La localidad cacereña de Romangordo, de no más de 300 habitantes, puede presumir y debería hacerlo de engañar artísticamente a quienes la visitan, con la salvedad de que confundir no es sinónimo de decepción. Todo lo contrario. Tanto es así que, en lo que va de año, el municipio ha recibido la visita de cerca de 25.000 turistas, atraídos por una sorprendente y artística Ruta de los trampantojos, un conjunto de pinturas próximas al realismo plasmadas sobre paredes y muros. Si el visitante se descuida, chocará contra un muro creyendo que puede subir por una calle, intentará hablar con un grupo de mujeres cuando realmente éstas están dibujadas o simplemente querrá entrar a un comercio que, obviamente, no existe. Trampantojo viene de "trampa ante ojo" y se define como trampa o ilusión óptica con la que se engaña a alguien haciéndole ver lo que no es. Por ello, este municipio cacereño, situado junto al río Tajo y enclavado en el Parque Natural de Monfragüe, declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco, ofrece un museo al aire libre, que no cierra ningún día del año y que ya suma cerca de un centenar de obras. Sus abundantes recursos patrimoniales, su entorno y biodiversidad, o el yacimiento arqueológico Madinat-Al-Balat merecen de por sí atención, pero desde hace unos años sus ilusiones ópticas se han sumado a su oferta turística y artística. Todo empezó en 2016, fecha en la que coincidieron dos proyectos de arte urbano en el municipio: "Puerta a puerta, pintamos nuestra vida y nuestra historia" y "Romangordo, imágenes que marcan la identidad de un pueblo". El primero corrió a cargo de alumnos de Bellas Artes de Madrid y consistía en mostrar en las pequeñas puertas de las cocheras, a través de dibujos, escenas cotidianas de antaño y oficios populares, tal como ha explicado Isabel Martín, dinamizadora turística del Ayuntamiento de Romangordo. De forma simultánea y con el objetivo de adecentar algunas fachadas deterioradas, los artistas extremeños Chefo Bravo David Bravo (Moraleja, 1980), Jonatan Carranza Sojo (Madrigalejo, 1980) y Jesús Mateos Brea (Plasencia, 1982) comenzaron a decorar, con murales de mayor tamaño, distintos edificios.

MÁS VIDA AL PUEBLO

El último se terminó hace pocos días -es el que da la bienvenida nada más entrar al pueblo- y en él Brea presenta un retrato de su madre, quien suelta una paloma de papel donde se pueden leer los adjetivos "valientes", "iguales" y "libres", todo un alegato contra los malos tratos incrustado en un muro por medio del arte urbano. "Nos ha funcionado muy bien el boca-oreja y el hecho de que las personas que nos visitan suben sus fotografías a las redes sociales y sus amigos las ven y preguntan dónde pueden ver esto", indica Isabel Martín. Lo cierto es que Romangordo y sus trampantojos se han puesto de moda, aunque lo más importante para sus habitantes es que gracias al arte urbano y a su historia han conseguido que la gente que viaja por la autovía de Extremadura (A5) no pase de largo y se detenga a conocer cómo era y es la vida en este territorio. "Está sirviendo para fijar la población en el medio rural y para dejar hablar de esa cosa tan fea que es la España vaciada o despoblada, porque la gente vuelve a vivir aquí porque hay trabajo y porque los negocios que antes cerraban durante la semana ahora abren todos los días", apunta. De momento, los vecinos de Romangordo no le ven final a esta historia "y ojalá no lo veamos nunca", concluye.