PAmplona - El suicidio de una mujer, trabajadora de la empresa Iveco, tras difundirse entre sus compañeros y compañeras de trabajo un vídeo suyo de carácter sexual grabado hace años y ser víctima de humillación y acoso ha vuelto a poner en primer plano otra forma más de acoso y violencia contra las mujeres, la que se ejerce a través de la difusión masiva de vídeos o imágenes íntimas con el único fin de destrozar la vida de quien las protagoniza. Rut Itúrbide, doctora en Ciencias Humanas y Sociales; licenciada en Derecho, diplomada en Trabajo social, profesora de la Universidad Pública de Navarra y técnica del Centro de Documentación-Biblioteca de Mujeres de IPES trata de analizar algunas de la claves tras este triste suceso.

No es el primer caso pero sí el más extremo en el sentido de que ha llegado a tener como consecuencia un suicidio, pero el acoso de parejas o exparejas a través del móvil o las redes sociales, está a la orden del día sobre todo entre los jóvenes...

-Este es un caso que no hace sino visibilizar las diferentes modalidades que existen en relación a la violencia contra las mujeres; los contextos son otros (digitales como en este ejemplo) y los formatos también, y en este sentido tiene que ver con la reformulación o con la generación de nuevas formas de violencia contra las mujeres, con consecuencias como vemos pésimas.

Aquí hay tres roles: la víctima que acaba suicidándose, la persona que utiliza ese material para chantajear o vengarse y también el resto de personas, sobre todo hombres, que reenvían el vídeo e incluso lo ven normal...

-Es interesante, en este sentido, cómo por ejemplo Elena Simón o Luis Bonino trabajan con los mitos asociados a la violencia de género y consideran que hay que trabajar en la línea de visibilizar qué dicha violencia no sólo es estructural, sino que también es una violencia “con contexto”. Es decir, existe una estructura social que permite, facilita e incluso en ocasiones fomenta que dicha violencia tenga lugar. Siendo por ello, por lo que hay que revisar a nivel individual y colectivo: que “tengo yo de eso”. Es decir, los hombres tendrían que reflexionar sobre cómo participan en el sostén de las desigualdades entre hombres y mujeres en las que la violencia contra éstas últimas es su máxima expresión -enviando por ejemplo este tipo de vídeos y continuando la cadena-; y las mujeres deberíamos reflexionar sobre que no son “las otras” las que vivencian situaciones de violencia solamente, sino que dicha violencia afecta a una amplia mayoría de mujeres en diferentes intensidades, y lejos de lo que se podría pensar, no es algo ni raro, ni aislado.

¿Cree que los papeles y las consecuencias hubieran sido las mismas si el protagonista del vídeo hubiera sido un hombre?

-Las consecuencias si el vídeo hubiese sido de un hombre, evidentemente serían otras. Algo que está muy relacionado con el hecho de que nuestras sociedades “supuestamente modernas” se construyen principalmente en relación a lo que denominamos la ambivalencia, es decir dinámicas de “compensación-recuperación”. Me explico, en nuestras sociedades existe un modelo hegemónico de sexualidad masculino que supuestamente se promueve en mujeres y hombres (todas las personas somos iguales=compensación), pero que en el momento en el que las mujeres se comportan de la misma forma que sus homónimos varones respecto a su sexualidad (toma de iniciativa, disfrute del propio cuerpo, solicitud de relaciones sexuales y prácticas placenteras, etc.) son consideradas, como putas. Insulto que sigue siendo “el favorito” en la réplica del sistema de género socialmente existente (recuperación de status quo).

En este caso también se cruzan dos temas pendientes en nuestra sociedad, el de la educación sexual (casualmente en los diferentes casos de Manadas también hay vídeos de por medio...) y el de la formación en el uso de una tecnología que también en este caso es un arma casi de destrucción masiva...

-La educación sexual es clave no sólo en este tipo de casos sino también en general, tanto respecto a la población más joven, como al conjunto de la sociedad. Cómo nos relacionamos con nuestro propio cuerpo, con el disfrute del mismo, las prácticas sexuales que llevamos a cabo, y el entendimiento de la sexualidad como expresión de la riqueza y la complejidad del ser humano son básicas. La ética, respecto al uso de las nuevas tecnologías asociadas a estos casos también. Es necesario no sólo regular en este sentido, sino también educar en él: en los límites, en los acuerdos, en el concepto de intimidad, en el respeto, en la empatía, en entender que hay cosas que en un determinado momento se comparten y que no pueden ser utilizadas posteriormente como arma arrojadiza porque alguien no quiere continuar la relación contigo o porque habéis dejado de ser pareja o... Quizás aquí sería interesante reflexionar sobre qué queremos compartir y de qué forma.

