Ignacio Cabeza (Zaragoza, 1957) confiesa que la propuesta de presidir Comptos le generó mariposas en el estómago. Vuelve al que durante 31 años fue su lugar de trabajo para asumir un mandato de seis años que se inicia en un contexto de crisis solapada entre la pandemia y la guerra de Ucrania. Doble rotura económica, con consecuencias en las administraciones públicas navarras y por ende, también en el control que va a ejercer la institución. Las primeras “van a tener que cambiar la forma de gestionar”, con unos fondos europeos desembolsados “en función del cumplimiento de los objetivos”. Buscar además una “eficacia social” que conlleva que la política de control de Comptos vaya “adaptándose a esa “nueva gestión pública”. Cabeza quiere una Cámara “con más energía” tras un relevo generacional en la plantilla más complicado de lo previsto, después de la jubilación de personal de mucho peso con larga experiencia y “mucho reconocimiento”. Vocación y compromiso con su tarea no van a faltar, se desprende al poco de escucharle. “La democracia necesita instituciones de control potentes”, defiende.

Lo suyo es un viaje de vuelta a la Cámara de Comptos. ¿Qué le ha hecho decir sí?

-Soy del montepío de funcionarios, con lo cual tenía la posibilidad de prejubilarme. Lo hice con 61 años, pero fue una prejubilación activa. Después de trabajar en la Cámara, estuve en el consejo asesor de la fundación FIASEP, dedicada a formación en auditoría pública, y me ofrecieron ser presidente. La formación siempre me ha gustado. Fui profesor de la Universidad Pública de Navarra y de la Universidad de Zaragoza. Estaba ahí perfectamente, hasta que me llamaron ofreciéndome ser presidente de la Cámara de Comptos. No esperaba esto ya.

La carga y la responsabilidad no es la misma.

-No tiene nada que ver una fundación pequeña, que pasar a una institución tan cerca de mi corazón como es la Cámara de Comptos, y con un reto tan ilusionante. Me dejaron un par de días para decidir. Lo hablé con la familia, y aquí estoy.

Con 65 años, habrá valorado consideraciones de índole personal.

-Sí, pero me veo con fuerzas, con ganas e ilusión. He aceptado porque estoy bien físicamente. Si hubiera tenido algún problema, posiblemente la decisión no hubiera sido esta.

Entiendo que conocer tan bien la casa, hace todavía más bonito el reto.

-Sí, con 31 años aquí la conozco perfectamente. También eso tiene igual algún inconveniente (se ríe). A veces entrar en lo nuevo es más fácil.

Pero es mucha ventaja conocer la casa y lo que hace, además de más o menos a la mitad de la plantilla.

Entra en la presidencia en un contexto globalmente endiablado.

-Por desgracia no estamos en una situación de tranquilidad económica ni social. Estamos en una situación compleja y complicada.

Y eso puede marcar el devenir de su mandato.

-Por lo menos hasta que la guerra de Ucrania se termine y la pandemia también. La situación del virus estaba relativamente bien, pero nos ha venido ahora esto y ha complicado todo mucho y va a complicar las cosas. Pero eso también es un acicate, superar un escenario complicado dentro de las funciones que tiene la institución.

Los fondos europeos cambian la forma de auditar. No solo se trata ya solo de que cuadren las cuentas, sino de que se cumplan los objetivos marcados.

-Ese es el nuevo fin de la gestión pública y del control. Verificar no solo aspectos de legalidad o contabilidad, sino también dichos objetivos.

Las instituciones deberán asumirlo y practicarlo. Lo previsible que esto traiga problemas.

-Y tensiones. Nos lo impone Europa, ahora por los fondos europeos, pero eso se va a extender a toda la actividad pública. Por lo tanto el gasto también se va a tener que situar en estos nuevos parámetros de gestión pública. Es un cambio para mí muy radical e importante. Posiblemente, el gran cambio desde hace muchos años en la gestión pública, junto a la digitalización en marcha.

Estamos con una inflación disparada. Eso va a condicionar lo macro.

-Y lo micro. Va a condicionar lo macro, porque si seguimos con niveles de inflación de prácticamente dos dígitos el tema es preocupante. Y lo micro, porque los trabajadores y pensionistas, los ciudadanos en general, lo van a notar y lo están notando ya en la compra diaria, al margen del tema de la electricidad y del gas.

¿En un contexto así, se pone más atención en que el dinero público se gestione correctamente?

-En época de crisis hay que tener mucho cuidado con la gestión pública. Los recursos son limitados, tenemos los que tenemos. Las necesidades van a ser más, porque habrá, ya lo estamos viendo, planes de choque para las capas más desfavorecidas o los sectores económicos más desfavorecidos. Por lo tanto, va a haber un problema de financiación, porque el endeudamiento lo tenemos relativamente alto. A pesar de que en Navarra este año hemos hecho una amortización anticipada de casi 400 millones, tenemos unos niveles de endeudamiento, en el conjunto de las administraciones, bastante elevado. Y ahora están suspendidas las reglas de estabilidad presupuestaria, hasta 2023. Pero ¿qué va a pasar después? ¿Van a volvernos a poner un déficit muy concreto, un nivel de endeudamiento y un incremento del gasto limitado? No lo sabemos. Parece que España junto a Holanda están intentando crear unas nuevas reglas que no sean tan rígidas como las que hasta ahora hemos tenido. Pero eso está aún en discusión en la Unión Europea.

