i no pudiera escribir, en los momentos de euforia sería guerrillero, en los de pasividad prestidigitador. Ser poeta incluye las dos cosas”. Así se definía el catalán Joan Brossa en una entrevista en 1968. Un espíritu revolucionario y creativo que plasmó en su obra. Sonetos, prosa, poemas, obras de teatro... y escritos en una infinidad de soportes, hasta terminar por acuñar el término de poesía visual o escénica. Así lo recoge Desde el silencio a la acción, una retrospectiva multisoporte de la obra del artista catalán que acoge el Pabellón de Mixtos de la Ciudadela hasta el próximo 27 de junio.

Más de una treintena de obras conforman la muestra, comisariada por Glòria Bordons, y que plantea un recorrido en dos escenarios diferenciados, que a su vez se complementan. Por un lado, figura la exposición Escuchad este silencio, donde se reflejan los tres puntos de vista de Brossa: artista, guerrillero y prestidigitador. Un perfil presente en sus poemas visuales y en otras obras destinadas a exponerse en la calle -en su mayoría en Barcelona, pero también con presencia en Mallorca, La Habana o Frankfurt- que puede visitarse en la primera sala del Pabellón de Mixtos.

“Es importante cómo se ponen los poemas escritos”, expuso Bordons sobre Brossa, considerado uno de los poetas vanguardistas catalanes más representativos del siglo XX y quien trabajó en múltiples soportes, muchos de ellos presentes en la muestra: cartones reciclados, a ras de suelo, que comparten espacio con sus fotografías, libros, carteles, instalaciones o vídeos.

En cuanto al mensaje, según incidió la comisaria, el lado guerrillero de Brossa está presente en gran parte de su obra, con Cataluña como diana, pero llevando su reivindicación “a todos los terrenos”, como la cultura o la religión católica. Asimismo, su perfil de prestidigitador -pasivo, pero transformador- queda plasmado en audiovisuales, otros objetos y carteles. “Tiene poemas muy reflexivos sobre donde va a ir a parar la raza humana, o de la vida y la muerte”, explicó Bordons sobre un perfil que puede verse en poemas escritos en los años 90 y en otras instalaciones como El planeta de la virtud.

el lado más teatral de brossa En cuanto a la segunda exposición, bajo el título de A escena. Personajes brossianos, donde brilla la capacidad de Brossa para “ver personajes en todo y como mago, transformar las cosas”, expuso Bordons. Son los denominados poemas objetos, donde un abanico de personajes son recreados con simplicidad. Entre ellos figuran personajes ficticios, como un farero visto en una botella con un ojo; pero también hay protagonismo para personas reales, como Federico García Lorca, a quien el artista catalán homenajeó con tan sólo unas palabras y una máscara, plasmadas en un cartel rojo sangre. Los personajes están acompañados por Todo, un poema de Brossa.

Completan las obras expuestas en esta sala, una pantalla donde se pueden ver tres piezas teatrales de Brossa muy breves, en las que se puede descubrir su carácter “más infantil y, al mismo tiempo, de un creador máximo”. Entre ellas, por ejemplo, figura una obra protagonizada por títeres, que simulan ser personas. Según explicó Bordons, Brossa, quien “tiene el espíritu del teatro desde el principio” y que comenzó a representar sus primeras obras de teatros como shows informales en casa de un amigo, escribió más de 300 obras de teatro.

La llegada de la retrospectiva de Brossa a Pamplona se completa además con la inclusión de dos poemas visuales, propiedad del Ayuntamiento de Pamplona, que forman parte de la donación de Pi Fernandino.

“En la exposición están presentes los tres perfiles de Brossa: el guerrillero, el prestidigitador y el poeta”

Comisaria de la exposición

En corto

Biografía. Joan Brossa (1919-1998) es el poeta vanguardista catalán más representativo del siglo XX. Comenzó a escribir ocasionalmente durante la guerra civil española. Tras conocer a J.V. Foix, Joan Miró y Joan Prats, comenzó a escribir sonetos, odas y teatro (que él llamaba poesía escénica). En 1941 empezó a escribir sus primeros poemas visuales. En 1950 y gracias a su encuentro con João Cabral de Melo, la posía de Brossa dio un giro hacia el compromiso social. También experimentó en los 60 con la poesía visual y los objetos, además de colaborar con Tàpies y Miró. Expuso en la Fundació Joan Miró de Barcelona (1986), en el Reina Sofía (1991) y participó en la Bienal de Bienal de São Paulo (1993) y en la de Venecia (1997), entre otras.