EL ENCIERRO

El encierro es sin duda el acto más conocido de las fiestas de San Fermín y el que mayor interés suscita a nivel mundial. El recorrido actual es de finales del siglo XVIII, y consta de 848,6 metros entre los corrales de Santo Domingo y la Plaza de Toros.

DE LOS ANTIGUOS CARNICEROS A LOS ACTUALES DIVINOS

Lo que sí queda claro es que en esa semana larga de frenesí constante en blanco y rojo, el eje central de los Sanfermines es el encierro. Es, sin lugar a dudas, la referencia festiva más importante tanto para los de casa como para los de fuera, muchos de ellos atraídos única y exclusivamente por la carrera matinal.
Sin necesidad de remontarse muchos años atrás, el cambio que ha vivido este espectáculo diferente a todo ha sido mayúsculo.

Resulta paradójico que allá por 1700 los gobernantes de la ciudad tuviesen que promulgar un bando en el que se prohibía correr el encierro y sin embargo hoy hemos llegado a un punto de masificación que ha convertido esa suerte que era acompañar a los pastores a encerrar a los toros en una especie de competición deportiva.

LA CUESTA Cuentan que los carniceros (gremio encargado de proveer de ganado las ferias de Pamplona) saltaban cerca del Mercado de Santo Domingo a seguir a los pastores en su labor de encaminar la torada hacia la plaza. Aún se iba por detrás de la manada y, por supuesto, público y fotografías brillaban por su ausencia.
Tramo tradicionalmente complicado por la incertidumbre, la velocidad y con poco corredor, en los últimos años cada vez son más los atrevidos que pretenden medir su rapidez con la manada y acercase hasta los corrales todo lo posible. El cambio más notorio ha tenido aquí que ver con un par de botes de pintura. Los Municipales dejaron de establecer un férreo cordón humano el año pasado para pintar dos rayas, una roja y otra naranja, que no podían sobrepasarse bajo ningún concepto. ¡Y funciona! ¡Quién lo iba a decir!

En el terreno de lo anecdótico, reseñar que los primeros 200 euros de multa por “pasarse de la raya” se los llevó un poli inglés el mismo día 7. Lo mejor de este tramo es que si uno entorna los ojos viendo la carrera puede evocar encierros de otras épocas… el blanco y rojo siguen siendo los colores dominantes entre los corredores.

LA ESTAFETA Derribada la antigua Casa Seminario y sesgado el trayecto en la plaza Consistorial por un vallado que la corta diagonalmente, la zona del Ayuntamiento y Mercaderes permanece prácticamente igual desde hace años. Los toros entran muy vivos bajo el Consistorio pamplonés y así enfilan la Estafeta, hacia esa curva de noventa grados, que es motivo de controversias y tertulias. Vallados ciegos, abujardar la calle, echar serrín y finalmente espolvorear una resina antideslizante para evitar males mayores han sido una constante de discusión para solventar problemas en ese ángulo recto que encauza la torada hacia la calle más larga del encierro.
Gente de lo más variopinta se junta en este tramo que reúne a habilidosos que cortan por el interior y adelantan a la manada antes de entran en la Estafeta, con guiris despistados en bermudas que se encuentran donde no debían estar justo cuando les vienen encima varios miles de kilos de carne a toda velocidad.

RECOMENDACIONES PARA CORRER EL ENCIERRO

El recorrido completo

Entre Santo Domingo y la Plaza de Toros hay una distancia de 848,6 metros. El recorrido actual de es de finales del siglo XVIII.

El vallado

Lo compone 2.044 tablones horizontales, 388 postes, 40 puertas, 200 empalizadas, 24.000 falcas  y 10.000 tornillos.

La denominación

Se usó por primera vez el nombre en 1856. Hasta entonces se llamaba ‘entrada’ como forma de irrupción de la manada en la ciudad.

Los récords

El encierro más rápido fue el 7 de julio de 1975, 1′ y 50″ con toros de Benítez Cubero. El más largo, 30′ el 12 de julio de 1958 con Miura.

LA ZONA LUMINOSA No sé si porque venían forzados de Mercaderes o porque los fotógrafos tenían más dificultades para la instantánea –maldita luz, malditos diafragmas y películas con poca sensibilidad– el tramo de la Estafeta hasta la Bajada de Javier siempre ha sido de poco tránsito humano. Eso, claro está, también ha cambiado y son tantos los que están a las 8 de la mañana en la calle que en algún sitio tienen que meterse.

Calle de iniciación en el encierro para muchos, el cambio más notorio nos lleva a 1998 cuando la reurbanización del casco viejo pamplonés suprimió las aceras de toda la calle.

Por dónde no hace más de veinticinco años se podía correr con relativa comodidad guardando las distancias, hoy en un hervidero de gente que se mete en los terrenos del toro con sus camisetas de la Champions prendas publicitarias con colorines de lo más vistosos. La imagen manda y entre tanta gente hay que hacer algo para poder reconocerse. Aquí el castizo diría que con estar delante y bien cerca de las astas es suficiente. Los escasos cien metros que separan el final de la Estafeta de la Plaza son los más luminosos de todo el recorrido y el cambio más drástico fue a principios de los ochenta, cuando se adoquinó la calle pasando a mejor vida las fotos de la manada trotando sobre una capa de arena. Aparte de eso, los ideólogos se han devanado la sesera siempre con el tema del acceso al coso para evitar los temidos montones. Gateras a ras de suelo desde 1977 y otras verticales para evitar problemas como los de 2013 son las últimas novedades que albergan estos tres minutos de caos organizado las mañanas del 7 al 14 de julio en Pamplona.

