barcelona - Tras el seudónimo femenino de Yasmina Khadra se esconde la pluma de uno de los autores en lengua francesa más traducidos, el argelino Mohammed Moulessehoul, quien considera que “el nacionalismo, el racismo y el integrismo islámico están lanzando la humanidad al pozo”.

Khadra carga contundentemente contra la deriva que está tomando la sociedad global: “Cada vez tenemos menos empatía y estamos más cerca de la locura que de la lucidez”. El escritor, uno de los invitados destacados en esta edición de la Barcelona Negra, visitó la ciudad para presentar La deshonra de Sarah Ikker (Alianza Editorial), una historia que indaga en los recovecos e interioridades de Marruecos y del Magreb en general, territorio que Khadra sueña “sin fronteras”. En la novela, el joven teniente Driss Ikker se embarca en una investigación para averiguar quién ha violado a su esposa, un crimen que hiere su honra y lo sume en la desesperación. “Así es como funcionan las cosas en el Magreb -explicó-, si una mujer es violada, su marido está doblemente afectado y el dolor de ella ni le interesa”. Consciente de esta “absurdidad”, el autor pide a los lectores que “no lleven la novela hacia ellos”, sino que “entren dentro de sus páginas” y traten de “entender, y no condenar”, ya que él se limita a describir la realidad.

Khadra, excomandante del ejército argelino durante los 90, dice ver el mundo desde un punto de vista “muy atento” a su época gracias a su condición de “viajero” entre las culturas occidental y árabe bereber y musulmana. Desde esta atalaya, el autor lamenta que haya “una locura ciega” responsable de que “todos los valores humanos” desaparezcan ante los “valores financieros”: “Hoy la Meca es la banca y el paraíso es el éxito económico absoluto”. Esta es una de las cuestiones que desgrana la novela, con una vehemente crítica a la corrupción que atraviesa los distintos niveles sociales en el Magreb. Allí, Khadra está constatando la “desaparición progresiva” de la clase media, “soporte real de la sociedad”, y augura una “tremenda fractura”. “Por un lado, hay gente que acumula una riqueza que roza la blasfemia y, por el otro, hay personas cada vez más pobres que se hunden en la indigencia”, denuncia el escritor, para quien esta polarización responde a la “búsqueda neurótica” del dinero.