ay canales pequeños, pero necesarios. También hay televisiones minoritarias, pero luminosas. Y hay emisoras marginales y oscuras, como Intereconomía TV, que se hace llamar El Toro TV en razón de su logo calcado de la escultura de bronce de Wall Street. Al principio fue una propuesta de información económica y perteneció a Vocento. Después y hasta hoy es la tele de la ultraderecha al mando del navarro Julio Ariza, uno de los últimos integristas de la prensa. Intereconomía es el baluarte de los ultras y los nostálgicos del franquismo, tan enemigos de la España roja como de la España rota, sin disyuntivas.

Es virulenta y cutre, no tanto por falta de recursos como por su pésima estética y nula ética democrática. Se cree en posesión de la verdad y acusa a las demás cadenas de mentir y venderse a George Soros y Bill Gates. Siente que Dios la ha escogido para salvarnos y para eso ha adoptado la causa totalitaria de Vox. Sus tertulias de mañana, tarde y noche están presididas por una enorme rojigualda que cubre la mitad de la pantalla y bajo este manto se reúnen viejos falangistas, antiguos líderes del PP, diputados de Abascal y carcas sin oficio dirigidos por un presentador con parche en un ojo, lo que añade cierto surrealismo berlanguiano a un canal de trinchera donde se clama por un nuevo 18 de julio.

Para sobrevivir ha creado su club de amigos, especie de suscripción misericordiosa a cambio de la que te obsequian con lecturas pías y un libro de Pemán. Algún anunciante le queda todavía, como el chef vasco José Ángel Aguinaga, “maestro parrillero de toda la vida”. ¿Quién le ha engañado, amigo? ¿No sabe que su presencia en un canal fascista escarnece su marca? Intereconomía es ya el patrocinador mediático de la moción de censura de Vox a Sánchez. Es la otra televisión basura, cuartel de la España que embiste.