Su predecesora, Asun Olaechea, advirtió de que en épocas de bonanza las instituciones tienden a relajarse. Usted, al que le ha tocado de todo, ¿Corrobora esa tendencia?

-Hombre, si hay dinero y recursos, y una cierta paz social, es más alegre el gasto. En época de crisis ya vimos en la anterior, la de 2008, lo que pasó. Fuertes restricciones en el gasto público. En esta, muy rápida, que no se la esperaba nadie, hay que tener mucho cuidado con la relajación de los controles por las prisas. Estamos viéndolo por ahí, cuidado con los fraudes y con la corrupción, porque los controles había que relajarlos para comprar productos estratégicos de necesidad. En épocas de crisis el control, tanto el interno como el externo, tiene que ser riguroso, pero a la vez flexible para permitir esas adquisiciones.

En su despedida, Olaechea habló de falta de recursos humanos en la Cámara de Comptos, y detalló el acusado descenso de auditorías. Entiendo que estará entre las prioridades volver a cifras previas.

-A Asun le ha tocado en su mandato la jubilación de mucha gente y la incorporación de nueva, con un proceso de asimilación de los nuevos. Eso lleva su tiempo. Ahora tenemos que hacer un estudio sensato de la plantilla, ver si necesitamos ampliarla o no. También vamos a acudir al sector privado cuando veamos que es necesario que hagan el trabajo de campo. Hasta hace seis años el trabajo de campo de todos los ayuntamientos menos Pamplona mayores de 9.000 habitantes se contrataban externamente. Creo que esa puede ser también una figura para no cargar excesivamente el coste de personal de la institución. Tenemos una oposición de auditores abierta, son dos plazas, han hecho el primer ejercicio, les quedan tres. Vamos a esperar cómo termina. Ahora contamos con tres auditores a los que se sumarían uno o dos nuevos, con lo cual los auditores estarían cubiertos.

Entonces, ¿qué faltaría?

-Creo que habría que reforzar puestos de técnicos. Tendríamos que hacer otra vez un proceso de oposiciones que son largos. Tenemos un problema con las oposiciones, porque como vamos sacando pocas plazas y con un temario muy específico de la Cámara, hay mucha gente que no se las prepara, porque prefiere ir a Hacienda, pues sabe que todos los años hay plazas, y donde la oposición sirve para hacer otra, mientras que las de aquí solo tienen una serie de temas comunes, y a lo mejor pasan tres años sin sacar plazas. Claro, así la cantera de opositores es poca.

¿Qué otra cuestión quiere reforzar?

-Otro de los temas es el informático, tanto de gestión interna como sobre todo de procedimientos de auditoría informatizados. Ahora las grandes firmas y los grandes tribunales empiezan a trabajar con big data, por ejemplo. Potenciar esa labor.

Volviendo a los recursos humanos. ¿Qué se ha hecho mal? ¿Se debe hacer autocrítica? Porque el calendario de jubilaciones de una plantilla se conoce de antemano. ¿Ha faltado planificación?

-No lo creo. Le pongo un ejemplo: estas plazas de auditores es la tercera vez que se convocan, y las dos anteriores se quedaron desiertas. Una oposición aquí es un año, como mínimo. En este caso, han pasado tres sin poder absorber nuevos candidatos. Esperamos que esta tercera convocatoria se pueda cubrir por lo menos.

Me imagino que habrá sido una satisfacción que su candidatura no recibiera votos en contra.

-Por supuesto. Me hubiera gustado lógicamente la unanimidad, pero eso no dependía de mí. Y fue una satisfacción que no hubiera ningún voto en contra, ni abstenciones, que fueran en blanco.

Entre las responsabilidades de su cargo está la de pasar por el Parlamento de vez en cuando y tener capacidades políticas y de interlocución. ¿Eso asusta?

-Da respeto. Experiencia en el Parlamento tengo, porque hemos ido muchas veces a presentar los informes y a menudo ha habido discusiones con los parlamentarios, pero iba entonces como auditor. La responsabilidad la tiene la presidencia. Pero espero hacerlo medianamente bien.

Recordará los intentos de utilizar a la Cámara de Comptos en beneficio de una determinada estrategia.

-Ahí lo único que podemos es intentar razonar, que las peticiones sean racionales y que sirvan para algo, no para la batalla política en sí.

Asume un mandato de seis años. Legislatura y media en política.

-Ese es uno de los aciertos de la ley de la Cámara, que los seis años nunca harán coincidir con combinaciones de Gobierno a la vez. Con todos los presidentes han tocado elecciones por medio y se ha llevado con normalidad. Es práctica y táctica de la Cámara que en épocas electorales no sacamos informes. Lógicamente habrá que convivir con los gobiernos que el ciudadano elija.

Un mensaje final. ¿Cuál va a ser su leitmotiv?

-Mi objetivo es mantener y si es posible potenciar la labor de control buscando no solo la legalidad y que las cuentas estén bien, sino también la eficacia social de las medidas que van a tener que adoptar las administraciones. Adaptarnos a ese cambio de gestión pública.