somarse a los actuales medios de comunicación requiere un cierto grado de desfachatez por parte de quienes son en grado mayor o menor protagonistas de la actualidad. Ponerse delante de un micrófono o aguantar la presencia de una cámara son situaciones muy habituales en nuestros tiempos en los que muchos anónimos ciudadanos tienen que presentarse ante los medios que requieren presencia directa o grabada de quienes tienen que ver con la presencia en radio o tele. Hay que saber someterse a nervioso efecto de hablar ante una cámara de tele o responder a preguntas de entrevistador radiofónico.

Tensión de pregunta/respuesta, nervios de responder adecuadamente, facilidad expresiva y dominio del escenario sirven para facilitar el encuentro con los medios. En definitiva, que hay que atesorar un cierto grado de desfachatez para superar el trance y hacer eficaz el encuentro mediático en nuestros días. Se requiere soltura en el trance de comunicar, de responder, de hacerse firme ante el ojo de la cámara. Y de manera destacada, los profesionales de estos medios tienen que demostrar seguridad, soltura y hasta un cierto grado de desparpajo para llevar a buen puerto el diario trabajo en radios y televisiones.

Los que viven de esto desarrollan habilidades de comunicación audiovisual que en ocasiones desbordan en el juego cómplice con cámaras y micros que raya la desfachatez, como es el caso de Llatzer, personaje televisivo capaz de dominar el juego de la tele en Tu cara me suena, concurso de famosos que dinamiza con sus no siempre salerosas intervenciones, en un ejercicio de histrionismo, abuso expresivo y números de circo que el presentador exprime hasta la saciedad. Ruido, exageraciones, gritos y abuso de protagonismo enmarcan el quehacer de Jordi que no conoce sus límites y se pasa tres mil pueblos cundo le da por abusar del show barato. Lástima de Llatzer que domina platós, escenarios y plateas pero cansino uso y abuso de gracietas y desafortunados comentarios.