Aunque la tecnología en sí, como siempre, ni es buena ni es mala: existe el cibersexo, el sexting...

-Si, los nuevos formatos de violencia contra las mujeres asociados a lo que podíamos denominar “mundo digital” crecen, pero también la consciencia en relación a los mismos, y al propio fenómeno de la violencia contra las mujeres. Llevo dando clase en la universidad pública desde el año 2007 y lo cierto es que en el aula cada año tengo más mujeres jóvenes que han vivenciado violencia contra ellas, y no es tanto porque los casos hayan aumentado, que también, sino porque cada vez estas mujeres jóvenes son más conscientes de qué es la violencia de género, conocen más los indicadores de autodetección de la misma, y pueden nombrarla. No se trata de si las tecnologías son buenas o malas, sino más bien sobre el uso que hacemos de las mismas.

Pero en cualquier caso internet favorece una cosificación de la mujer... y al mismo tiempo se aprecia una total falta de empatía y una carencia también de educación emocional.

-Internet, como todas las posibles herramientas de socialización, pueden o bien favorecer la estructura social existente o bien deconstruirla, cuestionarla o problematizarla. Es el uso, al servicio de qué se ponen las mismas. En este sentido el debate ético y en valores es clave para su utilización. La educación emocional también, pero no podemos limitar el proceso de erradicación de la violencia contra las mujeres a la expresión-gestión emocional, sino que es clave modificar las relaciones de poder existentes que permiten dicha violencia.

En este asunto, como en otros, a la mujer encima se le revictimiza y culpabiliza: si no lo hubiera grabado... Hay una sensación también de “impunidad” o banalización sobre lo que se puede hacer con un vídeo en tu teléfono. Lo que ha dicho Fran Rivera respecto a los hombres...

-En los casos de violencia contra las mujeres, y esto lo hemos investigado en diversos estudios, están fuertemente marcados no sólo por poner el foco en la mujer superviviente de la misma - cuestionándola, culpabilizándola, etc- y no tanto en el agresor que es quien realmente acciona, sino también en la falta de credibilidad de su relato o la banalización de lo que sucede o de lo que ella cuenta. Es interesante también en este sentido la respuesta de algunos hombres, ante declaraciones como la de Fran Rivera que establecen una imagen bastante instintiva y primaria de los varones que, supuestamente no pueden sujetar sus impulsos sexuales, como si estos les impidiesen pensar, reflexionar o poder contenerse. Es una idea de los hombres algo negativa, ya que se les supone atados al mandato de su falo.

Se genera también la fractura de un tema delicado, al margen del medio, como es la confianza entre la pareja y el respeto a la intimidad... ¿cómo gestionar esto?

-La construcción de la intimidad dentro de las relaciones de pareja, la confianza, el respecto, el amor a la otra persona y el acuerdo de no infligir mayor daño que el propio de la maduración en el intercambio relacional, desde luego es compleja. Pese a ello, debe estar presente en la negociación interpersonal. Algo que evidentemente también tiene que ver con el control de los impulsos de venganza.

Por desgracia, las nuevas generaciones afrontan viejos problemas pero con todo el potencial y riesgo de las redes sociales. Alguna recomendación...

-Siempre decimos lo mismo, probablemente por defecto profesional, pero la formación y no me estoy refiriendo a una formación exclusivamente asociada a contenidos, sino a la generación de espacios de reflexión conjunta y segregada sobre las relaciones entre hombres y mujeres, es clave. La búsqueda de estrategias, buenas prácticas y construcción de marcos de relación basada en valores negociados y compartidos también. Y esto pasa por una reflexión interna y un trabajo personal, pero también por una elaboración y un abordaje colectivo, de qué sociedad queremos, de qué masculinidades y feminidades estamos generando, rearticulando o manteniendo, de cuanto formamos parte del cambio o del problema? De si queremos o no permitir en nuestras sociedades violaciones colectivas, suicidios por violencia de género o relaciones de poder con las personas con las que nos emparejamos, el núcleo duro de esto está ahí, en qué queremos y qué disposición tenemos para soltar privilegios, para empoderarnos y responsabilizarnos y desde otro marco, poder compartir.

“Las consecuencias de este vídeo no hubieran sido evidentemente las mismas si el protagonista fuera hombre”

“Urge un abordaje colectivo de la sociedad que queremos para evitar suicidios, violaciones o relaciones de poder en parejas”

“Este caso no hace sino visibilizar las diferenes modalidades que hay sobre violencia contra las mujeres ”