Las cornadas mortales

7 de julio de 1910

Aunque hasta hace poco tiempo se creía que Esteban Domeño fue el primer muerto de los encierros de San Fermín, una investigación de hemeroteca de Unai Alduán Colmenares descubrió que el primero había sido Francisco García Gurrea, de 21 años y natural de Falces. Un astado de Villagodio alcanzó a este navarro en la entrada de la antigua Plaza de Toros, cerca entonces del Teatro Gayarre. Según recogían los periódicos de la época, el joven falcesino fue pisoteado por el montón de mozos y recibió dos puntos de sutura en la oreja. Murió de tuberculosis, consecuencia de las citadas heridas.

13 de julio de 1924

Esteban Domeño Laborra, de 22 años y vecino de Sangüesa, fallecía tras recibir una cornada en el tramo ahora conocido de Telefónica por un astado de Conde de Santa Coloma. Moría un día después.

8 de julio de 1927

De una “terrible” cornada, perdía la vida Santiago Martínez Zufía, pamplonés de 34 años. El autor de esta cornada fue un toro de Don Celso Cruz del Castillo, en la Plaza de Toros.

10 de julio de 1935

Gonzalo Bustinduy y Gutiérrez de la Solana, el primer extranjero muerto en un encierro. Este mexicano, que por entonces contaba con 29 años y era natural de San Luis de Potosí. Este corredor fue alcanzado en la Plaza de Toros, donde sufrió una cornada de un astado de la ganadería Doña Carmen de Federico.

10 de julio de 1947

Julián Zabalza, de Villava, encontraba la muerte en 1947 en la Plaza de Toros, tras ser volteado por Semillero, de la ganadería Don Antonio Urquijo. También este día, el mismo astado acababa con la vida de Casimiro Heredia, de Pamplona, en este caso en la Estafeta.

9 de julio de 1961

Entre el final de Santo Domingo y el inicio de la Plaza del Ayunta-miento era volteado por un toro de Álvaro Domecq Vicente Urrizola Istúriz, pamplonés de 32 años. Falle-ció 30 horas después.

10 de julio de 1947

Julián Zabalza, de Villava, encon-traba la muerte en 1947 en la Plaza de Toros, tras ser volteado por Semi-llero, de la ganadería Don Antonio Urquijo. También este día, el mis-mo astado acababa con la vida de Casimiro Heredia, de Pamplona, en este caso en la Estafeta.

9 de julio de 1961

Entre el final de Santo Domingo y el inicio de la Plaza del Ayunta-miento era volteado por un toro de Álvaro Domecq Vicente Urrizola Istúriz, pamplonés de 32 años. Falle-ció 30 horas después.

12 de julio de 1969

En un “peligroso” encierro, según las crónicas de la época, moría Hila-rio Pardo Simón, de 45 años y natu-ral de Murchante. Reprochado,de Salvador Guardiola Fantoni, era el culpable de su fallecimiento en la cuesta de Santo Domingo.

12 de julio de 1974

En el tramo entre Telefónica y el callejón, el astado Palmello,dela ganadería Herederos de Don Manuel Arranz, acababa con la vida de Juan Ignacio Eraso Mar-tiartu, también un joven corredor de sólo 18 años.

9 de julio de 1975

El navarro Gregorio Górriz Sarasa, de 41 años y vecino de Arazuri, falle-cía también en el callejón, mortal-mente corneado por el toro Nava-rrico, una de las reses de Francisco Javier Osborne.

8 de julio de 1977

Con apenas 17 años, el pamplonés José Joaquín Esparza Sarasibar, del barrio de la Chantrea, murió alcan-zado en el callejón de la Plaza de Toros por Silletero, de la ganadería de Eduardo Miura.

13 de julio de 1980

También un 13 de julio, pero de 1980, fallecía Vicente Risco, de 29 años y natural de Badajoz. En uno de los encierros más largos, con 10 minu-tos y 55 segundos, Risco era cornea-do en el abdomen por Antioquio,asta-do de Guardiola Fantoni, en la Plaza de Toros. En la misma carrera, este mismo toro se llevó la vida también del joven de Cintruénigo José Anto-nio Sánchez Navascués. Este nava-rro, de 26 años, murió empitonado en la Plaza del Ayuntamiento.

13 de julio de 1995

En 1995, se produjo el que hasta ayer era el último fallecido en el encierro por asta de toro. En aquel fatídico 13 de julio, Matthew Peter Tasio, un joven estadounidense de Illinois, de apenas 22 años, encontraba la muer-te en el tramo de la plaza del Ayun-tamiento. Matthew fue alcanzado por Castellano, de la ganadería de Torrestrella, cuando intentaba incor-porarse de una caída. Recibió una mortal cornada en el abdomen.

8 de julio de 2003

Antes que el joven madrileño, el último fallecido fue Fermín Etxe-berria Irañeta, pamplonés de 63 años, quien fue alcanzado en el tra-mo de Mercaderes el 8 de julio de 2003. Etxeberria, corredor vetera-no, sufrió un fuerte traumatismo craneoncefálico tras recibir el embate de Castillero, uno de los astados de la ganadería de Cebada Gago. Murió el 24 de septiembre de ese mismo año en la Clínica San Juan de Dios, tras permanecer dos meses y medio ingresado en coma y con ventilación mecánica.

9 de julio de 2009

Daniel Jimeno recibió una cornada en el cuello a la altura del tramo de Telefónica. El corredor ingresó en el hospital en parada respiratoria y los médicos no pudieron hacer nada por su vida.

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