Canciones con voz propia concierto de bigott
Fecha: jueves, 17 de febrero. Lugar: Big Star Music Club, Atarrabia. Intérpretes: Borja Laudo, Bigott, a la guitarra y a la voz, acompañado por Paco Loco, a las guitarras y al slade, Muni Camon, a los teclados, Clara, al bajo, Pedro Perle, al ukelele y a la guitarra española, y Esteban Perle, a la batería. Incidencias: concierto de presentación de This Is The Beginning Of a Beatiful Friendship, nuevo CD del artista. 1 Hora de duración, bises aparte. Lleno. Público de ambos sexos y preferentemente treintañero que disfrutó de la actuación.
PRODUCTO de la bullente escena indie pop que eclosionara en Zaragoza en los 90, el iconoclasta crooner Bigott iluminó totalmente con su presencia Big Star, protagonizando un sobresaliente concierto.
Luciendo un nombre artístico de tan sarcásticas connotaciones como Bigott, cuyo significado, en ruso, es retrasado; haciendo gala de un sentido del humor cuando menos, peculiar, Bigott exhibió un comportamiento en escena un tanto sorprendente, limitándose, a la chita callando, a cantar y tocar; al igual que Bob Dylan, una de sus innegables influencias, mostrándose todo el tiempo totalmente abstraído por su música: como en el caso de aquel, como si con él no fuera la cosa, no haciendo más que hacer, y muy bien, por cierto, lo que mejor demostró saber, poner voz y música a unos temas que, más allá de clasificaciones estilísticas convencionales (pocas cosas denotaron ser así, convencionales, en Bigott), lucieron siempre con voz propia. Limitándose a tejer su propio universo de canciones y, orbitando a su alrededor, su propio mundo personal, girando éste sobre el primero como el hierro en torno del imán y quedando todo lo demás, presencia del público y sus aplausos incluidos, de más: sólo así se puede explicar que ni tan siquiera las presentara ni saludara a los presentes, a un público que llenó prácticamente el recinto dando fe de algo que ya barruntábamos, que This Is The Beginning Of a Beatiful Friendship, cuarta colección de canciones del maño, le ha llevado a la cresta de la ola.
Facturados con excelsas manifestaciones de exquisitez y al detalle siempre (no en vano fueron plasmados por seis músicos: una pena que, a la vista del gentío, no pudiésemos seguir sus evoluciones con la imprescindible nitidez), los temas hicieron gala de una hoja de ruta estilística que los llevó por infinidad de derroteros: partiendo de los de un pop realmente intimista, deteniéndose con avaricia en el folk americano (quedando patentes las influencias de noveles como Russian Red o referentes de la talla de Dylan -principalmente y por partida doble, tal y como ya hemos sugerido-), y desembocando en sendas propias de concepciones del pop más rockeras y garageras. Y todo ello, entre un mar de fogonazos procedentes de estilos tan dispares como el soul, la ¡salsa!, la psicodelia, el ¡noise-punk! o la música de los 60: unos temas, en resumen, que rozando la perfección incluso en lo que a su sonido se refiere, lucieron perfectamente cortados, arreglados y orquestados, algo que a nadie extrañó a la vista de la procedencia del CD: la sastrería musical del Paco Loco.
Verdadera rara avis de la escena (teniendo en cuenta además lo que su planta demostró tener de imagen de artista pop al uso: lo mismo que una de las más conocidas de Einstein, de imagen de genio) Bigott abrió las ventanas de su sugerente mundo musical en Big Star, mostrándose, más allá de estereotipos musicales más o menos esperables, en su salsa; a la chita cantando, a medio camino en todo momento entre el surrealismo y la genialidad, demostrando también, en otro orden de cosas, atesorar talento como para que alguien como Paco Loco no sólo haya sido el productor de su nuevo CD, sino que haya salido con él de gira: para los amantes de los artistas y las canciones con voz propia, he aquí el comienzo de una bella y fructífera amistad.
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