El acusado, con apenas 30 años, lleva un historial de antecedentes que ya ocupa varias páginas. Ahora está en prisión, donde le quedan por cumplir casi dos años de cárcel por un robo con violencia en el patinódromo de San Jorge, donde en compañía de dos menores golpearon a otro menor para acabar robándole 5 euros y el móvil.

Antes de eso había sido condenado por robo con fuerza en julio de 2011 y marzo de 2013 y siguió cometiendo delitos también de drogas por los que resultó condenado en junio de 2015, noviembre del mismo año y diciembre de 2016.

Ayer, cuando su defensa ya había dado su conformidad para firmar un acuerdo condenatorio por acosar a la abogada que le había defendido en el juicio del robo en San Jorge con cartas en las que la coaccionaba, el procesado se puso gallito cuando conoció que se le suspendía la pena de cárcel a condición de que no cometiera un delito en cinco años y de que respetara la orden de alejamiento respecto de la letrada: "Pero yo había entendido dos años de condicional. Me parecen muchos años de condicional", le espetó a la jueza cuando esta le leyó las condiciones del acuerdo.

"Pero esa decisión no forma parte del acuerdo. Yo decido por sus antecedentes que la suspensión sea por cinco años y si no le convence, podemos empezar el juicio". El procesado le respondió: "Pero yo ya he pagado por mis antecedentes". Y la magistrada le explicó de nuevo: "Pues si quiere puede ir a juicio o aceptar el acuerdo". Y el acusado finalmente cedió: "Acepto", dijo.

Sexta condena, ahora a 21 meses

Su aceptación implicaba una condena de 21 meses de prisión por un delito continuado de coacciones a su anterior abogada de oficio en el colegio de Pamplona. Deberá respeta un alejamiento de 300 metros durante cinco años y que durante ese periodo de tiempo no vuelva a delinquir. En caso de incumplir alguno de esos requisitos, se le revocará la suspensión y volverá a la cárcel a cumplir esos 21 meses también, además de que se le abrirá otro procedimiento judicial por quebrantamiento.

El acusado la tomó con su letrada desde que conoció la condena de 3,5 años por el robo al menor que le había impuesto el Juzgado de lo Penal 4 de Pamplona. La abogada incluso le aconsejó entonces aceptar un acuerdo, pero él renunció al mismo. Luego empezó a escribir diversas cartas al órgano judicial quejándose de su actuación profesional, de modo que incluso el juzgado remitió testimonio de particulares al juzgado de instrucción por si los hechos pudieran ser constitutivos de delito.

Ello dio lugar a la incoación de diligencias previas en el Juzgado de Instrucción 5 de Pamplona, que fueron archivadas en noviembre de 2020 al no formular denunciada la abogada perjudicada.

Sin embargo, el acusado no cesó en la remisión de cartas, tanto a la propia letrada como al Colegio de Abogados de Pamplona, donde se incoó un expediente de queja en el que constan escritos del procesado del 19 de mayo, 16 de junio, 18 de junio y 22 de junio, todos del año 2021. Las quejas tramitadas ante el Colegio, de las que se dio traslado a la denunciante para formular alegaciones, se desestimaron, no apreciándose irregularidad alguna en el ejercicio de la defensa del acusado por parte de la letrada. También le desestimaron el recurso por el Consejo General de la Abogacía.

"Yo era el rey de san jorge y la policía no me podía pillar"

En esas cartas, el acusado no solo ponía en duda la correcta actuación de la letrada, sino que hacía manifestaciones claramente intimidatorias como: "Si yo quisiera hacerle algo a la abogada ya le hubiera mandado a alguien que le quemara el coche o algo peor. Porque para vosotros será una mierda, pero a los 22 años yo controlaba todo el barrio de San Jorge y la policía no me podía pillar".

En otras cartas, en abril de 2020 y enero de 2021, el acusado se dirige a la abogada con una retahíla de insultos, que culmina: "Perdona si te ofendo por decir la verdad, que deseo que te vaya bien y te atropelle un tren. No te digo lo que me gustaría decirte porque me denunciarías, aunque te ganaría el juicio y desearle la muerte a alguien no es delito. Y si piensas denunciarme por decirte que eres una hija de puta, tú misma, asquerosa y mentirosa, esas son verdades".

Como consecuencia de estos hecho, la abogada sufrió alteración psicológica, ansiedad, así como pérdida de autoestima y autoconfianza con afectación del estado anímico (llanto y tristeza) y sus áreas personal y profesional se vieron afectadas. La letrada renunció a una posible indemnización por estos hechos para facilitar el acuerdo de ayer en el que en principio le pedían 27 meses de cárcel por acoso y obstrucción a la Justicia.