vitoria - En la tercera jornada del juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Álava contra el acusado de asesinar y descuartizar a una mujer a mediados de junio de 2016, declararon los dos hijos de la víctima. Uno de ellos, cuando accedió al estrado, aseguró que lo que el autor confeso de este crimen le ha arrebatado “vale más que el dinero”, por mucho que tenga derecho a una indemnización, y agregó que “si le meten 30 años” como “a los terroristas, igual” se quedará satisfecho.

Un tribunal con jurado juzga desde el pasado martes en el Palacio de Justicia de la capital alavesa a este hombre, que tiene diagnosticado un trastorno de personalidad y dependencia al alcohol y el cannabis. En la primera sesión del juicio tras la formación del jurado, relató con detalle cómo mató a mazazos a la mujer, Margarita, con la que tenía una relación de amistad. El motivo de la discusión que dio lugar al asesinato fue una discusión por un microondas durante la cual le “sacó de quicio”. Dos días después de cometer el crimen, decidió intentar esquivar la cárcel deshaciéndose del cuerpo, por lo que descuartizó el cadáver y arrojó los restos al río Zadorra.

A lo largo de la sesión de ayer declararon los dos hijos de la víctima, quienes reconocieron que llevaban años sin vivir con su madre por su elevado consumo de alcohol. “No me ha cuidado mucho, estuve en un piso de acogida”, relató uno de ellos, que en la actualidad tiene 31 años. A preguntas de las partes, explicó que su madre tenía problemas con la bebida desde que él tenía “13 años o un poco antes”.

Explicó, además, que veía a su madre de vez en cuando porque ambos coincidían en el Casco Viejo de Vitoria, y también declaró que “conocía de vista” al acusado. Contó que el acusado y su madre se movían en un entorno de gente que bebía y pedía dinero, e indicó que la última vez que estuvo con ella fue medio año antes del suceso, cuando él trabajaba en un hotel y le fue a pedir una habitación.

“Era delgada, alta, guapa” y había trabajado de cocinera en colegios públicos, describió ante los integrantes del jurado, antes de señalar que también solía ver al acusado rondando por el Casco Viejo, “borracho casi siempre y pidiendo porros y tabaco a la gente”, incluyéndole a él mismo.

Al término de su declaración, el presidente del tribunal responsable del proceso, el magistrado Jaime Tapia, le informó de que el Estado contempla una serie de indemnizaciones para las víctimas de este tipo de delitos en el caso de que el condenado se declare insolvente, como sucede con las víctimas del terrorismo. “A mí de qué me vale el dinero. Lo que él me ha quitado vale más que el dinero”, zanjó.

“Hacía 15 o 18 años que no tenía relación con ella”. “Tenía problemas con el alcohol desde hacía mucho tiempo, desde que yo tenía 10 años”, manifestó el segundo de los hijos de la víctima, que en la actualidad tiene 35 años.

Reconoció que la relación con ella era nula y que no sabía con quién vivía, ni dónde. Precisó que la última vez que la vio fue una noche que se la encontró en un bar. Añadió que no conocía al autor del crimen, para quien la Fiscalía pide 20 años de cárcel por un delito de asesinato con alevosía, mientras que su defensa reclama cinco años de internamiento en un centro psiquiátrico y califica los hechos de homicidio.

En la vista también declararon dos vecinos del acusado, residente en el momento del crimen en la calle Nueva Dentro. Ambos coincidieron en indicar que a lo largo de aquellos días notaron un “olor extraño”, “fuerte”, en el edificio. Según explicó el acusado en su declaración, tras matar a golpes a Margarita la descuartizó en una habitación de su casa y fue llevando sus restos a pie, en días sucesivos, hasta el cauce del Zadorra, para lo cual empleó una maleta y varias bolsas.

“Olía como cuando te has dejado un par de días la basura sin bajar”, indicó uno de ellos, mientras que el otro, que vivía en el piso superior, ha reconocido que percibió un olor como a productos de limpieza, a “lejía”, y que observó diversas manchas de sangre en los primeros escalones del portal.

“Le conocía de vista, de verle en el bar”. “Días antes de su detención me pidió una sierra porque tenía unos tablones que quería quitar de su casa porque le estorbaban”, indicó otro testigo recordando las palabras del acusado. El juicio continuará el lunes con la declaración de los peritos y no concluirá hasta el próximo miércoles. A lo largo de la semana que viene también ofrecerán su testimonio los responsables de la Ertzaintza que formaron parte del dispositivo que condujo a su detención.

Durante esta primera semana de juicio han prestado declaración el acusado, quien reconoció desde el primer momento la autoría de los hechos, su pareja sentimental y varios de sus amigos y conocidos. Mientras que el ministerio público sostiene que se trata de un caso de asesinato con alevosía, la defensa trata de que se le apliquen varios atenuantes por su adicción al alcohol y las drogas, su trastorno diagnosticado de personalidad y por el intento de suicidio que protagonizó en la cárcel al intentar cortarse el cuello con una rotaflex. Según su abogada, lo hizo por no poder pedir perdón personalmente a su víctima. - Efe / Foto: J. Muñoz