Desde la Asociación navarra en favor de las personas con discapacidad intelectual o trastorno del desarrollo y sus familias Anfas, valoran "positivamente" la vacunación de las personas con síndrome de Down, que representan alrededor del 12% de sus usuarios.

Sin embargo, les "preocupa" que, aunque "los grandes dependientes y la gente que acude a centros de días ya estén vacunadas" -en torno a un 10% de la población con discapacidad intelectual o del desarrollo-, falta por inmunizar a "algunos trabajadores y a personas con transtornos que tienen problemas para cumplir las medidas sanitarias", afirma Elena Echegoyen, responsable de riesgos laborales de la asociación.

Echegoyen añade que hay que tener también "precaución" con el envejecimiento activo de las personas con síndrome de Down, que comienza "a los 45 años" y "el deterioro suele ser precoz", advierte la responsable.

Asimismo, defiende que se debería vacunar también a los "cuidadores no profesionales de personas con grandes necesidades de apoyo", algo que si no se hace "supone un riesgo de desatención y desamparo". "Preocupa especialmente que no se incorporen en esta fase de la estrategia a los cuidadores no profesionales, fundamentalmente padres y madres, que de ser infectados pueden suponer un peligro de desatención y desamparo. Las familias tendrían muchas dificultades de atender a la persona con discapacidad y a otro familiar infectado", arguye.

Desde Anfas, en línea con Plena Inclusión, animan también a la Administración "a que se priorice en la vacunación a cualquier persona que participe en un recurso donde existan dificultades para mantener la distancia de seguridad", así como a "la población penitenciaria con discapacidad intelectual, que está sometida a mayor riesgo en las cárceles".

También valorarían "eliminar de forma progresiva las duras restricciones que han sufrido miles de personas con discapacidad que, en muchos casos, llevan un año sin abandonar las residencias".