Un joven de 22 años y vecino de una localidad de la Ribera fue condenado esta semana en el Juzgado de lo Penal número 3 de Pamplona a nueve meses de prisión por los delitos de obstrucción a la Justicia y amenazas graves después de que amenazara de muerte por teléfono a una abogada navarra que representaba a una mujer, víctima de acoso sexual del propio acusado. La sentencia aplica la eximente incompleta de trastorno mental al procesado, que deberá someterse a seis años de tratamiento psiquiátrico y sobre el que se dicta una orden de alejamiento de tres años respecto a la letrada.El acusado aceptó de conformidad los hechos que no implican su ingreso en prisión. Así, reconoció que sobre las 16.02 horas del 14 de abril de 2021, el encausado, con el ánimo de atemorizar a la abogada, le llamó por teléfono desde su móvil particular. Lo hizo con un número oculto para que no se supiera su identidad. Cuando la abogada respondió, él, con voz calmada, refleja el fallo, le dijo: "Hola. Te llamo para decirte que hoy va a ser tu último día de vida". La letrada ejercía la representación de la acusación particular de una mujer, trabajadora de una autoescuela, que había denunciado a este joven por acoso sexual. Por aquel asunto se le condenó finalmente tras un recurso de la Audiencia a dos años de libertad vigilada y a 200 metros de alejamiento durante dos años.

La conformidad ahora dictada expone que el encausado llamó a la abogada "para atemorizarla e infundirle un estado de desasosiego". Dicha llamada estaba motivada por el hecho de que ella había ejercido la representación letrada de la perjudicada en el anterior procedimiento. Como consecuencia de los hechos, la abogada acudió a un centro de salud por la sensación de ansiedad que le causó la amenaza.

En el escrito de acusación que se formalizó se reconoce que el acusado presenta un trastorno de aprendizaje, comportamiento hiperactivo con dificultades para el manejo de impulsos, dificultad para la autoconciencia, intencionalidad y razonamiento moral con altos niveles de ansiedad y alerta. Por ello, provocó que en el momento de los hechos sus facultades pudieran verse afectadas en un grado severo, sin llegar a encontrarse totalmente abolidas.

La letrada, víctima de la amenaza telefónica del procesado, explicó ayer a este periódico que se decidió a denunciar estos hechos porque "aunque en esta profesión sueles recibir amenazas de todo tipo, la mayoría son fruto de un pronto, de un enfado o de un calentón, pero en este caso no se trataba de un supuesto así, de una amenaza cualquiera. Presenté denuncia porque en esta ocasión lo que intentaba el acusado era coaccionarme para que no presentara respuesta al recurso que interpuso a su condena, porque trataba de amedretarme para no responder a esa apelación, y además porque era una amenaza como para tener miedo. Lo dijo de una manera muy calmada y resolutiva. Creo que es una situación como para tener miedo y yo quería una protección que me pudiera garantizar que podía estar tranquila".