La acusada de asesinar a su hija de 5 años en un hotel de Logroño ha declarado este lunes en el juicio que "en ningún momento" quiso suicidarse ni hacer daño a la niña, de cuya muerte culpa a la abuela materna, quien después se suicidó y apareció ahogada en el río Ebro a su paso por la capital riojana.

La Audiencia Provincial de Logroño ha comenzado la vista oral por la muerte de esta pequeña, Carolina, ocurrida en enero de 2020, y que juzgará un tribunal popular hasta el próximo 17 de febrero.

El fiscal, la acusación particular, que ejerce el padre de la menor; y la acusación popular de la asociación Clara Campoamor piden prisión permanente revisable a la madre como presunta autora de un delito de asesinato, mientras que la defensa sostiene que la autora de la muerte fue la abuela materna.

La madre de Carolina, quien tenía 35 años cuando sucedieron los hechos, ha repetido en su declaración que ella nunca quiso acabar con su vida ni matar a su hija, quien tenía neutropenia, una enfermedad autoinmune.

Ha relatado que se separó del padre de la niña cuando esta tenía seis meses y mantuvieron disputas judiciales por la guarda y custodia de la pequeña, que ostentaba el progenitor desde que la menor cumplió dos años y medio.

La acusada vivía en la ciudad riojana de Haro con su madre, con la que mantenía una relación de "obediencia" porque era una mujer "con mucho carácter" y quien fue víctima de una estafa de unos 85.000 euros por parte de un supuesto trabajador de la ONU, quien le prometió intermediar para recuperar la custodia de Carolina.

La procesada dejó grabados vídeos y varios escritos en los que se despedía de sus amigos, su padre y su hermano, a quienes transmitió sus últimas voluntades y legó sus propiedades, pero no dejó nada para su hija porque daba a entender que estaría "con ella".

En este sentido, en el juicio ha justificado que se refería a que la niña siempre viajaba con ella en su coche y que tenía "miedo" porque le habían roto un manguito del vehículo; y ha dicho que escribía en un cuaderno como terapia para desahogarse, "después de años de pelea sin tregua" en lucha por la custodia.

Según su versión, el 26 de enero de 2020, cuando tenía a la niña durante el fin de semana que le tocaba, fue despertada a las 6:45 por su madre, quien le pidió que le llevase en coche desde Haro a Logroño porque "tenía que pensar".

Cogió a la niña en pijama, la montó en el coche dormida, y las tres se alojaron en un céntrico hotel de Logroño, que su madre había reservado.

Ha relatado que la abuela subió a la habitación un vaso de leche con cacao y un cruasán para la niña, pero antes entró sola al baño con la comida, donde cree que les puso un somnífero. Carolina tomó la bebida y la acusada el bollo y, al poco tiempo, ambas se quedaron dormidas en la cama.

Antes de quedarse dormida "profundamente", notó "un ras" realizado con un objeto "muy afilado" en las muñecas, donde tenía cortes que ella ha negado hacerse, al igual que otros en las piernas, de los que culpa a su madre.

Ha recordado que se despertó cubierta de sangre en la bañera llena de agua, salió "a rastras" del baño, porque estaba "muy débil", y se dirigió hacia la habitación, donde le extrañó no ver a su madre ni ninguna de las pertenencias que ambas llevaron al hotel.

La acusada encontró a su hija acostada en una cama, "con un color muy raro, ni amarillo ni morado, y su piel era como de gelatina", pero, como no reaccionaba cuando la destapó, su primera idea fue abrir la ventana y tirarse, pero un vecino la vio y avisó a la Policía Nacional. Después de eso, no recuerda más hechos porque los tiene en "una nebulosa".