pamplona - Rebeca Zabaleta González (Artajona, 1994) es graduada en Pedagogía y Máster de Educación y Sociedad Inclusivas por la Universidad de Burgos, donde actualmente realiza el doctorado. Concretamente, en su tesis doctoral han creado el programa Acompáñame, una iniciativa de formación para personas con problemas de salud mental que se basa en el apoyo de otras personas que han pasado por su misma situación. “Se trata de formarles en el apoyo entre iguales y desarrollar así la figura del compañero”, señala Zabaleta, que destaca la estigmatización de este colectivo como uno de las mayores barreras que se encuentran “a la hora de integrarse en la sociedad”.

¿Qué es exactamente el apoyo entre iguales?

-El apoyo entre iguales es una práctica que consiste en aprovechar las fortalezas de las personas para ayudar a otras a conseguir sus ambiciones. Este apoyo mutuo se establece entre una persona que ha tenido un problema salud mental, que recibe formación, y otro usuario que está en estadios más tempranos del problema y a quien va a apoyar. Sería aprovechar este conocimiento de haber pasado por un problema así y aprovecharlo para ayudar a otra persona que está comenzando con la misma situación.

¿Qué beneficios tiene?

-Está demostrado científicamente que reporta beneficios a todas las partes que la practican, tanto al que da la ayuda como al que la recibe, como también a las organizaciones que lo implementan. Los beneficios son muchísimos: empoderamiento de ambas personas, desarrollo de habilidades de comunicación y de relación, fomento de la participación... Además, se reduce el estigma y les ayuda a coger más confianza en sí mismos.

Habla de estigma, la sociedad tiene una tarea pendiente a la hora de apartar los prejuicios sobre problemas de salud mental, ¿no?

-Sí, hay un elevado estigma en torno a la salud mental y, en este sentido, las terapias de apoyo mutuo pueden ayudar a fortalecer las relaciones sociales. Hay muchos estereotipos contra este colectivo y también un gran desconocimiento en la sociedad en general sobre qué supone tener un problema de salud mental.

¿Cómo se puede atajar este estigma tan interiorizado por la sociedad?

-Lo fundamental es la educación y el conocimiento de la realidad de estas personas. Si no la conoces, entonces aparecen los prejuicios y los estereotipos y eso se cambia con una buena educación. También otra buena estrategia sería el contacto directo con usuarios de salud mental, conocer como es realmente un problema de este tipo ayudaría a tumbar los estereotipos de la sociedad.

Un aspecto al que contribuye este estigma es al aislamiento y la exclusión de estas personas, ¿no?

-Sí, claro. Por ejemplo, las tasas de desempleo son muy altas en personas con problemas de salud mental, también en relación con personas con discapacidad, por poner un ejemplo. En muchos casos tienen que ocultar su problema porque sino el empresario o la empresaria de turno lo rechaza. No sabe si va a ser buen o mal profesional, pero ya de entrada se le veta por el estigma que tienen los problemas de salud mental. Y esto va desde el trabajo hasta las redes sociales. Hay gente que pierde amigos después del diagnostico. En vez de apoyarlos se desvinculan por la cantidad de prejuicios que hay y así se les excluye de la sociedad. Una de las peores cosas es el miedo a contar el problema por temor a ser discriminado.

En este aspecto, el apoyo mutuo también contribuye a que estas personas no sientan que están solas, que tiene a gente a su lado...

-Sí, puede ser muy útil para la reinserción laboral. De hecho, la idea la cogimos de Estados Unidos, allí ya existen puestos de trabajo reglados para este perfil laboral, en el que hay un acompañamiento de una tercera persona. Es una realidad, lo que pasa es que todavía en España no se conoce. Además, el testimonio vivo de una persona que está ya en la fase final de su recuperación ayuda mucho a quienes acaban de diagnosticar. Ven que hay más como ellos y que con su experiencia les ayudan a salir adelante.

¿Cómo es la evolución de los problemas de salud mental?

-Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) está habiendo en los últimos años un importante incremento. Algo estamos haciendo mal para que el número de casos vaya aumentando.

Una de las principales luchas es acabar con las contenciones en los centros psiquiátricos, ¿son necesarias este tipo de prácticas?

-No, en ningún caso. No se pueden justificar este tipo de actuaciones que además está demostrado que no son efectivas. Van contra la Declaración de Derechos Humanos de 1948 y ahora estamos en el siglo XXI y es inentendible que se sigan vulnerando.

Otra reivindicación de este colectivo es la toma de decisiones, poder decidir sobre su propia vida...

-No se tienen en cuenta sus derechos, que son capaces de decidir por sí mismos, si quieren tomar un tratamiento o no, no hace falta que nadie decida por ellos. Luego tendrán que asumir las consecuencias de sus actos, pero ese derecho a la decisión no se les puede negar. Pero lamentablemente ocurre muchas veces y hay profesionales o familiares que consideran que no están en capacidad de decidir y se actúa en su lugar.

En el ámbito familiar, ¿cómo suele ser la reacción ante un diagnóstico de problema de salud mental?

-Depende de cada caso, no voy a generalizar. Pero si desde la familia se apoya va a ser más favorable la recuperación de la persona diagnosticada.

¿Qué recomendación haría a las familias?

-Al principio puede supone un choque o suscitar cierto miedo esa nueva realidad, pero para ello tienen que estar bien informados y apoyar el proceso de esa persona en todo lo que puedan, involucrarse con ellos en talleres para familiares, grupos de apoyo, eventos, etc.