pamplona - Ocho acusados de nacionalidad nigeriana, cuatro hombres y cuatro mujeres, se sentaron ayer en el banquillo de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Navarra para responder a las acusaciones que les piden entre 9 y 21 años de cárcel por trata de mujeres con fines de explotación sexual. Cuatro de los acusados (Sunday N., Rita U., Mustafa A. y Bridget U.) se encuentran en prisión preventiva desde hace más de dos años. Los procesados negaron ayer todas las acusaciones en la primera de las cinco jornadas del juicio. En dicha sesión declararon como testigos protegidas dos jóvenes que fueron identificadas por la Policía Nacional en octubre de 2016 cuando ejercían la prostitución en el polígono Agustinos. La hacían obligadas por la tupida red de la que formaban parte de los acusados y que las habían traído desde Nigeria a España engañadas prometiéndoles trabajo. Cuando los agentes las localizaron, una de las testigos acababa de cumplir 19 años y la otra era menor de edad. El relato de ambas es escalofriante. Tras ser captadas en su país, recorrerse 9.500 kilómetros, que les falsificaran la documentación y las dejaran sin móvil una vez ya en Pamplona, contraían una deuda de 30.000 euros (ganaban 500 euros a la semana que entregaban “para una asociación”). Trabajaban todos los días de la semana en condiciones deplorables que cualquiera no puede imaginar. “La primera vez que me dijo que tenía que vender mi cuerpo en la calle le dije a Bridget que tenía la regla. Y ella me dijo que eso no importaba, que me pusiera un tampax, que ella lo hacía. Me negué, pero me dijo que tenía una deuda con ella que pagar y yo no podía pedir ayuda”, manifestó una de las testigo protegidas, que se quedó embarazada del hijo de la acusada y también procesado. Le hicieron abortar. “Aquello no fue una relación, sino un engaño. Creía que me quería ayudar pero solo quería que le diera el dinero a su madre”, resumió. La procesada, cuando llegaba a las 2.00 a casa, “me decía que era demasiado pronto. Que tenía que estar más horas porque había clientes. Y los días que no iba allí, me advertía: ya me han dicho que hoy no has trabajado”, precisó, para hacer ver que estaba controlada por otras compatriotas. - E. Conde