BILBAO. Manolo Caro es uno de los directores del momento. En todos sus trabajos se niega a etiquetar los comportamientos humanos. Experimentar con la sexualidad, cambiar los roles, visibilizar todas las opciones, divertir y entretener son sus objetivos. Al menos así lo ha mostrado en su telenovela. Ha decidido no cargar los desnudos gratuitos sobre cuerpos de mujer, en esta ocasión los cuerpos desnudos son masculinos.

Segunda temporada. ¿Se imaginaba la que se iba a montar cuando estrenó la primera?

-No, por supuesto que no. Nunca sabes lo que va a pasar. Y qué bueno que no me lo imaginara, seguramente lo hubiera afrontado con miedo, con nervios. No, mejor no saber si va a ser un éxito o un fracaso. Estoy encantado.

¿Acepta bien los fracasos?

-No voy a de decir que me gustan, a nadie le gusta un fracaso. Forman parte de la vida y hay que aguantarse.

Un éxito televisivo a nivel internacional con un culebrón. ¿No le parece extraño?

-Yo solo pretendía hacer un homenaje al culebrón. Pensaba que a lo mejor a mucha gente le iba a molestar, que no iba a gustar, pero parece que ha sido todo lo contrario?

A usted sí le ha gustado, ¿verdad?

-Exacto, mi culebrón me gustó, disfruté mucho haciéndolo y es un honor espléndido que haya gustado a tantísima gente. Sigo disfrutando con la temporada que se va a estrenar y con la tercera, que también va a haber. Me he sentido muy libre, no tuve miedo en ningún momento cuando lo estaba haciendo; creo que la clave fue que no sabía, que no presentía el éxito que luego ha tenido.

Dice que es disfrutón, así que con el éxito obtenido estará en éxtasis continuo.

-Ja, ja, ja? Estoy encantado, pero hay que seguir trabajando. Si me hubiera dado cuenta antes de lo que iba a ocurrir, seguramente las cosas no hubieran salido igual.

Y para hacer el culebrón completo no tuvo ningún reparo en coger como actriz en la primera parte a Verónica Castro, la reina de la telenovela mexicana y la gran dama del melodrama.

-Cuando empecé a escribirla sabía que tenía que tener a una figura de ese tamaño, por eso la elegí como matriarca de la familia. Es también un homenaje a mí mismo, a esas tardes que pasé en mi infancia frente al televisor viendo esas telenovelas donde Verónica era, sigue siéndolo, la grande.

¿Dijo que sí a la primera?

-Sí. Al principio, pensé que iba a decir que no, que no le iba a gustar del todo la situación donde yo la quería. Mi pretensión era reinventar la telenovela y colocara en un lugar más intrigante y con humor más oscuro. Verónica tuvo la inteligencia de enfrentar ese lugar oscuro, y yo siempre voy a estar agradecido a ella por su decisión y por decir que sí, que quería estar a mi lado en este proyecto. Lo hemos pasado muy bien.

Los culebrones suelen durar una eternidad, el suyo no.

-Los formatos cambian, los temas cambian en los culebrones?

Y que lo diga, en ‘La casa de las flores’ no se habla de amores tormentosos entre hombre rico y mujer pobre y viceversa.

-Claro. Antes no se hablaba de relaciones homosexuales, de trans, de críticas sociales, de críticas a instituciones como la Iglesia? Los temas se tienen que reinventar para que se sientan actuales, de no ser así La casa de las flores habría sido un error. Hemos querido hacer esta telenovela de la forma más honesta posible, en unos temas hemos salido bien librados, en otros no. También hemos aprendido mucho y es lo que más me gusta de mi trabajo, quiero seguir cuestionándome cómo hacer mis proyectos y cómo enfrentar los temas.

Ha abierto usted la caja de Pandora: una familia disfuncional, homosexualidad, bisexualidad, transexualidad?

-Pero es muy real, yo no creo que haya familias totalmente funcionales, siempre hay alguna disfunción. Pero lo increíble de la familia de La casa de las flores, de la familia de La Mora, es que a pesar de lo disfuncional y caótica que pueda parecer, en ella todos se quieren mucho. Anteponen el amor y el respeto a casi todo, pueden estar en desacuerdo en algunas cosas, pero siempre están presentes en los momentos difíciles, en esos momentos en los que tienen que recibir un consejo y un apoyo.

