pamplona - El arte navarro perdió ayer a una de sus referencias más singulares, el artista Jabier Villarreal, que falleció a los 57 años. Su obra, siempre social, sugerente, comprometida y muy personal, se ha movido en las últimas décadas entre la pintura, la fotografía y las nuevas tecnologías.

Con la mirada puesta siempre en el ser humano y el paisaje, sobre todo en la interacción de ambos, así como en el viaje como referencia de muchos de sus trabajos, Villarreal hablaba a través de sus obras, una obra marcada por la mirada siempre curiosa de un observador de su entorno. “Cada pintura de Villarreal es un instante, un momento concreto en el tiempo que aglutina y superpone diversos tiempos y espacios que se congelan mediante esa niebla pictórica que detiene el transcurrir”, una de las muchas definiciones que se han escrito sobre su pintura.

Jabier Villarreal (Pamplona 1962) era además de artista profesor de Creación Multimedia y Gráfica Tecnológica en la Facultad de Bellas Artes de la UPV-EHU, actividad que desarrolló desde 1987. Desde siempre ha compaginado ambas facetas, la artística y la docente, y ha orientado su trabajo al desarrollo de aplicaciones de las nuevas tecnologías en el campo de la plástica. Su labor expositiva es extensa y se ha mostrado, entre otros, en el Visual Arts Museum of New York; el Downey Museum of California o la Indiana University Northwest (USA) o, recientemente, en Hangzhou (China).

En su trayectoria destacan numerosas muestras, tanto individuales como colectivas, en Navarra y la CAV y su obra forma parte de importantes colecciones de arte contemporáneo. Una de ellas fue la que reunió a un centenar de artistas bajo el lema Una salida es posible, en la que el arte se convertía en la vía de reflexión sobre la paz, con el convencimiento de que el arte tiene mucho que aportar a los problemas de la sociedad, una aportación en la que Villarreal siempre creyó.

En su trabajo más reciente destacan sus composiciones que simulaban paisajes, con un toque dramático, en los que los personajes y los escenarios, con distintos elementos, representaban inquietantes coreografías que entraban de lleno en un debate que al autor le interesaba desde hace mucho tiempo: la irrupción de los nuevos medios en los campos de la creación plástica. En sus obras han sido constantes las referencias a ciudades como Nueva York, Chicago o Bilbao. “Lo que utilizo en mi trabajo son imágenes de vídeo, dibujos, fotografías que tienen que ver conmigo; a veces de gente que conozco, a veces de los viajes que hago o relacionadas con mi entorno familiar... Y no porque me interese hablar en concreto de gente que conozco ni de determinadas ciudades ni porque el tema sea ese, es algo mucho más genérico, es simplemente el material gráfico que tengo a mano. El dibujo también tiene gran importancia, introduzco muchas manchas casi aleatorias que luego transformo y redibujo a través del proceso digital”, explicaba Villarreal en una exposición realizada en Pamplona hace unos años.

“Me interesa lo moderno y lo artesanal. Estoy implicado en ello desde hace muchos años, también en mi labor como profesor universitario, que se centra en este trabajo híbrido entre lo viejo y lo nuevo, lo manual y lo tecnológico; me interesa entrar a ese debate, situar lo que hago a nivel plástico y poético en el contexto de lo que se está haciendo ahora en el terreno del arte y en general en el terreno social y de la cultura”, admitía. Un terreno que desde hoy se queda bastante más vacío.

mapas mentales, su obra más reciente

Roma. Su último trabajo artístico, que se pudo ver en Pamplona en la galería Apaindu este pasado febrero, era parte del proyecto que desarrolló tras ser receptor de una de las ayudas a la producción otorgada por la Dirección General de Cultura del Gobierno de Navarra y el Centro Huarte en su programa Ayudas a las Artes plásticas y visuales. Fruto de esa estancia en el Centro de Huarte desarrolló Cuadernos de Roma, que ya realizaba desde el año 2017, una memoria sobre Roma que se dividía en tres capítulos: los turistas y sus acciones; la elaboración y trabajo con mapas (topográficos, mentales y sensuales) y las memorias de la ciudad. Villarreal se fue a Roma con el fin de aplicar “las tecnologías, la plástica y el medio. De Roma sí me seducía mucho que se trata de una ciudad por capas, es una ciudad con memoria” decía y reconocía su atracción por una forma distinta de plantearse los proyectos, sin estar dirigidos desde el principio sino que se iban construyendo sobre la marcha.