an pasado 112 días desde que se registrara el primer caso de covid-19 en la Comunidad Foral. 112 días en los que este mal bicho ha contagiado a más de 5.300 navarros, ha acabado con la vida de, al menos, 528 personas y ha puesto patas arriba la existencia de sus 660.000 habitantes. Finalizado el estado de alarma, que se ha prolongado durante 98 jornadas, comenzamos lo que la consejera de Salud, Santos Induráin, vino a denominar “estado de alerta”, porque el virus sigue ahí y “tenemos que aprender a vivir y convivir” con él. Para esta “nueva normalidad”, que comenzó ayer y ha venido para quedarse hasta que no tengamos una vacuna, los ciudadanos que hemos entrevistado para el reportaje piden afrontarla con calma, precaución y prudencia, sin olvidarnos de lo que ha pasado estos tres meses, pero disfrutando también de los pequeños placeres, como volver a escuchar las risas de los niños que, por fin, han regresado a los parques infantiles.

andrea pino del carpio

“Vamos a esperar a finales de julio para ver a nuestros familiares en otras provincias”

Cuando Andrea Pino del Carpio y Martín Pastor Gutiérrez le dijeron a su hijo Mauricio que ya podían salir al parque, este pequeño de tan solo 3 años tuvo muy claro dónde quería ir: “Al cohete”, respondió, haciendo referencia al imponente tobogán que hay en la urbanización de Erripagaña. “Hemos venido aquí primero porque vivimos ahí al fondo. Él está contento. No hay mucha gente la verdad, así que estamos tranquilos”, relató a mediodía Andrea, quien reconoció que había acudido “con temor” porque no sabían “cómo iban a estar las personas, si la gente iba a usar mascarillas o no...”.

En el caso de esta familia, el periodo de confinamiento “tampoco fue muy difícil”, porque “a Mauri no le gusta mucho la calle, pero sí que echaba de menos jugar con algún niño, socializar”, apuntó su madre, y añadió, al respecto, que “hemos tenido que hacer actividades con él para entretenerlo”. Tanto Andrea como Martín tienen sus familias en otras provincias. Concretamente, en Guadalajara y Cambrils. Ahora, una vez finalizado el estado de alarma, pueden viajar a visitarlos pero, como sostiene esta bióloga, que durante la pandemia está haciendo teletrabajo mientras su esposo está en ERTE hasta final de este mes, “vamos a esperar a finales de julio a ver cómo va, porque el padre de mi esposo es mayor y mi madre sufre del corazón y ha pasado cáncer. Tampoco podemos ir así como diciendo vamos porque queremos ir; nos preocupan ellos”. En este sentido, pidió a la población que “tome conciencia porque se está viendo, como dicen las noticias, un poco de rebrote” y, por ello, instó a “pensar” e informarse bien antes de viajar o, por ejemplo, ir a la playa.

Sin perder de vista a su pequeño, ataviados con sus mascarillas, vigilando que no se tocara la cara y con el alcohol a mano, Andrea Pino confesó que esta experiencia le ha enseñado a apreciar “la libertad. Yo no soy de salir, pero ahora no me dejan, no tengo yo la decisión” y, para esta nueva etapa que ahora comienza, recomendó afrontarla “con calma, con prudencia, conocer bien lo que estamos haciendo, porque no es solo por nosotros, sino también por nuestros padres y por nuestros hijos”.

ainhoa Ovelar y José Javier Pedrosa

“Ha pasado el periodo crítico, pero el virus sigue circulando”

En un parque cercano, también en Erripagaña, Ainhoa Ovelar por fin podía cumplir “lo que más estábamos esperando: que nos dejaran otra vez venir al columpio”. Mientras se balanceaba junto a su pequeña Inés en brazos, relataba que “lleva todo el confinamiento viendo los columpios cerrados y cada vez que pasábamos por delante se resignaba pero... Tenía muchas ganas de venir, no podía, y como es pequeña no lo entiende”. No obstante, como apuntó su madre, es muy difícil explicarle a una niña de 2 años que “está cerrado porque hay un virus. Ella lo ha pasado muy mal; ella y supongo que los niños de su edad”.

