pamplona - La compañía TeatrodeCERCA propone un espacio insólito para la representación de su obra Que vaya bonito: la terraza del Teatro Gayarre. La situación: una fiesta al aire libre donde los actores y el público comparten un mismo plano, que tendrá la ciudad como lujoso telón de fondo. Los asistentes son parte de la fiesta y compartirán el escenario con sus protagonistas, aunque en un principio no saben quiénes son los actores ni cuántos son. Se trata de la fiesta de despedida de David. Se va a trabajar a México, a probar mejor suerte. Habrá bebida y música mexicana, como merece la ocasión...Jorge Yamam-Serrano desgrana, en parte, la original idiosincrasia por la que discurre un texto que él mismo ha escrito, dirigido y que también interpreta.

Si en una obra de teatro se cae la cuarta pared, bueno, en este caso no es que se caiga, es que esfuma, ¿el teatro se convierte en vida, en realidad?

-Sí, para mí sí. Y al revés. Lo que hemos intentado es investigar y experimentar con meter la ficción dentro de la realidad y que esta realidad nos acompañe en la ficción. Hay muchos elementos que te ayudan a conseguir esto, y uno de ellos es que no haya cuarta pared. Si la situación ficticia es la típica fiesta de despedida de alguien que los familiares y amigos hacen por sorpresa, en lugar de ver desde la butaca cómo otros viven, lloran, se alegran, viven lo inesperado y sufren lo esperado... Aquí lo que hacemos es darte un papel, aunque no se te pide nada, porque esto no es teatro participativo: esto es como si en lugar de ver un partido de fútbol, estuvieras dentro del campo y te fueran rozando los balones. Se trata de que no solo sea intelectual, sino de que lo puedas vivir al máximo posible.

¿Hasta qué punto la actitud del público marca el devenir de la obra, su mejor o peor llegada a puerto, e incluso vuestra propia interpretación?

-Ese es el riesgo que tienes como actor pero eso es lo bueno también, porque te obliga a estar presente, en el momento, y trabajar con esta verdad que queremos. Una verdad interpretativa que se logra trabajando no con lo que te gustaría que hubiera sino con lo que te toca. Y si hay un señor que da un paso, habla e interrumpe la cena, que nos ha pasado, tú te lo comes y, sin salirte del personaje, lo aprovechas a tu favor. Si no lo rechazas, lo dejas pasar y juegas con ello, te llevará a un sitio inesperado, con mucha vida y tanto tú como los que están alrededor, lo disfrutaréis. Hay muchos elementos que te ayudan, pero la parte fundamental es el público porque... imagínate un actor que siempre te da la réplica de la misma manera, tú te relajas y entonces estás muerto... Pero si no sabes qué va a hacer, vas momento a momento, y ahí se da mucha vida. Nosotros lo que hacemos es aprovechar todo lo que sucede en el acto teatral. Por ejemplo, en el típico estreno hay gente que conoces, gente que no conoces, tienes nervios, los disimulas, incluso el público tiene nervios, piensas en evitar a alguien pero al final te haces el simpático, los actores que salen, hacen ver que no tienen miedo de estrenar aquello... mentira, hasta el más preciado está cagado antes de salir a escena. Y, con tanta vida, ¿por qué no aprovechar todas esas bolsas de petróleo emocional y mostrarlas?

Parece como si quisierais hacer partícipe al público de esos nervios que siempre surgen antes de salir a escena...

La verdad es que se han dado situaciones de todo tipo, como una señora, en Barcelona. que fue a taquilla y pidió que le devolvieran el dinero de la entrada porque “ahí hay una fiesta montada. Me he equivocado de sitio. Yo vengo a ver una obra de teatro y me han ofrecido bebida al entrar” (risas). El público no las tiene todas consigo porque no sabe cuándo va a empezar la fiesta, si ya ha empezado y no te has enterado o cuándo van a ocurrir las cosas. Entre medio, sobre todo al principio, dejamos que la gente esté en la fiesta y logre olvidarse de que es una obra de teatro porque hay música, bebes... Nos hemos encontrado de todo, el anecdotario es muy grande.

Anécdotas y situaciones de todo tipo, que obligan a cierta improvisación, pero todo está muy pensado para llevar al público por los mismos derroteros.

-Que vaya bonito es una obra de texto; y el texto, en verdad, cambia muy poco de una función a otra. Lo que hemos hecho es, tanto con los actores como con la dramaturgia, perfeccionarla para que detones el circuito con los mismos momentos, porque estamos entrenados para llevar al público a los sitios que nos interesa. Al final, el circuito emocional, los textos, son los mismos; la genialidad radica en conseguir llevarte a donde nosotros queremos.

Una obra de texto que ahonda en los conflictos familiares hasta el punto de convertirse en un campo de entrenamiento emocional para la vida de esa persona que emigra.

-Nosotros planteamos esa situación que dramáticamente da para mucho: ¿qué pasa cuando alguien se va? Esta situación te obliga a que varios seres tengan que frecuentarse, decirse cosas, algo que se facilita porque hay alcohol de por medio... Lo que hacemos es meternos en los conflictos normales de las relaciones de hermanos, o con los padres mayores, o los sueños... Son cosas que están muy tapadas y lo que hacemos es utilizar el contexto para que todo vaya saliendo, se vaya drenando y, al final, todos los personajes, incluido el público, porque es familia también, hagan un clic, hagan las paces con esos dolores, con esas cosas que no se han dicho... y que esas islitas se conviertan en una playa y se comuniquen de verdad; no con lo familiarmente correcto, sino con la verdad. El objetivo es buscar esa verdad porque apacigua aunque sea intensa, aunque no esté pintada de blanco como la idílica de Nepal. Si la vida es intensa, destapémoslo, encontremos un poquito de paz y relacionémonos más de verdad.