on cajas cargadas de guantes, mantas y gorros, tres jóvenes bajan las escaleras de la estación de metro de La Latina hasta llegar a una discreta puerta donde, desde que comenzó la gran nevada, llevan noches durmiendo y refugiándose de la ola de frío varias personas en situación de calle.

Son cuatro estos refugios que se han habilitado en las estaciones de metro de La Latina, Ópera, Tirso de Molina y Estación del Arte, donde unas cuarenta personas “con un grado de vulnerabilidad muy elevado” están pasando la noche y siendo atendidas por Samur Social, señala el portavoz de este servicio social del Ayuntamiento de Madrid, Darío Pérez.

Pero no solo Samur Social atiende a estas personas, también otras asociaciones, entidades, e incluso vecinas de Madrid, como es el caso de estas tres jóvenes, Sarah, Jenna y Meera, que consiguieron donaciones a través de sus familiares y amigos y también por redes sociales para comprar prendas de abrigo que ahora se dedican a repartir por las estaciones de Metro de Madrid.

El portavoz de Samur Social señala que estos días el 93% de las plazas en recursos de acogida están ocupadas, pero que todo aquel que ha querido ha podido dormir en un albergue. Sin embargo, hay personas que se han quedado en el Metro a dormir por varias razones. “Primero por desconocimiento; después porque hay personas que han tenido experiencias negativas en los albergues, luego hay personas que desean el anonimato y en los centros de acogida tienen que identificarse, y también algunas que tienen problemas de adicciones o trastornos mentales que hacen que no se adapten”, explica Pérez.

En La Latina duermen a ras de suelo, tumbados sobre mantas o viejos colchones y, aunque prefieren estar ahí que en la calle, señalan las condiciones “lamentables” en las que están, sin posibilidad de lavarse en plena pandemia y durmiendo entre las bolsas vacías de comida que les dan los vecinos, asociaciones y el Samur.

De hecho, varias ONG han denunciado que estos espacios son “insalubres” e “indignos”, y también falta de información por parte del Ayuntamiento sobre los recursos de pernocta disponibles, también de personal cualificado suficiente, medios de transporte, o alimentación.

“No hay escena tan bonita como ver a alguien acurrucándose en una manta que le está quitando el frío. Ver tiritar de frío a las personas nos mueve a todos”, comenta el padre Ángel, fundador de Mensajeros de la Paz, sobre la solidaridad durante estos días.

Desde su iglesia, la de San Antón, están recogiendo mantas, ropa de abrigo, calcetines o bufandas, “una señora había tejido 20 bufandas, si eso no es solidaridad, que baje dios y lo vea”, relata el párroco, que también se ha organizado con varios taxistas que se han ofrecido a recoger estos bienes donados en domicilios y luego repartirlos.

Y decenas de estos taxistas han acudido a la Cañada Real -que lleva más de tres meses sin luz- a llevar alimentos, mantas, agua y botellas de gas, asegura el padre Ángel que también ha estado ayudando en este asentamiento y afirma que lo que se vive allí es una “vergüenza” y anima a los políticos a que hagan “más de lo que hacen”.

“Los que tomamos café todos los días no sabemos lo que es no tener un euro para tomarlo”

Fundador de Mensajeros de la Paz