Mesa redonda en Pamplona sobre el devenir de la carrera judicial. La primera de un ciclo impulsado por el departamento de Políticas Migratorias y Justicia del Gobierno de Navarra, sobre Justicia, Derechos Humanos y democracia. Un foro que se celebrará en tres tandas a lo largo de este año y el inicio del siguiente. Como primeros ponentes el juez de la Audiencia Nacional Juan Carlos Campo, exministro de Justicia de Pedro Sánchez, y la magistrada y miembro de Jueces para la Democracia, Amaya Olivas, moderados por el periodista Ignacio Escolar.

El exministro, que ocupó la cartera entre enero de 2020 y julio de 2021, habló de un fenómeno simultáneo de “devaluación de la política y de inflación del ámbito judicial” no exclusivo del Estado español. “El poder judicial termina decidiéndolo todo”, observó, lo que provoca la judicialización de la política y la politización de la justicia. Moreno sin embargo sorteó en el turno de preguntas la cuestión de Pegasus, a pesar de que su nombre se incluye entre los altos cargos afectados. Tampoco quiso entrar a valorar el pago de costas impuesto por la Audiencia Nacional a la madre de Joxi Zabala tras recurrir para el reconocimiento de la condición de víctima del terrorismo de su hijo.

Una de las partes más sustanciosas del acto giró sobre el difícil acceso a la carrera judicial y el sesgo social que genera. La magistrada Amaya Olivas fue muy crítica. “Únicamente si tienes una familia con unos ingresos bastante elevados, puedes permitirte acceder a un sistema que hay que decir claramente que es privado, no público”. También fue crítica con el diseño de la oposición, que no ayuda a su juicio a “comprender que eres un servicio público”, y “completamente alejada de la realidad social”. Para esta magistrada, “existen muchos jueces que no son un contrapoder, sino un contramodelo”, y explicó que “en la escuela judicial la mayoría de la gente entiende que por haber sacado esa oposición ya es dios y se sitúa por encima de la ciudadanía. No comprenden que tienen que servir a dicha ciudadanía, sino que se elevan en una posición superior, y hay muchísima endogamia y mucha mediocridad ”. Una situación de “corporativismo terrible “ que cree que hay que denunciar. Olivas abogó por conocer la realidad social, “acudiendo a los centros de internamiento, a las cárceles, a los centros de menores, porque sin esa capacidad de comprender y de tener una sensibilidad poderosa”, Olivas cree que “estamos abocados a “una justicia muy deficiente”. La ponente destacó que el Ministerio de Justicia haya puesto en marcha un sistema de becas propuesto por Jueces para la Democracia, asociación que facilita “un modelo de preparación gratuita”, pero consideró que esto “no es suficiente”, sino hacer que “el sistema se haga público, porque si no mucha gente se va a quedar fuera, que quizás podría tener una sensibilidad fuerte y comprometida con la ciudadanía”.

Campo no tenía tan claro el diagnóstico crítico de Olivas, aunque sí se mostró favorable a una evolución del modelo, y mostró su desacuerdo con el empleo de un “lenguaje incomprensible para el receptor, que “no puede generar adhesión ni al juez ni al sistema”.

“La mayoría entiende que por haber sacado la oposición ya es dios”

Magistrada en el Juzgado Social de Madrid, miembro de Jueces para la Democracia

“Un lenguaje incomprensible no puede generar adhesión”

Juez, exministro de Justicia, vocal emérito del Consejo General del Poder Judicial