaje”, se ha quejado Ruiz. De nada ha servido que se aprobaran seis de las propuestas de EH Bildu. Ni que su portavoz admitiera que el documento contenía avances positivos. La formación soberanista ha acabado cumpliendo la amenaza y ha votado en contra del plan.

Antes hubo un último esfuerzo para evitar el naufragio. A la vista del consenso generalizado, el PSN ha tanteado la posibilidad votar exclusivamente el plan, aparcando las propuestas de resolución, para facilitar que fuera aprobado. No lo ha aceptado Navarra Suma, que pese a lograr la “condición irrenunciable” que había fijado para apoyar el plan -la condena expresa de ETA-, ha mantenido su voto en contra para regocijo de sus parlamentarios presentes en la comisión. No era para menos. Tras una legislatura en el limbo de la oposición, la derecha ha logrado romper la mayoría de Gobierno. El comodín de ETA puede estar manido, pero sigue siendo extremadamente eficaz.