- Marine Le Pen aseguró ayer que no quiere sacar a Francia ni de la zona euro ni de la Unión Europea (UE), pero insiste en que su funcionamiento actual es “antidemocrático” y si gana las elecciones presidenciales en Francia lo que quiere es que cada país pueda decidir sus reglas, sin que se le impongan desde Bruselas.

La candidata del Frente Nacional criticó a Macron por su trato a los medios de comunicación, su “desinterés” en debatir con el resto de candidatos a esta elección, una “falta de incitación al voto” así como la sensación de “inutilidad electoral por la alternancia de los partidos de izquierda y derecha” en el gobierno durante las últimas décadas.

El programa de reforma de los procesos democráticos que Le Pen presentó ayer en Vernon se basa en la multiplicación de los referendos por iniciativa popular para acabar con la “fractura democrática”. Estas consultas “constituyen una herramienta útil de pacificación del debate político y contribuyen al desarrollo de la cultura democrática”, lo que permitirá “consultar al único experto que Macron no ha consultado: el pueblo”, añadió la ultraderechista.

Le Pen quiere introducir cambios constitucionales para introducir la proporcionalidad en las elecciones legislativas y otros escrutinios locales que hasta ahora se deciden por mayoría con dos vueltas, pero también cuestiones sobre la Unión Europea, donde Le Pen ha cambiado su postura desde 2017.

Ya no aboga por la salida del euro y asegura que no desea abandonar la Unión Europea, pero un referéndum de iniciativa popular podría permitir la consulta de un posible frexit. “Si mañana Francia quiere salir de un cierto número de tratados que no están inscritos en la Constitución, podrá organizar un referéndum de iniciativa popular”, dijo.

“Una gran mayoría de los franceses no quiere una UE como existe ahora”, subrayó la líder de la ultraderecha francesa. Le reprochó a la UE un funcionamiento “antidemocrático” y “mediante el chantaje” de los países miembros, y dijo que si llega al Elíseo su voluntad es “desviarla de una política muy ideológica para que respete a los pueblos europeos”.

Tras criticar a Macron por vilipendiar a la prensa, Le Pen fue cuestionada sobre varios periodistas que han sido continuamente vetados en sus conferencias. La ultraderechista se justificó con el principio de autoridad, que pareció imponerse en este caso: “Estoy en mi casa, decido yo”.

Mientras, los dos candidatos a la presidencia francesa, Emmanuel Macron y Marine Le Pen, se lanzaron ayer a la caza de los siete millones de electores que votaron el domingo por el izquierdista Jean-Luc Mélenchon, cuya movilización puede cambiar el resultado de la elección del día 24.

Después de viajar a la cuenca minera del norte, principal bastión de Le Pen, Macron viajó ayer a Alsacia, donde Mélenchon quedó en cabeza. Criticado por su corta campaña y su tardío salto a la arena electoral, los “melenchonistas” no piensan regalarle la elección a Macron y de momento rechazaron el llamado “frente republicano” contra el antiguo Frente Nacional: “Que Macron venga a buscarnos”, dicen los líderes de la Francia Insumisa.

Voto de la izquierda. Mélenchon, con el 22% de votos, llamó a no dar “ni un solo voto” a la candidata de la extrema derecha, sin pedir directamente el apoyo al presidente liberal. Pero los macronistas saben que una abstención masiva entre los electores de Mélenchon podría traducirse en una poco probable pero no imposible derrota. Macron teme que Le Pen recupere el voto del enfado y la cólera, tras un quinquenio plagado de movilización social.

“Tiene experiencia”. El expresidente francés Nicolas Sarkozy rompió ayer el silencio que ha mantenido durante la campaña electoral francesa y pidió a los electores “de la derecha republicana” el voto para Macron. “Votaré por Macron porque creo que tiene la experiencia necesaria ante una grave crisis internacional, más compleja que nunca, porque su proyecto económico pone el valor del trabajo en el centro de todas sus prioridades, porque su compromiso europeo es claro y sin ambigüedad”, escribió el antiguo jefe de Estado. No fue el único dirigente en dar su apoyo explícito al actual presidente ya que Lionel Jospin, quien fue primer ministro con Hollande, confirmó su apoyo a Macron.