¿Puede una escultura de 38 toneladas de peso desaparecer sin dejar rastro? Eso sucedió con Equal Parallel/Guernica-Bengasi, la pieza del escultor estadounidense Richard Serra con la que en 1986 el Reina Sofía abrió sus puertas. Finalizada la muestra, el museo decidió guardarla y en 1990, por falta de espacio, la confió a una empresa experta en almacenaje en arte. Y cuando quince años después quisieron volver a exponerla, descubrieron que ya no estaba en el almacén. Esta misteriosa desaparición de la pieza inspira el libro Obra maestra , quien entre ficción y realidad, reconstruye un caso que, a día de hoy, sigue sin resolverse.

Vayamos al principio, ¿cuál fue la chispa que prendió Obra maestra

-Me gusta decir que tiene que ver con una visita que hice al Reina Sofía en 2009 en la que por casualidad acabé en la sala 112. Ahí estaba la escultura de Richard Serra, que había sido repuesta hacía meses, tras un acuerdo entre el artista y el museo para hacer la misma escultura, darle carácter original y exponerla permanentemente. Yo había seguido en 2006 la noticia de la pérdida de la escultura y a partir de ahí empecé a recopilar información sobre la escultura y el escultor e hice entrevistas a personas que tuvieron algún tipo de relación con la escultura o con su pérdida, con su creación, con su instalación, su custodia... Fueron diez años de trabajo y de reflexión sobre cómo escribir esta novela, pero era acababa siempre en la misma pared: no sé escribir esta novela, así que vamos a esperar.

¿Cuándo y cómo derribó entonces esa pared?

-Cuando me di cuenta de que me era capaz de escribirla sólo trasladando el modo en que recopilé la información a la escritura. Tenía decenas de testimonios y a veces eran contradictorios entre sí, pero que cada uno aportaba una mirada diferente a la historia que yo quería contar. Por eso está escrito en primera persona, con los distintos ángulos desde los que algo podía ser observado.

En total, son 37 voces diferentes las que hilan el relato, encontrando testimonios de artistas, coleccionistas, personal del museo, periodistas… Pero, ¿cuánto de ficción y cuánto de realidad hay en el libro?

-Es difícil calcular en términos numéricos cuánto hay de hecho y cuánto de ficticio. El libro no se somete normalmente a esa cuantificación, pero lo que hay de una cosa y de otra, es inseparable una vez que se mezclan. Probablemente hay mucho más de exhaustiva documentación y de recogida de testimonios que de ficción, pero basta una pequeñísima ficción para que todo el resto quede invalidado como periodismo. Esto es una novela que juega a mezclar la ficción con los hechos y para mí como escritor es irrelevante qué hay de cierto y qué hay de inventado. Se trata de hacer entrar al lector en el juego y todo se pueda leer como verdadero y pensar que esto pudo haber pasado así.

Dentro de esta extensa labor de documentación, ¿qué fue lo que más le sorprendió?

-Primero me llamó la atención que un artista pueda requerir para abordar su obra a tantos colaboradores y que estos, en cierto sentido, tengan la condición de coautores. Con Richard Serra están también cientos de personas sin las cuales es imposible que exista su arte. También me ha llamado la atención el misterio que rodea la desaparición de la escultura y que no haya sido posible determinar cómo desapareció la escultura ni cuándo ni quién la hizo desaparecer. Obviamente me llamó la atención el papel del Museo Reina Sofía en la desaparición de la escultura y cómo durante un periodo de su historia funcionó con mucho voluntarismo y una propuesta artística interesante interesante, pero con un modelo de gestión de dudosa eficacia.

De hecho, la novela recoge cómo el museo dejó de pagar a la empresa que almacenaba la pieza y este negocio finalmente quiebra.

-Sí, es lo que abonó la desaparición de la escultura.

La estatua desapareció después de haber estado años olvidada

-Sí, es un espejo perfecto de la poca consideración que tenemos a menudo en este país hacia lo que hacen los creadores. Si lo pensamos, son los que dan una identidad más sólida y prestigiosa a un país. ¿Cuánto debemos a Cervantes? Mucho. España está profundamente vinculada a lo que han hecho sus creadores a lo largo de la historia y, sin embargo, en tiempo real, ¿cómo tratamos a nuestros creadores? La novela sirve también para darte cuenta del papel absolutamente secundario que creemos que tiene la cultura en relación a un país y no es así: la cultura es lo que da sentido e identidad a un país, por no decir que genera mucha riqueza en términos también económicos.

Tras la pérdida de la obra, Serra aceptó hacer una réplica de su trabajo. Y ya lo plantea el libro, ¿cómo se convierte en original una copia?

-Es uno de los elementos más fascinantes a los que ha dado pie el arte contemporáneo: discutir que en algunos casos haya una diferencia sustantiva entre lo original y su réplica. Se admite en casos particulares como el de Richard Serra, creador de sus esculturas y quien las idea, pero que a partir de ahí, su papel se vuelve más secundario porque entran a participar personas que producen la escultura, la trasladan, la exponen… Y el papel de Serra es el mismo haciendo la escultura original y la copia. Si desaparece la escultura original, la copia que se produce a continuación tiene el mismo valor artístico que la primera. Y gracias a que la primera escultura desapareció y nunca se encontró, la relación del espectador con su réplica es más épica porque entra en juego la leyenda de la escultura desaparecida.

¿Y si aparece la original?

-Desaparece la leyenda. Si aparece la escultura original, se resuelve el misterio y eso es siempre más pobre en comparación con el propio misterio. Los finales abiertos son la continuación de las cosas en el tiempo, quizá para siempre, y eso me parece mucho más evocador.

La policía dio por cerrada la investigación en 2009, sin resolver qué sucedió con la pieza. Personalmente, ¿qué cree usted que sucedió con la obra original de Serra?

-Si alguien me obligase a confesar lo que creo, diría que probablemente la escultura fue destruida, pero me alegro de que sea algo que nadie puede demostrar de un modo irrefutable. El hecho de que no se pueda demostrar mantiene viva la posibilidad de que quizá un día la escultura aparezca porque no ha sido destruida. También creo que, por suerte, nunca jamás podremos saberlo a ciencia cierta.

Visita Pamplona para presentar la novela y Navarra es también parte protagonista del relato, ya recoge cómo el propio Serra viaja a la capital navarra, donde recibió un doctorado honoris causa, y también acude al Museo Oteiza.

-Obra maestra es una novela que se desperdiga espacial y temporalmente por casi todo el mundo y casi todas las épocas de los últimos 40 años. Y es difícil escribir sobre Richard Serra y no relacionarlo con Oteiza. Es fundamental cómo influye Oteiza en Serra, el propio Serra admite que en cuando conoció a Oteiza, a finales de los 90, era el escultor vivo más importante del mundo y que sin él, habría sido un escultor muy diferente.