Juanito Oiarzabal lo deja. 64 años y diez dedos menos después, uno de los montañeros más importantes del mundo (Vitoria, 30 de marzo de 1956) asume que no subirá más ochomiles. Ya tiene 26, algunos repetidos, y solo le quedaban cuatro para ser el primero en doblar las 14 cimas más altas del planeta.

Pero se acabó. Llevaba bastante tiempo rumiándolo, se resistía a asumir su adiós. Fue en León durante el transcurso de la charla Retos de altura del IV Foro Internacional del Deporte que compartía con sus colegas Carlos Soria y Edurne Pasabán -con la que ya se ha reconciliado después de un enfado mayúsculo en el Lhotse en 2011-.

"Los ochomiles se han acabado para mí, es evidente. Lo pensaba pero me resistía a decirlo", confesó quitándose, probablemente, un gran peso de encima.

Juanito llevaba años embarcado en un ambicioso proyecto personal denominado 2x14x8.000 con el que pretendía marcar un hito en la historia del montañismo. Una vez logrado su primer objetivo de completar los 14, fue el sexto humano en lograrlo, el vitoriano quería ser el primero en doblar el reto.

Sin embargo, tenía demasiados aspectos en contra. Primero la edad, que va pasando factura a pesar de su inmejorable forma física, y sobre todo la amputación de los diez dedos de los pies sufrida tras una expedición en 2004 junto a Edurne Pasabán al temible K-2.

Lo que pasa es que Juanito Oiarzabal es ante todo un cabezota. Sus múltiples compañeros de expediciones confiesan que cuando decidía atacar la cima no esperaba a nadie y era muy difícil seguirle. Algunos no lo entendían pero otros muchos asumen que la montaña es así, dura y despiadada.

Desde aquel lejano 1985 en el que conquistó su primer ochomil, el Cho-Oyu tibetano, Juanito ha ido encadenando éxitos y algunos desgraciados accidentes como la muerte de compañeros y amigos como Antonio Miranda, Atxo Apellániz, José Luis Zuloaga, Tolo Calafat o Alberto Zerain, entre otros.

Las anécdotas son innumerables, como cuando vivió un dramático descenso del Everest o cuando los hermanos Alberto y el malogrado Félix Iñurrategi le salvaron de una muerte segura en el Kanchengchunga. ¿Merecía la pena tanto sacrificio y tanto sufrimiento? El siempre ha defendido que sí.

Los que no son montañeros no acaban de entender la fascinación que puede sentir una persona a 30 grados bajo cero, con vientos extremos, escasez de oxígeno y con riesgos ciertos de sufrir congelaciones, edemas pulmonares y cerebrales cuando no algo peor. Por eso son tan distintos y tan especiales. Aunque se retiren.

Los 26 OCHOMILES

1985 Cho Oyu (8.201 m)

1987 Gasherbrum II (8.035 m)

1992 Nanga Parbat (8.125 m)

1993 Everest (8.848 m)

1994 K-2 (8.611 m)

1995 Makalu (8.465 m)

1995 Lhotse (8.516 m)

1995 Broad Peak (8.047 m)

1996 Kanchenjunga (8.586 m) 1997 Manaslu (8.163 m)

1997 Hidden Peak (8.068 m)

1998 Dhaulagiri (8.167 m)

1998 Shisha Pangma (8.046 m)

1999 Annapurna (8.091 m)

2001 Everest (8.848 m)

2002 Cho Oyu (8.201 m)

2003 Gasherbrum II (8.035 m) 2003 Hidden Peak (8.068 m) 2003 Cho Oyu (8.201 m)

2003 Cho Oyu (8.201 m)

2004 K-2 (8.611 m)

2008 Makalu (8.465 m)

2009 Kangchenjunga (8.586 m)

2010 Annapurna (8.091 m) 2011 Lhotse (8.516 m)

2011 Manaslu (8.163 m)