Las empresas francesas de más de 1.000 empleados tendrán que incluir un porcentaje mínimo de mujeres en las instancias dirigentes en virtud de una ley adoptada definitivamente este jueves, que supone un paso suplementario después de otro texto que hace ya una decena de años introdujo las cuotas.

La llamada "ley para acelerar la igualdad económica y profesional" a iniciativa de la diputada Marie-Pierre Rixain del partido del presidente francés, Emmanuel Macron, finalizó su tramitación en el Senado, donde fue aprobada por unanimidad, con 328 votos a favor y ninguno en contra. Una de sus principales disposiciones estipula que las compañías tendrán que instaurar una cuota de hombres y mujeres entre los directivos y en las instancias dirigentes.

El porcentaje mínimo de mujeres será del 30 % en 2027 y del 40 % en 2030. Las empresas tendrán entonces un plazo de dos años adicionales para atenerse a la regla y en caso contrario se expondrán a sanciones financieras. Además, cada año habrán de publicar en la página web del Ministerio de Trabajo la brecha de representación entre hombres y mujeres.

Desde 2011 estaba en vigor otra ley que obligaba a que al menos un 40 % de los miembros del consejo de administración fueran mujeres. Eso ha conseguido una creciente feminización de ese órgano (se ha pasado del 26 % en 2013 al 43,6 % en las 120 mayores sociedades que cotizan en bolsa), pero no en otras instancias como los comités ejecutivos y los comités de dirección.

La ministra de la Igualdad entre Mujeres y Hombres, Elisabeth Moreno, constató a ese respecto que "el techo de cristal entre las instancias dirigentes de las empresas y los consejos de administración ha permanecido por desgracia perfectamente hermético y las desigualdades salariales siguen siendo persistentes".

Además de las cuotas, la nueva ley incluye unos objetivos en términos de equidad a la hora de recibir ayudas públicas y trata de luchar contra los sesgos de género a la hora de elegir el futuro profesional, sobre todo a partir de un "índice de la igualdad" en los centros de educación superior. Se trata de corregir una situación actual en la que las mujeres solo representan un 26 % de los alumnos en las facultades de ingeniería.