Que el cambio climático es un problema cada vez más inaplazable para toda la humanidad es algo que ha sido demostrado una y otra vez por la ciencia, pero no hace falta estar al tanto de los sucesivos estudios científicos para caer en ello, basta con ver cómo ha ido evolucionando el modo de hacer referencia al fenómeno. En un principio bastaba con llamarlo cambio climático, pero poco a poco se fue imponiendo el término crisis climática. A día de hoy este también ha quedado obsoleto, siendo sustituido por emergencia climática. Pero, ¿hasta que punto el problema del cambio climático es una emergencia para la humanidad?

Esa es la pregunta a la que Peio Oria, doctor en Ciencias por la Universidad Técnica de Darmstadt (Alemania) y delegado territorial en Navarra de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) trató de dar respuesta este viernes en una charla en el Planetario de Pamplona, en el marco de las jornadas de fin del proyecto Pirineos La Nuit.

“Muchos estudios llegan a la misma conclusión: cada vez queda menos tiempo, cada vez tenemos una realidad más preocupante en la que las estrategias de mitigación, las medidas a tomar, las políticas de adaptación, cada vez son más inaplazables. El clima es conjunto de factores o elementos que están aproximadamente en equilibrio y que, después de una perturbación vuelve más o menos al mismo estado. Es como un muelle que estiramos y vuelve a su posición inicial. A lo que nos enfrentamos ahora es a alcanzar un punto de no retorno, un punto en el que el muelle no vuelva a su posición inicial”, comenzó Oria, que aludió a los informes del IPCC, publicados periódicamente cada cinco o seis años, en los que científicos de todo el mundo sintetizan y actualizan todo el conocimiento que hay respecto a esta cuestión.

A estas alturas ya pocos dudan del cambio climático en sí, provocado o agravado por el incremento de emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera, algo que “no ha dejado de aumentar, incluso tras el parón de hace dos años por la pandemia”. Oria concretó que, desde finales del siglo XIX, la concentración de CO2 en la atmósfera ha aumentado un 50%; la de metano, un 162%; y la de óxido nitroso, un 23%.

Fenómenos irreversibles

Pero, aunque pocos duden del fenómeno, hay quien dudará de sus consecuencias. En ese sentido, Oria habló de los fenómenos irreversibles en el sistema climático de La Tierra, unos fenómenos de los que estamos “en la antesala”. En primer lugar explicó los cambios que están teniendo lugar en el hielo, ya sea marino -flotante- o terrestre y expuso que “en las últimas cuatro décadas, la extensión del hielo marino se ha reducido un 25% y el volumen en un 50%”. En cuanto al terrestre, se está reduciendo a una velocidad pasmosa. En Groenlandia, solo en el año 2019 se derritieron 800 gigatoneladas, que equivale a cubrir toda la superficie de Navarra con 80 metros de hielo”, apuntó.

Este fenómeno contribuye a que se liberen a la atmósfera una gran cantidad de gases de efecto invernadero que estaban atrapados en ese hielo, pero también, y esto es lo más obvio, que suba el nivel del mar. “De esta forma, se prevé que, a partir del año 2050, cada año habrá cerca de 300 millones de personas en el mundo afectadas por inundaciones costeras, en ciudades como Londres, Nueva York, Sidney o Hong Kong”, apuntó.

También está la selva del Amazonas, el considerado pulmón del planeta, que se estima que verá reducida su extensión en aproximadamente un tercio para el año 2050. “Hasta hace muy poco contribuía a fijar el carbono de la atmósfera, pero ahora deja de ser un sumidero de carbono para ser una nueva fuente”, explicó Oria.

Fenómenos extremos

Sin embargo, y a pesar de que estos fenómenos irreversibles sean quizás los más preocupantes, las consecuencias también se dejan ver en forma de alteraciones importantes en el clima que cada vez son más frecuentes. Al respecto, Oria advirtió de que “lo que se esperaba para final de siglo -XXI- en cuanto a cambios de temperatura está pasando ya” y recordó los importantes incrementos de temperatura en Siberia -donde la temperatura el año pasado subió más de cuatro grados de media en varios meses-, las importantes olas de calor vividas en Estados Unidos y Canadá, con temperaturas máximas de cerca de 50 grados que condujeron a gravísimos incendios poco después, o las inundaciones vividas en Alemania, todo esto el año pasado.

Unos fenómenos extremos que, con menor intensidad, salvando quizás las crecidas del Arga y el Ultzama de diciembre del año pasado, también se han dejado ver en Navarra. Según expuso el delegado territorial de la Aemet, desde 1950 en la Comunidad Foral la temperatura media ha bajado 1,3 grados, hay un 200% más de días por encima de 30 grados, el momento del año en el que se llega a los 10 días por encima de los 30 grados se ha adelantado un mes y los días de helada se han reducido en un 30%.