Probablemente por ello se le veía a la pequeña feliz, intentando recuperar los balanceos que el virus le había robado durante este tiempo. En cuanto al tema laboral, Ainhoa Ovelar, médico, y José Javier Pedrosa, ingeniero, han estado trabajando en casa; algo que Pedrosa ya hacía con anterioridad. “Cuando trabajaba uno el otro cuidaba a la niña y así nos hemos apañado. Y ahora, pues bueno, contentos pero, por otro lado, estoy viendo aquí a todo el mundo agrupados sin mascarillas, como si ya todo hubiese pasado y no sé; me da un poco de miedo. Miedo al rebrote”, afirmó Ovelar.

Por ello, para esta fase de nueva normalidad reclamó que sigamos “teniendo cautela, que no estamos en la normalidad. Que ha pasado el periodo crítico, el periodo agudo, pero que el virus sigue circulando. Entonces, o tenemos un poco de precaución o puede haber otro brote. Poco a poco ir retomando las actividades que no podíamos hacer, pero con precaución”. Esta facultativa especialista en Radiología tiene información de primera mano de lo mal que ha estado la situación: “Me gustaría que las personas no se olvidaran, que esto no se ha terminado, que esto se ha relajado, pero que hay que mantener unas ciertas precauciones y que la gente no se olvide, porque es que si no podemos volver a lo mismo de antes”.

amparo bértolo

“Afrontamos esta etapa en la misma línea que las últimas fases”

Por su parte, Amparo Bértolo afronta la nueva normalidad “en la misma línea que durante las últimas fases”, pero “aprovechando el buen tiempo. Al final sabes que tienes que mantener la distancia, sabes que tienes que llevar la mascarilla, que hay que ser prudente y es un poco lo mismo. En plan, paseos en bicicleta, andando, vida normal y luego intentando organizarnos en casa, familiarmente, porque se han terminado los colegios”.

Esta vecina de Mutilva, acompañada de sus hijas de 11 y 10 años, Clara y Pilar Ímaz, reconocía que con esta experiencia “hemos descubierto cosas que a lo mejor antes no hacíamos”, como ir en bicicleta o pasear. Respecto a cómo han vivido el confinamiento, destacó que sus chicas se han portado como “unas campeonas: no se han quejado, han aguantado... En mi caso, lo hemos llevado peor los adultos. Hemos intentando seguir una rutina con el colegio, intentando hacer ejercicio en casa cuando no se podía salir, jugando mucho a juegos de mesa, estando mucho con ellas, teletrabajando como se podía y luego he agradecido mucho cuando hemos ido desescalando y pudimos salir”. De hecho, dijo que “como ha sido todo por etapas no se nos ha hecho tan largo. Si nos llegan a decir al principio tres meses encerrados en casa, no sé si hubiéramos podido aguantarlo”.

Entre las cosas que ha echado en falta, Amparo apuntó que “a lo mejor más prudencia por parte de todo el mundo y más responsabilidad, porque ves gente que cumple, que tiene cuidado, y gente que no”, aunque también planteó que “nos tenemos que acostumbrar a determinadas rutinas que antes no teníamos. Hay que aprender a convivir con esto”. En cuanto al verano, señaló que “no vamos a salir a ningún sitio, pero no tanto por la covid, sino por la situación económica y social que hay, que es lo que más me preocupa ahora. Haremos paseos en bicicleta, excursiones, piscina, y a seguir trabajando, porque en esto todos tenemos que tirar para adelante. Esto no puede seguir parado. Económicamente creo que es un tema muy complicado el que nos enfrentamos ahora, y luego con prudencia, porque no sabemos si puede haber un rebrote, hay que tener cuidado; es importante transmitirlo”.

nicolás berenguer

“Esta tarde me voy a Santander a ver a mi novia”

El pamplonés Nicolás Berenguer, de 23 años, descansaba sentado en un banco después de hacer deporte por la Ciudadela mientras pensaba en el viaje que iba a emprender por la tarde. “Me voy a Santander a ver a mi novia. Llevo todos estos meses sin estar con ella”. En cuanto cerraron la universidad en la que estudia, en Madrid, el joven volvió a Pamplona porque “se veía venir lo que iba a pasar y preferí venir con la familia”.

