Un masajista y osteópata de Pamplona, Javier M.C., que seguía ejerciendo en la capital navarra pese a tener dos sentencias firmes por abusos sexuales a clientas (una de ellas a tres años de cárcel por abusar de tres clientas y otra a 15 meses de cárcel) fue condenado ayer de conformidad en el Juzgado de lo Penal 3 a dos años de cárcel por dos nuevos episodios. Se le aplica la agravante de reincidencia y la atenuante de reparación del daño y se decreta su alejamiento durante cinco años.

Los hechos ahora juzgados ocurrieron más tarde de las sentencias que ya había recibido y cuando dichas condenas se le habían suspendido a condición de que no delinquiera en tres años. Lo ha incumplido, por lo que dicho procesado tendrá que ingresar en prisión para cumplir estos dos años, e igualmente se pretende que se revoquen las penas anteriores, que sumaban 4 años y 3 meses, y que así cumpla todas ellas encarcelado. Hasta el momento había podido evitar la cárcel pagando la responsabilidad civil a la que había sido condenado.

LO HIZO TRAS LAS SENTENCIAS FIRMES

En esta ocasión, tras las sentencias firmes de julio de 2020 y de marzo de 2021, el acusado seguía ejerciendo en un centro de Pamplona como masajista. A la consulta acudió a finales de mayo una paciente de 61 años, aquejada de dolores de espalda. El acusado le atendió e inició la sesión primero con acupuntura y después con masajes en cuello y espalda para requerirle a continuación que se quitara el pantalón. En ese momento inició los masajes en la cadera y los muslos si bien con ánimo libidinoso los extendió a la zona pública. En algún momento la mujer se percató de que el procesado estaba sudoroso y con la cara muy cerca de ella.

En el segundo de los casos, que ayer reconoció con la conformidad, atendió a una mujer de 29 años que acudió también a finales de mayo a la consulta. Una vez inició los masajes en la espalda y hombros, posteriormente con ánimo libidinoso, subraya la Fiscalía, empezó a masajear la cadera hasta llegar a la zona púbica.

La mujer empezó a sentirse incómoda y se lo hizo saber al acusado, que le dejó de tocar dicha zona, y pasó sus manos por su pecho. Luego le pidió que se quitase el pantalón y con el mismo ánimo continuó con el masaje en los muslos hasta la zona púbica. En este caso, con anterioridad a la vista oral, el acusado había entregado la cantidad de 2.000 euros a cada una de las víctimas.