Pamplona - La National Dance Company Wales (NDCW), que visita por primera vez España, llega a Pamplona con un espectáculo que representará hoy y mañana en el Museo de la Universidad de Navarra, inaugurando su nueva temporada de artes escénicas.

La NDWC ofrecerá dos programas distintos que conjugan tres piezas distintas, cada una de un coreógrafo diferente: ambos días interpretará Tundra, que hoy irá precedida por la pieza Folk y mañana por Atalaÿ.

La compañía de danza contemporánea de Gales, caracterizada por un trabajo innovador en cualquier clase de escenario y para todo tipo de público, aterriza en el MUN tras una larga gira que le ha llevado recientemente a Alemania, Austria, Suiza, Polonia, Hungría, Hong Kong o Japón.

Tundra, la obra que formará parte de las dos representaciones, nació hace dos años y medio y su coreógrafo, el español Marcos Morau, se inspiró “en la Revolución rusa, en el folclore, su música y sus atuendos” para su creación. Victoria Roberts, directora de ensayos y bailarines de las nuevas piezas de la NDCW, explicó ayer que es una pieza “bastante abstracta y con una arquitectura muy precisa”. En este sentido, la bailarina Marine Tournet destacó que la faceta de arquitecto de Morau se ve muy reflejada en el resultado final. Tournet apuntó que el aspecto fundamental ha sido el trabajo en grupo y en comunidad: “No es cuestión de destacar como individuo”.

La otra de las dos piezas que se interpretará hoy, Folk, es “un cuento de hadas ambientado en un mundo fantástico, tan oscuro y enigmático como fascinante”, creado por la coreógrafa británica Caroline Finn. En contraste con la obra de Morau, esta creación no está tan estructurada y el escenario se abre mucho. “Cada individuo puede contar su propia historia, elaborar su propio personaje, destacando la idiosincrasia de cada uno”, señaló Roberts.

Otra de las bailarinas de la NDCW, Queenie Maidment-Otlet, apuntó que Folk es el resultado final de la forma de trabajar de Caroline: “Ella apuesta por generar muchos movimientos al comienzo y poco a poco ir mezclándolos con otros elementos, a veces distorsionados”. En este sentido, Roberts agregó que esta pieza es un paso del orden al caos: “El escenario termina cayéndose a pedazos”.

Por su parte, la obra que acompañará a Tundra mañana, Atalaÿ, es una creación del coreógrafo Mario Bermúdez Gil, también español, inspirada en el sur del país, de donde él procede. “Jugamos con los cuatro muros de una torre y los cuatro tipos de emoción, creando una energía ingente, una materialidad poderosa”, subraya Bermúdez.

La proximidad a la costa africana de la tierra del creador de la pieza propició la elección del concepto de atalaya como punto sobre el que construir los movimientos. El bailarín Cyril Durand-Gasselin señaló ayer que “trabajamos la relación entre el cuerpo y la mente relacionado con los cuatro elementos (tierra, agua, fuego y aire). No es la búsqueda de una forma definida, sino de una interpretación”.

Sobre las expectativas de su debut en Pamplona, la directora de ensayos y los bailarines confesaron que la respuesta del público “siempre es diferente e imprevisible, pero esperamos que lo disfruten”.

Las entradas para ambos espectáculos, de los que ya quedan las últimas localidades disponibles, cuestan 26 y 20 euros y pueden adquirirse en la página web www.museo.unav.edu.