Concienciado de que “hay que llevar mascarilla y lavarse las manos un poco más”, consideró que cada vez “va a ser más difícil” mantener estas medidas, porque “cuanto más normal sea todo, menos concienciado estás de que esté por ahí el virus”. No obstante, habrá que “acostumbrarse y esperar a ver si se soluciona”.

juan rubio

“Veo relajación, pero lo he visto desde el principio”

Juan Rubio aprovechó el buen tiempo para jugar a fútbol con su hijo, su cuñado y sus cuatro sobrinos en la hierba de la Vuelta del Castillo. “Hay que aprovechar que hay espacio de sobra para no tener que invadir el espacio de otras personas y mantener, dentro de la unidad familiar, un poco el disfrute”, señaló. Este pamplonés también dijo que afrontan “la nueva normalidad con la misma precaución que en la etapa anterior, con las medidas de higiene, la mascarilla... Como mi mujer es sanitaria lo tenemos más o menos interiorizado, pero intentando normalizarlo. No vivir en esta obsesión, teniendo precauciones, pero siguiendo adelante”.

En cuanto al cumplimiento de las medidas por parte de la población, “veo relajación, sobre todo en las zonas donde está más masificado, pero lo he visto desde el principio”. Y es que, como apuntó, “somos gente de costumbres y cuesta mucho cambiarlas”. Respecto al periodo de confinamiento, consideró que “lo hemos llevado bien con los niños. Somos personas de mucha calle, pero cuando no queda otra haces malabares en casa para llevarlo bien”. Además, agregó, “hemos podido teletrabajar”.

milagros y carmen pérez

“La gente no cumple las medidas”

En Sarasate, las hermanas Milagros y Carmen Pérez, de 81 y 76 años, coincidían en que “la gente no cumple las medidas”. Así, Carmen dijo que “hay muchas personas juntas” y Milagros señaló que “el sábado estuvimos por Carlos III y había familias enteras, abuelos, nietos, todos sin mascarilla”; algo que les preocupó porque “si les contagian qué. Si unos las llevamos y otros no... Yo desde luego si hay gente no me la voy a quitar, porque tengo miedo, ya que soy mayor” y, como abuela y bisabuela, expresó temor por el futuro que les espera a sus nietos.

Para ambas estos meses están siendo “difíciles”. En este sentido, Milagros indicó que “pensamos en la enfermedad”, pero “nos apetece ya salir. Yo misma he estado casi tres meses en casa”. Al principio salía con su hija y después empezó a hacerlo con su hermana. Han comenzado a comer por ahí los sábados y domingos y luego toman un café; unas excursiones en las que han constatado que “todo ha cambiado. Muchos bares cerrados, tiendas también. Antes abrían a la tarde los sábados, ahora no. Está todo un poco parado”, opinó Milagros.

isabel lapieza

“La mascarilla cuesta”

Con la “nueva normalidad” Isabel Lapieza pudo reencontrarse al fin con sus padres, que viven en Vitoria. Mientras disfrutaban de un vermú familiar en la Plaza del Castillo, confesó que durante estos meses su hija “ha estado bien en casa. Se ha divertido y se ha aburrido. Ha jugado y ha hecho deporte con la bici estática”. No obstante, también “ha habido ratos complicados”, al tener que gestionar horarios de niños, paseos, trabajo... Por ello, consideró que la libertad de horarios “supuso un cambio para que, por lo menos, pareciera que tenías el control de tu vida”. Tras reconocer que “la mascarilla cuesta”, porque “sales de sitios cerrados y lo primero que haces es quitártela porque tienes esa sensación de agobio”, expresó su deseo de devolverles la visita a sus progenitores el fin de semana que viene.