pamplona - Rebeca Esnaola, presidenta de Kuna y gerente de Global Servicios Culturales, abrió una jornada en la que se desgranaron experiencias relacionadas con la educación, la innovación y la experimentación y a la que asistieron numerosos profesionales navarros implicados en la evolución de un oficio llamado a ensamblar los distintos ámbitos de la sociedad.

Kuna. Antes les conocíamos como Asociación de Profesionales de la Gestión Cultural de Navarra, que era una denominación larga y difícil, la verdad.

-Sí. Como el nombre de la asociación es un poco largo y su traducción al euskera lo hace aún más largo, el año pasado decidimos convocar un concurso para buscar una imagen y un nombre más corto que nos identificara fácilmente. Kuna tiene que ver con eso, aunque seguimos siendo la asociación de gestores de Navarra, claro.

¿Necesitan visibilizarse más en la sociedad navarra?

-Sería interesante, sí, pero no necesitamos tanto visibilizarnos nosotros como profesionales de la gestión, sino la cultura en general y nosotros como sus trabajadores. La cultura tiene que ser algo transversal que vaya desde la política económica hasta la cultura social; tiene que ser un elemento que ha de estar presente en la vida íntima de las personas, pero también en la comunitaria, y por eso necesita visibilidad. No sé si nosotros como trabajadores la necesitamos tanto, ya que no dejamos de ser los artífices que intentamos, en la medida de nuestras posibilidades, que la cultura se extienda, crezca, llegue y se genere un encuentro entre los creadores y los públicos.

Preguntar qué es un gestor cultural daría para una respuesta muy larga, porque depende de qué trabajo realiza y dónde los realiza.

-Efectivamente, es un perfil multidisciplinar y, además, cambiante dependiendo de dónde desempeña su labor profesional. De hecho, ahora mismo está cambiando la concepción de lo que era el gestor cultural al uso hacia el mediador o mediadora cultural. Nuestra asociación tiene un 50% de socios que trabajan en el ámbito privado y un 50% de socios que trabaja en el ámbito público, con lo cual, hasta en nuestro ADN como colectivo tenemos perfiles muy diferentes. Por ejemplo, por un lado están los gestores que trabajan un centro de proximidad en una localidad, lo que se conoce como un técnico municipal, que debe estar pendiente de su población, hacer de hilo conductor con el centro escolar, con el tejido asociativo, programar en su espacio o facilitar que el espacio sea visto por todos como un punto de encuentro. Y luego hay otros perfiles en el ámbito privado que pueden estar más en el desarrollo de proyectos, en la consultoría, en la ejecución de programas que vienen diseñados desde una institución... Lo que todos tienen en común, eso sí, es que tienen que ser multidisciplinares, generosos en cuanto a que deben estar dispuesto a escuchar y a participar. El paradigma actual es totalmente distinto al de los años 70 u 80.

¿A qué se refiere?

-La evolución ha pasado desde el ocio sociocultural a un gestor que de pronto se encontró con un espacio en el que poder programar (un teatro o una sala de exposiciones), a lo que ahora nos demanda la sociedad, que necesita hablar, participar, entender el hecho creativo y cultural. Y los creadores también necesitan mucha comunicación con el espacio que les acoge, con su público. Y ahí el gestor juega un papel fundamental para hacer de puente entre ambos, con lo cual su perfil tiene algo de educador, de profesional de la cultura, algunos incluso vienen del ámbito creativo... Es muy diverso.

¿Y existe reconocimiento profesional, sobre todo cuando trabaja en el ámbito público, a la labor que desempeña?

-Uno de los objetivos de la asociación, y así se refleja en nuestros estatutos, es la dignificación de la propia profesión. Es verdad que partimos de una situación en la que no existe una formación reglada, un título universitario como tal, un itinerario educativo concreto. Venimos de distintos ámbitos y luego hemos recibido formación específica, másters y demás, así que ya partimos de un déficit. Y es necesario que se reconozca que esto es una profesión que tiene que ser ejercida por profesionales formados, no por cualquier persona. Todos tenemos interés en la cultura, pero no todos podemos ser mediadores o gestores culturales; todos tenemos interés en el deporte, pero no todos podemos ser deportistas. Las instituciones nos van reconociendo, avanzamos poco a poco, pero sí que es una pelea constante quizá en entidades locales más pequeñas, donde hay que insistir más en que este trabajo debe desempeñarlo una persona capacitada, con interés y formación para gestionar y mediar.

