Último tramo de entrevista con el periodista Esteban Hernández, para hablar de un asunto sobre el que ha escrito en El Confidencial y en su último ensayo, titulado Así empieza todo, la guerra oculta del siglo XXI, publicado en 2020.

SABER MÁS Esteban Hernández: "Hemos pasado de ver el futuro como un tiempo de avances y mejoras a lo contrario"

Le preguntamos por el rol que desempeña China en la actualidad, y dados los cambios acaecidos en la globalización, tratamos de que vaticine cuál será el panorama dentro de un lustro.

Usted ha puesto el foco en el papel del gigante chino. ¿Eludimos el calado del surgimiento de esta potencia?

-Lo primero es tomar conciencia de que China ha actuado de una manera muy inteligente y estratégica. Ha sabido desarrollarse siendo un país que estaba en el ranking en puestos bajísimos en el orden económico y en cuanto a poder, pero más allá de esa inteligencia que ha tenido, China es un producto de Occidente.

¿En qué sentido?

-Le hemos dado todo. Los recursos, la propiedad intelectual, el capital, todo para que creciera. De repente desplazas ahí las fábricas, conviertes aquello en la fábrica del mundo porque es barato, y en ese instante China, en lugar de pensar en hacerse rica, sus dirigentes pensaron en construir un imperio y han estado trabajando estratégicamente con todo aquello que nosotros les hemos dado. Cuando esto se puso de manifiesto se decía que China era un gigante con los pies de barro porque podía tener tensiones internas por ser una población muy grande con diferencias importantes ... Y así sucesivamente se iban poniendo excusas para no actuar, hasta que ya llegó un momento en que China se convirtió en una gran potencia. Pero todos esos lazos con China siguen estando presentes. Ya no solamente por la deuda estadounidense que compró China, sino porque la producción sigue estando en la propia China. No ha habido un desacople de aquel entorno, porque está haciendo la competencia también en el plano tecnológico, militarmente se están desarrollando, etcétera. Ese desanclaje que sería razonable en un contexto de Guerra Fría no se está produciendo, porque si se hiciera Wall Street lo iba a pasar muy mal. Con eso hay que lidiar . Hay que elegir si las prioridades tienen que ver con los intereses nacionales de Estados Unidos y los intereses colectivos de Europa, o las prioridades están situadas del lado de los intereses de las empresas, que a veces coinciden y muchas ocasiones no. China en ese sentido ha sido muy clara. La economía crece, las empresas pueden ser enormes, pero están supeditadas a los intereses nacionales. En Europea y Estados Unidos ha sido al revés. Estaban los intereses de las firmas primero, y los intereses nacionales y europeos después. Esa ha sido la gran diferencia entre China y Estados Unidos y Europa en los últimos años. A ese diagnóstico le añado un matiz.

Cuénteme.

-Es paradójico porque todo esto que los chinos han hecho de planificar, mirar hacia el futuro, con cierta participación del Estado en la economía, más allá de ser regímenes distintos, es lo mismo que hizo Europa a partir de los años cuarenta, que nos permitió tener un crecimiento grande. De alguna manera aquella fórmula se la han quedado ellos, y les ha ido bien a ellos ahora.

Los analistas no tienen una bola de cristal, pero tratando de salirnos de este presente continuo, ¿cuál cree que puede ser el escenario a cinco años vista?

-El escenario dentro de cinco años será el que construyamos. El futuro no está escrito, y por tanto está en nuestras manos que sea de una manera u otra. Eso conviene resaltarlo para no caer en una visión de la historia un poco determinista. Dicho esto: España, Europa, Estados Unidos tienen una oportunidad enorme ahora mismo para dar un giro, reconvertir una mala dirección en una buena, y que estemos dentro de un lustro en una situación mucho mejor. Las fórmulas económicas con las que se funcionó hasta la crisis de 2008, y que luego se han prolongado con ajustes desde entonces hasta ahora, han generado un deterioro y un declive de las condiciones de vida de los europeos y de los estadounidenses, y una debilidad estratégica grande para Estados Unidos y para Europa. Luego lo natural sería dar el giro, reconvertir eso, y tomar las decisiones adecuadas, de manera que tengamos una clase media más estable, una clase trabajadora en unas condiciones de existencia dignas, unas economías interiores fuertes y una solidez estratégica como países y como Europa mucho mayores. Y tenemos los medios para realizarlo. Lo que hace falta es tomar conciencia del momento y que exista de verdad decisión política y económica para llevarlo a efecto. Si eso ocurre nos irá muy bien. Si no, todo será un poco como la época final de la república romana.

SU FRASE

"Hay que elegir si las prioridades tienen que ver con los intereses nacionales o están situadas del lado de las empresas”