Puy Villar acude a clase con la lección más preparada que lo que antes acostumbraba. Desde hace años es profesora en el colegio Nuestra Señora del Puy de Estella, localidad en la que reside, pero este curso ha sido como volver a empezar de nuevo tras un año de baja por culpa del coronavirus, enfermedad de la que se contagio en septiembre de 2020 y que degeneró en un covid persistente que a día de hoy le sigue dando guerra. “Ahora estoy mucho mejor, ya he vuelto a trabajar pero todavía no me he recuperado del todo. Durante este año he tenido muchos problemas neurológicos, nieblas mentales, pérdidas de memoria a corto plazo, etc. Entonces voy a clase con la lección muy preparada, porque ahora me cuesta más que antes”, relata Puy, que durante un año ha vivido una pesadilla.

Sin embargo, poco a poco va recuperando su vida anterior gracias a dos circunstancias: la vacuna y la rehabilitación en Navarrabiomed. “La vacuna para mí supuso un punto de inflexión hacia mi recuperación. Tras ponerme la dosis empeoré mucho, todos mis síntomas se agudizaron durante varios días pero después, a los 15 días de vacunarme, fui mejorando poco a poco y desde ahí empecé a remontar”, recuerda la profesora, que la semana pasada acabó la rehabilitación en Navarrabiomed: “A mí y a otros pacientes con covid persistente nos hicieron un estudio muy exhaustivo con muchas pruebas y después nos fueron llamando para ir a rehabilitación. Yo empecé en julio y la verdad que me ha ido muy bien. Además, el trato del personal ha sido magnífico, eran personas muy humanas y empáticas”.

Un año con síntomas Ahora, Puy va recuperando poco a poco su vida diaria, pero el último año ha sido muy duro. En septiembre de 2020 su padre, de 86 años, empezó a tener síntomas y tras acudir al médico, dio positivo en una PCR: “Fue el primero en contagiarse, después mi madre, mis dos hijas y yo, solo se libró mi marido. Nos confinamos y a los días ingresaron a mi padre que acabó falleciendo. Fue un momento muy duro y muy triste, porque no pudimos acompañarle y tampoco despedirnos de él como se merecía porque estábamos confinados. No hubo funeral, ni despedida, ni acompañamiento, fue un momento durísimo, no se lo deseo a nadie”. Puy, además, tuvo que hacerse cargo de su madre, que tiene discapacidad, y no tuvo tiempo de pararse a pensar que el covid le estaba afectando mucho. “Empecé con dolor muscular, sobre todo en las piernas, y un cansancio extremo. Por las noches no pegaba ojo y me daban muchos calambres y pinchazos en las piernas y las lumbares”, recuerda Puy, que perdió 15 kilos en mes y medio.

Pero iban pasando las semanas y los síntomas que tenía no desaparecían, incluso con el paso del tiempo aparecieron algunos nuevos: “Seguía con mucho dolor muscular y cansancio; me costaba hasta andar, parecía una abuela. Luego empecé con las nieblas mentales, se me olvidaban cosas o quería decir algo y no me salían las palabras. También perdí mucha capacidad de concentración; yo leía mucho y llevo mucho tiempo sin coger un libro”.

Rehabilitación física Tras varios meses de un malestar inaguantable, desde Medicina Interna derivaron a Puy a Navarrabiomed, para la realización de un estudio y de un seguimiento con rehabilitación. “Allí he ido durante todo el verano. Era una especie de gimnasio donde hacíamos máquinas para ejercitar brazos y piernas y luego bici. He ganado mucho en fuerza, de hecho, he triplicado lo que hacía cuando empecé”, se alegra la vecina de Estella. La semana pasada terminó sus sesiones y en seis semanas deberá volver para que los profesionales evalúen su evolución. “Ahora me encuentro mejor, aunque no recuperada del todo. Antes tenía algún día bueno entre todos los malos. Ahora he pasado de 6 días malos y uno bueno a 6 buenos y uno malo”, relata Puy.