Exponente del expresionismo y el informalismo matérico en su última época, Guillermo Pérez (Monteagudo, 1943), conocido artísticamente como Ullate, fue durante toda su vida un eterno explorador de estilos y disciplinas. A lo largo de toda su trayectoria, pasó de la pintura clásica al retrato profesional hasta alcanzar su época más abstracta, aunque su particular mirada vanguardista y su sentido de la independencia artística le mantuvieron alejado de los circuitos comerciales. Ahora, un año después de su muerte, la Fábrica de Gomas acoge, en una especie de “justicia retrospectiva”, una selección de obras de la última época de Ullate, aquellas marcadas por el mismo informalismo matérico del que una vez fue acusado y que significan la culminación de una evolución artística a la que se dedicó en cuerpo y alma.

A lo largo de su dilatada evolución artística, Ullate experimentó con diferentes materiales y superficies. Cemento, yeso, arena o serrín han sido algunos de los elementos que el artista ha utilizado constantemente en sus obras y resulta característico que en su última etapa la mezcla de diferentes materias consigue crear una apariencia de muros consistentes o paredes sobre las que los colores terminan de hacer su magia. “Él era muy matérico”, dice Iñaki Pérez, hijo de Ullate, quien añade que “en los años 80, por ejemplo, se interesó más por la mezcla de materiales que por el uso del color”. No obstante, de este último afirma que “tuvo un importantísimo peso durante toda su obra”. “Era una exploración en tono al color continua”, destaca.

Constante evolución

Del realismo clásico al informalismo matérico

Cuenta Iñaki Pérez que su padre siempre se consideró un autodidacta y que desde muy pequeño ya mostraba aptitudes artísticas. “Montó pronto un taller en el centro de Pamplona y lo que pintaba por aquella época, entorno a 1960, era realismo clásico”, subraya el hijo, quien destaca que Ullate fue laureado por dos años consecutivos en certámenes juveniles de arte. Participó en exposiciones colectivas en Pamplona y Zaragoza y en la exposición nacional de Madrid, obteniendo al mismo tiempo la Medalla de bronce en el VI Concurso de iniciación y Orientación Artística de Madrid en 1963.

Estos méritos le lograron su primera exposición individual en las instalaciones de la Caja de Ahorros Municipal de Pamplona. “Hasta ese momento, él se había encargado de realizar retratos o piezas realistas pero para esta exposición decidió romper con lo anterior y mostrar un estilo más abstracto y cercano a lo que exponemos ahora en la Fábrica de Gomas”, destaca. El artista presentó una serie de cuadros que rompían con la línea homogénea y tradicional que su producción había tenido hasta entonces que no fue entendida por el entorno cultural navarro. “Decían que estaba copiando a Tapiès y que estaba engañando a la gente, y cinco días después le invitaron a recoger sus cuadros de la exposición”, cuenta Pérez.

Según el hijo del artista, Ullate “se sintió muy afectado por las críticas, ya que decían entre otras cosas que le faltaba técnica”, así que unos años después decidió comenzar de cero en Gran Canaria. “Allí se dedicaba a hacer retratos profesionales que le permitían mantenerse mientras seguía experimentando y desarrollando una búsqueda pictórica entre lo figurativo y el expresionismo abstracto, esta vez más pausadamente y con mayor dedicación”, añade. Así, a lo largo de los años experimenta con el collage y la técnica mixta, trabaja con óleos, materiales textiles o pasta de color, se abre sin complejos al grafitti y el arte urbano mediante composiciones coloristas o comienza a utilizar el gouache y el óleo.

Ya a finales del siglo pasado se adentra en su última etapa, que se refleja en la exposición; la cúspide de su evolución. Se trata de una pintura más sobria y adulta, figurativa y abstracta donde Ullate explora su vertiente más matérica. “Su pintura podría haber tenido más relevancia de la que tuvo si la sociedad no le hubiera cuestionado tanto en aquellos años por intentar buscar fórmulas y expresiones artísticas nuevas”, dice Pérez, agradecido por la muestra que acogerá estos meses la Fábrica de Gomas. “Seguiremos moviendo sus piezas por aquí”, avanza.