Cada día desde el 6 hasta el 14 de julio, la Comparsa de Gigantes y Cabezudos de Pamplona, formada por 66 portadores, dos responsables y seis txistularis salen a la calle junto a los 21 gaiteros para despertar emociones entre los asistentes con el vuelo de las faldas de los gigantes o algún que otro enfado entre los más pequeños, incapaces de esquivar los vergazos de kilikis y zaldikos. El encanto de sus actuaciones se acentúa por su gran tradición: abuelos y abuelas que junto a sus nietos se plantan frente a las mismas figuras que bailaban por las calles de Pamplona cuando estos eran pequeños, las mismas que, a su vez, observaron con sus progenitores.

Los ocho gigantes actuales (la pareja de Reyes Europea, Asiática, Americana y Africana) más los kilikis Barbas y Coletas fueron construidos en 1860 por Tadeo Amorena, el mismo año en el que vieron la luz por primera vez. No obstante, esta tradición comienza su historia tiempo atrás, con los seis gigantes de la catedral o los gigantes municipales, sustituidos estos últimos por los actuales debido a su estado deteriorado.

Con los años se fueron incorporando nuevas figuras. En 1890 entraron a formar parte de ella los cinco cabezudos (Alcalde, Concejal, Abuela, Japonés y Japonesa) construidos por Félix Flores. 22 años después se incorporaron otra pareja de kilikis y otra de zaldikos y ya en 1941 llegaron los últimos integrantes: dos zaldikos y los kilikis Berrugas y Caravinagre, a quienes ser los más jóvenes no ha pasado factura, es más, este último se ha hecho un hueco indiscutible a lo largo de los años, ocupando carteles de fiesta y siendo representado en inmumerables souvenirs.