¿Cree que los espectadores se han sentido identificados con los temas que trata?

-Pienso que sí. Hay un abanico muy amplio de situaciones y seguro que si ves la telenovela, hay algo que te toca de cerca.

Lo que he percibido en la primera temporada es que esos desnudos gratuitos que siempre suelen recaer sobre las mujeres, en esta ocasión los protagonizan los hombres. ¿Justicia poética?

-Ja, ja, ja? No sé si es justicia poética como tú dices. Pero era una tarea que tenía en el escritorio, tenía ganas de cambiar ese enfoque. Me preguntaba por qué siempre teníamos que sexualizar los roles femeninos y por qué los roles masculinos eran generalmente más recatados. Si queríamos reinventar la telenovela, si íbamos a hacer las cosas diferentes por qué no desnudar y sexualizar al hombre en vez de a las mujeres.

¿Le hizo gracia a su elenco masculino cambiar los roles sexuales y desnudarse?

-Claro. Es un elenco que siempre ha estado dispuesto a ello, divertía a mis actores y no les suponía ningún problema. Los hombres podemos experimentar una sexualidad y que se nos trate de una forma determinada. La sexualización no es exclusiva de un solo sexo, el hombre también puede hacerlo. Por eso, mis desnudos gratuitos los han hecho hombres.

Paco León hace un personaje transexual, María José. ¿Un personaje difícil?

-Cuando creé a María José me di cuenta de la complejidad del personaje, no habría salido tan bien si no hubiera contado con un actor maravilloso como es Paco León, un actor que ha gozado, sigue gozando, de toda mi confianza y que ha puesto toda su confianza mí. Nos hemos enfrentado juntos a la crítica.

¿Hubiera sido mejor un actor transexual para el personaje de María José?

-No lo sé. No lo planteé y creo que Paco está espléndido. Los que nos criticaban han comprendido al final muy bien la presencia de Paco. El personaje está en su papel de transición y por eso había que plantearlo con un actor como él. Con la distancia y vista la primera parte, el colectivo LGBT nos ha apoyado. Nos ha emocionado este apoyo porque hemos aprendido mucho y hemos gozado dando visibilidad a este tipo de personajes.

¿Ha habido momentos o situaciones difíciles en esta serie?

-Seguir en el espectáculo de libertad es difícil y, aunque estamos hablando de un humor negro, no podemos olvidar que estamos contando una historia. No queremos provocar por provocar, no queremos generar el sentimiento de incomodidad en el espectador. Lo más difícil es serles fiel a los personajes, ser fiel a la familia de la Mora.

Usted ha tratado todos los géneros de la sexualidad, pero la que siempre queda un paso por detrás es la bisexualidad. Las personas bisexuales no acaban de caer bien ni a los heterosexuales ni a los homosexuales.

-Es cierto. Parece que hay una especie de autocensura. La gente preferiría que se hablara de una homosexualidad no asumida o de un conflicto psicológico.

¿Usted qué piensa?

-Que no creo que vaya por ahí, que uno como ser humano tiene la posibilidad de experimentar y de vivir su sexualidad conforme le plazca mientras todo sea de una manera consensuada y se tenga respeto por la otra persona. Puede que alguien quiera estar con un hombre o con una mujer, siempre hay respetarlo cuando hay consenso en esa ecuación. Creo que la libertad es experimentar. También entiendo a la gente que no quiere hacerlo, pero si te apetece, por qué te tienes que autocensurar, por qué te tienen que juzgar?

¿Quizá porque nos gusta meternos donde nadie nos llama?

-Exactamente. Si alguien se declara bisexual, habrá quien le diga que aún no se ha definido. ¿Por qué alguien tiene que buscar vivir con una etiqueta para que no le critiquen? ¿Por qué hay que buscar vivir siempre con la aprobación de la sociedad?

¿Cómo son recibidos estos temas en México?

-Resultan más complejos que en España, la sociedad mexicana es un poco más cerrada en estos temas. En ocasiones se malinterpretan y creen que estamos empujando a la sociedad a normalizar opciones que ellos ven con mucha distancia. Yo no estoy normalizando nada, estoy dando visibilidad a algo que ya existe y que merece esa visibilidad, todos merecemos vernos reflejados en la ficción.