Cuando publicó su primera novela, La proposición de Carola (2014), recibió una grata respuesta de lectoras y lectores que le pedían una segunda parte. Idoia Saralegui San Sebastián empezó a escribirla, pero la dejó aparcada porque le apetecía en ese momento abordar otros proyectos literarios. Y el pasado confinamiento debido a la pandemia del coronavirus le brindó “el momento” oportuno para terminar aquella historia que ahora ve la luz.

El laberinto de Celia retoma el personaje de Carola Sanchís, viuda y madre de dos hijas gemelas, para ahondar en una nueva historia: la de la hermana de Carola, Celia, una pianista y también madre que no es feliz en su matrimonio, en el que es víctima de malos tratos, y que un día hace la maleta para buscar a su hermana Carola, que ha desaparecido misteriosamente en su luna de miel. Una aventura en la selva en compañía de Matías Ventura, un cantante en declive con demasiados fantasmas guardados en el armario, abrirá a Celia a nuevas oportunidades de vida y le convencerá de una certeza clave: lo importante en esta aventura de la existencia es ser libre.

“Quería plantear que las mujeres somos libres y tenemos muchos futuros posibles, independientemente también a las parejas; por eso la vida profesional de la protagonista es en esta historia un punto importante. Quería mostrar que hay momentos en la vida en que podemos descubrirnos a nosotras mismas, abrirnos a nuevas oportunidades”, dice Idoia Saralegui.

Ha escrito anteriormente sobre temas “serios” como el terrorismo o la guerra civil, pero en estos momentos de su vida laboral, que califica de “intensa y compleja”, a la autora pamplonesa le “apetecía ver el lado agradable de la vida” con una novela romántica. “Trabajo en temas de inclusión educativa, con personas con necesidades educativas especiales, y es una labor profesional compleja; así que necesito escribir cosas dulces para recordarme que en la vida también hay cosas muy bellas”, reconoce. Y cree que los lectores, todos y todas, necesitamos sentir esa certeza en este momento complicado. “En situaciones como ésta de crisis social, y habiendo vivido un cambio vital tan importante como es el confinamiento, este tipo de novelas se está leyendo mucho más”, dice en referencia al género romántico, que cree que está “curiosamente infravalorado dentro de la literatura, igual que el género negro”. “Las personas que escribimos en estos dos géneros tenemos clarísimo que no estamos pensando en gran literatura, sino en buen entretenimiento. Cada vez hay más novelas románticas y novelas negras de muchísima calidad. Son una marca y un reflejo del tiempo en que vivimos, la novela negra en una parte más ácida y la rosa en una más dulcificada”.

Y apunta en este sentido que “no tiene nada que ver Corín Tellado con escritoras de novela romántica de hoy en día”. Por eso, tiene claro que es “fundamental” el modelo de mujer que transmite desde su literatura. “Hay que mostrar el ambiente en el que vivimos, y en el que queremos vivir, y escribir sobre mujeres fuertes, autónomas, independientes... No me sentiría cómoda escribiendo un 50 sombras de Grey, independientemente de que sea un bombazo de ventas”, afirma esta autora que escribe todos los días “por necesidad y disfrute”. Ahora mismo está con tres proyectos a la vez y muy diferentes entre sí: una novela romántica clásica, una novela negra -“estoy empezando a probar con este género, me apetecía la idea de matar”, cuenta- y una historia infantil-juvenil que aborda temas relacionados con Pamplona y que será la primera de las tres en publicarse, a principios del próximo año.