Precisamente, este encuentro habla de ese cambio de rol, de la gestión a la mediación cultural. ¿Esa evolución tiene que ver con un mayor diálogo con los públicos?

-Efectivamente. Venimos de otras épocas en las que el gestor planteaba su programación y, por falta de recursos, casi nunca tenía la posibilidad de mucho más. Pero ahora la sociedad es más exigente, y el público ha de experimentar, de vivenciar lo que le ofrecen, porque, si no, no se va a sentir atraído por el hecho cultural. Y hay que ayudar a esa experimentación, porque hay personas que solo necesitan ser espectadoras y ya está, pero hay otras que quieren participar.

Y ahí el gestor es el puente.

-Eso es. El gestor conoce bien a su público, sus necesidades, puede intuir horizontes, de manera que puede transmitir toda esa información al creador. Creador con el que también tiene que dialogar para saber qué quiere contar y cómo. Todo eso se produce en un espacio común, un centro cultural, pero no se logra de la noche a la mañana. Hay que ir dando pasos porque la sociedad ya está diciendo que quiere participar, que tiene cosas que decir. Y los creadores también están reflexionando sobre otras formas de plantear el hecho creativo. La participación, de la que tanto se habla ahora, no solo se da en el hecho político, sino también en el cultural.

Si la cultura se convierte en centro de un diálogo entre público y creadores, también puede ocupar un lugar más central en la sociedad.

-Sí. Todas y todos tenemos que entender que la cultura por supuesto que es una cosa íntima, pero que a la vez tiene que ser transversal y estar presente en todo. Todos los cambios sociales también afectan a la cultura y no podemos permanecer ajenos a eso. Los gestores jugamos un papel importante en saber interpretar estas nuevas circunstancias y en encontrar las claves, en cada municipio, en cada entidad.

Como están reflejando a lo largo de esta jornada responsables de varios proyectos culturales, la educación es fundamental en este cambio.

-Sí, de hecho, parte de la labor de la gestión cultural tiene que ver con la educación. Y en ese punto es importante rodearse de un ámbito de especialistas que puedan ayudar. Como comentaba ahora (ayer) Salvador Martín, del Proyecto EducaThyssen, ellos han cambiado su forma de trabajar y ya no se trata tanto de elaborar un material didáctico y de ponerlo a disposición de los centros escolares, que si lo usan bien y si no también, sino que tienen reuniones con profesores, de manera que preparan los materiales con ellos, que luego pueden ponerlo en práctica de la manera que mejor les parezca. No todo sirve de igual manera para todo el mundo, hay que escuchar y adaptar los proyectos. La mediación con los centros escolares, con las asociaciones y con los mayores está siendo fundamental.

Estamos en un momento de encrucijada política en Navarra, ¿qué pediría en materia cultural a quienes finalmente vayan a regentar los ayuntamientos y el Gobierno?

-Es fundamental que consideren que la cultura es un eje vertebrador de la política en mayúsculas y de todos los ámbitos, desde el social al sanitario. Es un bien personal y común que debemos cuidar. Y diverso, tan diverso como la sociedad. Es constitutiva del ser humano y, además, desde el punto de vista económico genera empleo, aporta al PIB; hay empresas profesionales en el ámbito navarro y creadores profesionales que deben ser tenidos en cuenta.

Con los cambios de paradigma, ¿podemos volver a políticas culturales unilaterales, sin tener en cuenta a todos los agentes implicados?

-Se ha iniciado ya un camino de participación en este ámbito que es interesante seguir ampliando. Es verdad que hay que aprender a participar y que es un esfuerzo, pero es muy interesante, porque es la forma de reconocernos, de escucharnos, de percibir la diversidad y las diferentes necesidades. Ese gesto es fundamental, si no, nos estaríamos dejando muchas cosas de atender.

En definitiva, que cuenten con los gestores a la hora de diseñar políticas culturales.

-Pues sería buena idea, sí. De hecho, la Ley de Derechos Culturales recoge entre sus principios que, por ejemplo, en el Consejo Navarro de la Cultura y las Artes tiene que haber gestores culturales; tenemos un convenio con el Gobierno de Navarra desde hace años, y es verdad que la comunicación con nosotros ha sido fluida y periódica en todos este tiempo. Y esperamos que siga siendo así, nosotros estamos a disposición de las instituciones para dialogar, para apoyar, para lo que nos necesiten.