Después de veinte años al micrófono de RNE con el programa de cine El séptimo vicio, el periodista y crítico Javier Tolentino da ahora el salto a la gran pantalla con la película Un blues para Teherán. "Es un poema visual", apunta su director sobre este proyecto, que a través de canciones y diferentes rostros ofrece una mirada a Irán, donde tradición y modernidad conviven y se enfrentan.

¿Cuál es su relación con Irán, hasta el punto de que el país sea escenario y parte protagonista de su primera película?

-Siempre he tenido cierta curiosidad por la literatura y la poesía persa, antes que incluso que por el cine. Después empecé con su filmografía y me gustó la coherencia que tiene el cine iraní con su poesía y literatura, también con mi forma de ver las cosas, de los tiempos, de las pausas... En la radio he mantenido esa cadencia tranquila que propone el cine y la música iraní con la forma de contar. Y a la hora de conocer a cineastas como Babak Payami, con quienes empecé a estudiar en Murcia, Barcelona, Madrid y Teherán, fui soltando mi idea de tener una mirada propia, personal y occidental de la realidad iraní.

¿Y cómo es su mirada sobre Irán?

-Creo que los poderes políticos no representan a los pueblos y con la revolución de Jomeini en Irán hubo esperanzas para desquitarse de el abuso occidental que había sobre su petróleo, sobre la forma de esquilmar sus recursos naturales... y han visto que aquella revolución, como la cubana o la rusa, se diluye y cae en una dictadura prácticamente. Pero no fui a hacer una película para decir eso, ni mucho menos para juzgar a la sociedad iraní. Fui para hacer una mirada a la sociedad humilde, que es la base de la historia persa y que no está contaminada por ideologías. No hay ningún personaje en la película que imponga un criterio académico o político, son personas que desde la humildad y sabiduría construyen la historia de los pueblos. Era mi mirada a que los iraníes y los persas no eran ni son enemigos de Occidente.

¿Por qué eligió a Erfan Shafei, un joven kurdo que quiere ser director de cine, como protagonista?

-El narrador no estaba totalmente construido en el guion, pero sí estaba su espíritu. Y cuando en Teherán y tuvimos la primera reunión con la productora local iraní, conocí a Erfan, que iba a ser mi ayudante de dirección y me di cuenta de que era mucho más que eso. A medida que fuimos avanzando, le fui engañando, pero yo sabía que él era mi narrador.

Tiene una relación con el arte, la música, el teatro y el cine innata. Sabía que iba a ser mi alter ego en la película.

Imagino que sí decidió el protagonismo musical, ya que la película se construye en torno a canciones e interpretaciones musicales, que conectan el relato y grabación.

-Sí, el proyecto nació en los laboratorios de cine del Festival de San Sebastián como una forma de ver Irán a través de la música y de buscar antiguas canciones, pero en la voz de los más jóvenes para ver cómo habría sido la evolución de la transmisión cultural. Eso era lo que más claro tenía dentro del proyecto: la música.

¿La música iraní refleja esa convivencia entre la modernidad y la tradición?

-Sí, eso lo podemos ver también en el flamenco en España, por ejemplo. Donde ha habido unas tradiciones musicales muy fuertes siempre ha habido una evolución de mestizaje y es bueno porque la gente joven bebe de esas fuentes, pero luego hace su propia construcción.

De cara a la sociedad, ¿cómo es esa convivencia? Porque en la película vemos, por ejemplo, cómo a Erfan sus padres le cuestionan que todavía no se ha casado y él afirma que viene de una generación diferente.

-En Irán hay muchos pueblos distintos: persas, kurdos, arameos.. Y cada uno con su cultura. Elegí a una familia kurda para mostrar que todos somos diferentes. En España también, somos producto del mestizaje y de la diferencia. Y mostrar la intimidad de ese mundo privado de Erfan con sus padres, hablando de sus problemas... Él estaba retratando al país. Su madre le dice que quizá no ha nacido en el país adecuado, o demasiado pronto€ Y él contesta con una sabiduría y una cultura estupenda que nunca es buen tiempo, que a lo mejor dentro de 20 años las cosas están todavía peor. Es un escepticismo y una forma satírica de ver las cosas que casaba también con mi forma de ver los temas de la soceidad de hoy: no lo puedes ver desde la épica como hace la gente un poco intransigente, sino que lo miras siempre con un sentido del humor. Y así desactivas la épica y la violencia.

En la película también escuchamos a una mujer defender que hoy día el canto de las mujeres no se escucha en Irán.

-Si ves la cantidad de mujeres que han sido detenidas€ Incluso ha habido un intento de secuestro en Estados Unidos de una mujer iraní. Nunca se sabe qué puede pasar en un pueblo como el iraní, pero creo que tendrán que buscar su propia evolución. No la que le impongan Estados Unidos, ni India, ni Moscú, sino que sea su propia evolución y sean ellos los que tengan que enfrentarse a un poder que ahora les impide relacionarse con la igualdad.

En ese sentido, ¿cómo ha sido la experiencia de rodar en Irán como el director extranjero que es?

-Muy complicado, ya lo es para los cineastas iraníes. Tenemos por ejemplo a Mohammad Rasoulof a las puertas de la cárcel, con una película, La vida de los demás, que ha ganado el Oso de Oro en Berlín. Es muy complicado narrar lo que está pasando en el país para los propios iraníes y para un occidental sacar las cámaras en las calles de Teherán siempre es motivo de sospecha para la policía y soldados que cercan las plazas y las calles. Nosotros llevábamos los permisos en regla y aún así, hemos acabado en comisaría. Pero tampoco quiero manchar la hospitalidad que hemos tenido y la colaboración de todos porque alguna vez tuvimos un conflicto, porque nuestro conflicto ha sido con el poder. Y lo seguimos teniendo.

Desde ese conflicto: ¿la película se ha estrenado en Irán?

-No, ojalá. Hace unos días tuvimos unas advertencias por parte de la consejería de cultura de la embajada iraní de aquí, diciendo más o menos que nos tenemos que ir retractando, que nos iban a llevar a los juzgados€ Yo les dije que en España no estábamos acostumbrados a amenazas a los periodistas y cineastas y les plantee un diálogo para que si dan el visto bueno se proyecte en Irán. En el fondo, la película es una declaración de amor a Irán. Lo veo difícil que se pueda proyectar, pero vamos a insistir.

¿Por qué Teherán suena a blues?

-Porque Irán en este momento suena a derrota, a una sociedad rota y dividida y sin diálogo con quien más le ayudaría: la Europa de las libertades. Si se abrieran y mantuvieran un diálogo en vez de pensar que somos sus enemigos... También para ellos Occidente es una especie de ventana a la libertad que temen. Hoy día Irán es una sociedad fallida, tienen pena de muerte y eso en la sociedad del siglo XXI no puede ser. Y más en esta sociedad tan sotifiscada y culta como es la iraní€ Eso para mí es una derrota y suena a blues, claro. Y el futuro está por ver y lo tienen que hacer ellos..