Una relación mercantil con la que ganar hasta 10 euros la hora realizando repartos a clientes, cuando uno quiera, con total libertad y, además, con el único requisito de tener un vehículo y trabajar con una sonrisa de oreja a oreja. El apartado de la web de Glovo dedicado a captar repartidores -riders, como se les denomina- recoge así su oferta laboral. No puede ser más sugerente: altas ganancias, libertad para trabajar sin aguantar a jefes y como exigencia algo aparentemente tan sencillo como sonreír. Pero la muerte de un joven rider nepalí el pasado 25 de mayo en Barcelona ha puesto el foco en este modelo de negocio, que tras su imagen moderna y amable, esconde una oscura realidad de precariedad laboral, con bajos salarios, presiones, horario establecido y con la vida en juego en cada curva.

DIARIO DE NOTICIAS ha hablado con Asier, Andoni y Javier (nombres ficticios por miedo a represalias), tres repartidores de Glovo en Pamplona que relatan el calvario por el que pasan desde que en enero entraron a trabajar en la empresa de reparto.

modelo laboral

Ni prevención de riesgos ni libertad para elegir horarios

Asier, Andoni y Javier llegan a la cita -con la mochila de Glovo- en sus respectivos vehículos de reparto, en este caso, bici y coche. Andoni no tiene mucho tiempo, puesto que en breve empieza su hora de reparto: “Esa es la primera mentira que te cuentan, que vas a tener libertad para trabajar cuando quieras. Pero la realidad es que solo podemos trabajar las horas que ellos nos dejan y en el horario que ellos nos digan”. Los tres hablan del sistema de puntos, una herramienta mediante la cual a los riders -hay unos 100 en Pamplona- se les asignan más o menos horas de trabajo en función de la puntuación que obtengan de los clientes y de la propia empresa. “Cuantos más puntos tengas, más horas te permiten repartir. Es mentira lo de que podemos trabajar libremente, ellos nos imponen el número de horas y también el horario”, explica Asier. Además, los horarios se asignan a una hora determinada los lunes (para los días entre semana) y los jueves (para el fin de semana) y para poder coger horarios de reparto tienen que estar conectados a la plataforma. “Si por lo que sea en el momento de asignación no me puedo conectar para coger horas, me quedo sin horario para poder repartir”, señala Asier.

Los tres viven desde hace años en Pamplona, aunque ninguno de ellos es originario de la capital navarra, y en enero de este año decidieron hacerse glovers -como ellos mismos se denominan- y a raíz de ello se conocieron. “Para entrar tienes que pasar dos reuniones y tan solo te piden dos requisitos: que estés dado de alta de autónomo y que tengas un vehículo”, recuerda Andoni, que matiza que Glovo -que llegó a Pamplona el pasado mes de noviembre- no tiene ningún control sobre los medios de transporte, “ni si están en regla ni nada por el estilo”. En la segunda reunión, y una vez que están dados de alta, la empresa les entrega la mochila (que no es gratis, los primeros 60 euros que ganan se los retienen para pagarla) y les explica cómo funciona la aplicación. Desde ese mismo día ya pueden ponerse a trabajar.

La mochila para el reparto es lo único que les entregan, no reciben ni formación en prevención de riesgos laborales ni material de seguridad como chaleco reflectante o casco. En caso de accidente de tráfico, no tienen derecho a baja, ni a cobrar nada, a no ser que se puedan permitir una mutua privada. No es el caso de ellos tres. “En Glovo es así como se funciona: si trabajas, cobras, si no trabajas, no cobras”, insiste Javier, que recuerda que hace poco un rider sufrió una caída en Pamplona, se tuvo que pagar él la reparación de la bici, estuvo una semana sin trabajar -y sin cobrar- y, además, le descontaron puntos.

“No nos dan nada de seguridad vial, lo único que te remarcan una y otra vez es la rapidez, la importancia de que el pedido llegue al cliente lo antes posible”, señala Javier, que explica que cuando llega un pedido, lo primero que aparece es un cronómetro que te da 30 minutos para entregar el reparto. “Es algo que agobia mucho”, añade Asier. En el caso de que otro rider rechace el pedido, el tiempo sigue contando para el siguiente que lo acepta o si, por ejemplo, en un establecimiento tardan en preparar la comida, el reloj sigue avanzando y si lo entregan tarde, aunque no sea por su culpa, se llevan la mala puntuación.

Andoni insiste también en que, para Glovo, la rapidez es “lo más importante. Al final tienes mucha presión y eso hace que vayas por ahí haciendo el loco con la bici y luego pasan cosas como la muerte del chaval en Barcelona, pero entonces la empresa se lava las manos”, incide.

falsos autónomos

12 horas de lunes a domingo para poder ganar 1.500 euros al mes

Javier lleva un mes sin cobrar. Tiene la “suerte” de que también trabaja como autónomo para otras empresas de reparto y eso le permite llegar a fin de mes, aunque a duras penas. “A nosotros nos pagan por quincenas y no me han ingresado las dos últimas pagas. Me he puesto en contacto con la empresa y me dicen que lo están gestionando, pero a mí me hace falta el dinero”. Por si fuera poco, hace unas semanas, Javier tuvo que pagar la compra de un cliente con dinero suyo. “La tarjeta de Glovo no me iba y pagué 16 euros con mi tarjeta personal. Después, pasé la factura pero todavía no me han abonado nada”, relata, y no sabe por qué, pero “muchas veces” la tarjeta se bloquea y no funciona.

Los glovers ganan 2,50 euros de base por pedido. A eso hay que sumarle 0,50 euros por kilómetro y algunas extras variables como, por ejemplo, cinco céntimos por minuto (a partir de los 5 minutos) que un repartidor está esperando a recoger el pedido, o un plus del 30% en caso de que el reparto se realice con lluvia. Por lo general, ganan una media de 5 euros por pedido. Sin embargo, los extras variables no se los abonan automáticamente, como debería de ser, sino que tienen que solicitarlo por correo y demostrarlo, un trámite costoso. “Muchas veces no nos pagan el plus por lluvia porque dicen que no ha llovido lo suficiente. Pero es algo muy subjetivo, más aún cuando nos lo dice gente que está en Barcelona y que lo ve a través de una aplicación”, denuncia Asier. Además, la política de Glovo también establece que en caso de que el cliente cancele el pedido en medio del transporte, el rider no recibe nada. Algo parecido pasa si están en horario de reparto pero no hay demanda de pedidos. “Al principio teníamos la hora asegurada, nos pagaban también por el tiempo que estuviésemos activos, pero eso lo quitaron. Si no haces pedidos, no ganas dinero”, señala Asier.

Andoni está ganando ahora unos 800 euros al mes. Paga 60 euros de tasa de autónomo, unos 120 de gasolina y 13 del asesor que le lleva el papeleo. Por lo que a final de mes se queda con poco más de 600 euros, una cantidad que la da para “malvivir. Es verdad que no trabajo 40 horas semanales, trabajo 25 o 30 porque no me dejan más, pero aun así me parece que es un salario muy bajo”, apunta. En este sentido, Asier destaca que quien ingresa 1.500 euros al mes es porque trabaja sin tener días de fiesta y unas 12 horas al día. “Es prácticamente ser un esclavo. De hecho, nosotros decimos que somos los esclavos del siglo XXI”, comenta Andoni entre risas de resignación.