ue los productores de la estupenda 45 años estén detrás de Supernova es algo que a nadie que haya visto los dos filmes puede sorprenderle. La cinta dirigida por el actor y director Harry Macqueen y protagonizada por dos estrellas del firmamento interpretativo, Colin Firth y Stanley Tucci, cumple todos los requerimientos para ser un producción británica independiente del siglo XXI. Con las excusas de una road movie y una enfermedad, el dramaturgo analiza los últimos días de una historia de amor en el que el efecto final debería haber llegado antes.

Aunque Supernova es el segundo largometraje que dirige Macqueen, el cineasta viene del teatro. Y, para bien o para mal, eso se nota mucho en la cinta que forma parte de la Sección Oficial del Zinemaldia. Todo el peso del metraje recae sobre dos extraordinarios intérpretes en la piel de una pareja con más de 20 años de relación que viaja por Inglaterra en furgoneta antes de que uno de ellos, Tusker (Tucci), sea incapaz de recordar el camino al padecer alzhéimer en fase temprana.

“Elegir una pareja homosexual como protagonista es un acto político porque hacer una película es un acto político en sí”, aseguró ayer Macqueen, que defendió su película sin sus dos protagonistas. “Cuanto más normalicemos las cosas que son normales en la sociedad, que es en parte lo que ha hecho la película, estaremos mejor todos”, agregó.

En los últimos años, encontrar un festival que no incluya una cinta sobre el alzhéimer es una utopía. De hecho, el Zinemaldia este año cuenta con al menos dos, The Father -en Perlak- y esta. Macqueen ha querido plasmarla esta enfermedad a partir de su experiencia: “He estado años aprendiendo sobre ella y pasando tiempo con personas que viven y sufren la demencia en todas sus facetas. Es una de las experiencias más conmovedoras que he vivido. La película procede de ese tiempo intenso de investigación”.

luz muerta El británico elabora un interesante paralelismo entre el cosmos y el final de un ser humano. “Tusker, al igual que un supernova, es una estrella que muere y al final explota, y cuando lo hace es la cosa más brillante que nos podemos encontrar”, apuntó.

Lo que tarda en explosionar es el giro de guion de la película, que revela una vez más la necesidad del derecho a morir, sea Inglaterra, Euskadi o Japón. “Espero que esto inspire a dar conversación sobre cuándo nos cuidamos, cuándo llegamos al final de nuestro ciclo vital. Una cuestión muy importante, el doble de importante en este momento que vivimos”, afirmó el cineasta. Sin lugar a dudas, ese sería el mayor éxito del filme.